Mientras en 1997 toda la atención del mundo se centraba en el virus H5N1, conocido como gripe aviar y surgido en Asia, nuevos virus empezaban a desarrollarse y en cuestión de años causarían grandes pérdidas humanas y económicas, trastocando la vida diaria de la humanidad.
Antes de que finalizara el Siglo XX surgió, en los animales de corral de Hong Kong, el virus de la gripe aviar y porcina, de origen zoonótico (enfermedades causadas por virus, bacterias, parásitos y hongos que pueden transmitirse entre animales y seres humanos) y que afectó, en general, a pocas personas en el mundo.
Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportaron que en el 2003 ochenta y nueve personas fueron contagiadas y un veterinario de los Países Bajos murió a causa de esta enfermedad.
La reacción de Hong Kong fue inmediata, sacrificando a 1.5 millones de aves para erradicar el virus.
Tiempo después, en el 2002, apareció en China el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y rápidamente fue identificado como una amenaza global.
Sus síntomas incluían fiebre alta, dolor de cabeza y corporal, tos seca y en algunos casos los pacientes necesitaron respiración mecánica.
Durante el brote del SARS, la OMS registró 8 mil 098 personas infectadas y 774 muertes en el mundo por esta causa.
En junio del 2003, la entonces Directora General de la Organización Mundial de Salud, Gro Harlem Brundtland, declaró haber logrado, aunque con algunas dudas, el final del SARS.
La población mundial parecía haber tomado un respiro cuando, en el 2009, apareció una nueva cepa de la influenza H1N1 que dejó más de 18 mil víctimas, siendo México uno de los primeros países en donde se viralizó, llegando incluso a detener la economía del país.
En México, Veracruz y Oaxaca fueron los primeros estados que detectaron la enfermedad y desde ahí se expandió a 20 entidades más.
La Secretaría de Salud decretó una alerta nacional al llegar a la cifra de 20 decesos, suspendiendo toda actividad en los estados de Aguascalientes, Morelos, Querétaro, Chiapas y Nuevo León.
Hasta julio del 2010, en México se detectaron 72 mil 548 casos y 1 mil 316 muertes, según información de la misma Secretaría.
Un estudio publicado en el 2012 por The Lancet Infectious Diseases estableció que la pandemia pudo haber cobrado la vida de más de 575 mil personas alrededor del mundo.
En 2012, en Arabia Saudita, apareció el coronavirus MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio) que afectó a 2 mil 470 personas y hubo 855 muertes, con un 35 por ciento de mortalidad.
El 2020 trajo consigo una nueva epidemia: la COVID-19.
Esta enfermedad infecciosa causada por el coronavirus surgió en Wuhan, China, el 31 de diciembre del 2019 y sus síntomas más comunes son fiebre, cansancio y tos seca.
Según datos de la OMS, más de 200 mil casos se han reportado alrededor del mundo hasta el 20 de marzo del 2020, 164 de ellos localizados en México.
Un total de 168 países presentan casos de esta enfermedad y, como nunca antes, el mundo entero ha tenido un seguimiento casi en tiempo real de su propagación.
El aislamiento social, el desabasto de alimentos en centros comerciales, los toques de queda en diversos países, el cierre de fronteras y las afectaciones en la economía mundial, entre otras, han sido las consecuencias de esta última pandemia.
Y cuando el mundo aún lucha por controlar la propagación de la COVID-19, en Filipinas se detectó un brote de gripe aviar del subtipo H5N6, la cual en teoría no afecta a las personas, aunque algunos países han presentado casos que han llevado a la muerte y a personas con enfermedades respiratorias graves.