Noviembre 17 de 1840: informa el general Mariano Arista que los rebeldes Canales, Cárdenas, Quintero –jefes del ejército de la llamada República del Río Grande- y su tropa, quedaron a disposición del gobierno. A cambio del indulto se comprometen a hacer la guerra sólo a los enemigos extranjeros. Estos rebeldes hicieron un histórico intento separatista denominado La República del Río Grande, que abarcaba los estados de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y el territorio independiente de Texas. Habían iniciado su lucha diez meses antes, el 17 de enero de 1840, en un sitio cercano a Laredo, proyectando que la capital provisional de esta república en formación sería precisamente Laredo, y la definitiva, Monterrey. El lazo de unión entre estos estados se remonta a la figura oficial llamada Provincias internas de Oriente que funcionó desde 1786 hasta 1824, donde los habitantes de estos estados convivieron bajo la misma autoridad, ley, y comarca territorial. Sin embargo, en la Constitución de ese año 1824 se fragmentó en dos estados, para luego convertirse tres: Coahuila y Texas; Nuevo León; y Tamaulipas. El ambiente separatista surge debido al cambio de país federal por un país centralista que Santa Anna impulsó desde 1836. El 30 de septiembre anterior, Canales dirigía un ejército de 270 mexicanos de origen hispano de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Texas, más 180 angloamericanos católicos, que partieron de Lipantitlán 2 hacia Villa Guerrero, en Tamaulipas ocupando la plaza. Libraron varias batallas y su líder en ellas fue Antonio Zapata, secundado por Rubén Ross y S. W. Jordan. La historia de la República del Río Grande es muy interesante pues en Casa Blanca, hoy municipio de García, se dio el grito de independencia, el 23 de enero de 1840. Este fue uno más de los intentos separatistas que México ha sufrido a lo largo de su historia, y que ha mermado la capacidad de enfrentar adecuadamente los retos nacionales.
Fuente: El Separatismo Mexicano, Leopoldo Espinosa Benavides, Editorial Porrúa, 2016