Todos conocemos a un tipo como Moliere. Es alguien inteligente que critica en forma mordaz y ridiculiza con sátiras a sus ‘amistades’. Es una persona con la que nadie quiere tener diferencias pero que en el fondo odia, porque alguna vez se refirió a él, y si a los demás se les puede olvidar un agravio, al aludido, jamás.

Moliere fue un genio para ridiculizar a media humanidad. Su representación caricaturesca de la burguesía, de los hipócritas, pedantes, envidiosos, galanes de pacotilla, y médicos ignorantes es demoledora.

Por eso Don Juan, El misántropo, La escuela de maridos, el burgués gentil-hombre, y sobre todo El enfermo imaginario, continúan en escena por los mejores rumbos teatrales del mundo.

La crítica de Moliere se enfocaba principalmente al rey y a su corte; pero finalmente el público destinatario eran todos, porque sus pullas iban destinadas a la clase asociada a la inmoderación y al mal gusto, segmento de la sociedad que ha crecido con los siglos. Ese amigo suyo que hiere con sus sarcasmos posiblemente vaya a morir como Moliere, odiado por sus compañeros – víctimas, pero muchos de sus comentarios sobrevivirán, así que le aconsejo que mejor se la lleve bien con él.