07/Sep/2024
Editoriales

De que hay buenos abogados, los hay

Hace unos días celebramos el Día Nacional del Abogado, profesional que aboga por una o varias personas, o por algo que considera tratado injustamente.

 Qué agradable es convivir con abogados, los buenos -en las profesiones hay de todo- son los que además de abogar por un tercero, habitualmente son gente de cultura.

 Es una delicia conocer los entresijos de sus casos importantes, pues generalmente nos constreñimos a saber los fallos y el efecto que causan.

 Un buen abogado, o abogada, protege a su cliente de injusticias, y cuando gana la última instancia de un juicio lo festeja tanto como el propio actor en el litigio.

 Aunque las leyes sean diferentes en cada país, en todas rigen los mismos principios universales de los Diez Mandamientos bíblicos y sus equivalentes en el Corán.  

 Y como los abogados se apasionan con sus casos, en todas partes hay quienes se arriesgan en lo personal de diferentes formas para ganarlos.

 Sin embargo, algunos se pasan de arriesgados, como el de un relato que leí de un juicio realizado en 1871 en Ohio, USA. El abogado defensor era famoso y se llamaba Clement Vallandigham, quien defendía a Thomas McEhan un pendenciero acusado de disparar a un tal Tom Myers en una pelea.

 Vallandigham alegaba al jurado que ese Myers se había disparado a sí mismo al empuñar su pistola cuando estaba arrodillado.

 El jurado evidenciaba incredulidad, por lo que el defensor solicitó permiso al juez de intentar reproducir los hechos. Se le concedió, e intentó recrear lo sucedido, pero debido a un error, tomó una pistola cargada con la que se disparó a sí mismo, muriendo instantáneamente frente al jurado.

 Obviamente esa no era su intención, pero con su muerte, Vallandigham demostró que sí podía dispararse a sí mismo, y ante semejante espectáculo, el jurado dictó un fallo favorable al acusado, quien fue liberado.

 Claro que este caso es excepcional, pero localmente ha sucedido que el abogado defensor o el demandante terminan siendo acusados, o indiciados, y hasta sacrificados por defender sus casos.

 

 Desde luego que también existen malos abogados que desprestigian esa noble carrera, pero esos nunca llegan a ser figuras importantes en el foro de abogados, y no debemos perder tiempo con ellos.