04/Jul/2024
Editoriales

El gran guerrero Álvaro Obregón también era poeta

Las artes son, además de atractivas, saludables para el espíritu. Todos hemos recurrido a ellas cuando nos sentimos alegres o tristes, pues fomentan las buenas reacciones emocionales. 

Además favorecen la capacidad de reflexión y la creatividad ante los problemas difíciles.

Hay una gran cantidad de referencias de personajes vinculados a la violencia que encuentran refugio en las artes, como por ejemplo Adolfo Hiter que pintaba en su caballete. En México tuvimos a revolucionarios como Adolfo de la Huerta que llegó a ser presidente de la República y en cada oportunidad que tenía, entonaba canciones de ópera, gustándole tanto que, durante un exilio voluntario se dedicó a enseñar canto. 

Otro caso, menos conocido es el de Álvaro Obregón Salido, quien fuera un destacadísimo militar revolucionario al que nunca pudieron derrotarlo sus enemigos, entre los cuales destaca el legendario Pancho Villa. Obregón fue presidente de México de 1920 a 1924, y en 1928, cuando gobernaba Plutarco Elías Calles, AOS fue electo nuevamente para la presidencia de México. 

Sin embargo, el 17 de julio de 1928, siendo presidente electo, durante el impasse

que existe entre la elección y la toma de protesta del mandatario, Obregón fue asesinado por el cristero potosino José de León Toral, quien resultó ser un fanático religioso. 

Cuando Álvaro Obregón ganaba una batalla difícil, con pérdidas importantes, se deprimía por sentirse culpable de las bajas entre los suyos, y hasta de los muertos del ejército contrario. 

Poco se sabe de su gusto por la poesía, pero es claro que sí la practicaba, pues algunas veces escribía poemas al término de sus batallas, posiblemente para pensar en otra cosa o simplemente para desahogarse.

Como ejemplo, reproduzco uno de esos poemas:

_He corrido

tras la victoria

y la alcancé,

pero al hallarme 

junto a ella

desesperé.