02/Jul/2024
Editoriales

Se vende restaurante

Don Luis era dueño de un pequeño restaurante de Monterrey y se había hecho amigo del Filósofo de Ocampo, quien iba seguido a almorzar a su negocio; así le apodaban por ser oriundo de ese alegre pueblo norestense y por sus filosóficas reflexiones cotidianas. 

Agobiado por la competencia y los problemas económicos, Don Luis fue a buscarlo a su casa y una vez que se vieron, le explicó que deseaba vender el restaurante.

_Quiero venderlo, pero no se ni cómo anunciarlo ¿Me haría el favor de redactarme un anuncio para avisos de ocasión?

El Filósofo de Ocampo le explicó que luego pasaría a dejarle el texto solicitado.

Don Luis hizo sus vueltas al mercado para surtir la despensa del restaurante, luego fue a comprar tres botellas de vino para el día, y regresó a su negocio.

Al llegar se encontró con un sobre cerrado. Lo abrió y vio que era el anuncio solicitado:

“Vendo Restaurante sin refrigerador. Todos nuestros deliciosos platillos son frescos; se inician por una rica ensalada de verduras tiernas con deliciosos aderezos y una suculenta sopa caliente, para preparar a la orden los mejores manjares del mar o de la tierra sin ingredientes refrigerados.

Nuestro pan es recién horneado y el vino de las mejores uvas nacionales.

El postre es, además de las deliciosas conservas regionales, una agradable convivencia con nuestra selecta clientela, entre la cual se encuentra un filósofo que convierte en encantadora cualquier conversación. 

Pasaron varios días y el filósofo dejó de asistir al restaurante pensando que al cambio de propietario ya no sería el mismo servicio.

Hasta que pasado un mes fue a conocer a la nueva administración, pero encontró al mismo dueño.

_¿Qué pasó Don Luis? ¿No funcionó el anuncio?

_No lo se, amigo Filósofo de Ocampo, cuando lo leí me di cuenta que este es un gran restaurante y que superará la crisis económica.

Decidí no venderlo, y aquí estamos como siempre; gracias. ¿Quiere lo mismo de siempre?