México y los Estados Unidos están teniendo cada uno sus propia crisis socio-política, con distinto origen y características cada una, pero coincidiendo en el tiempo y en la gravedad de las mismas, por lo cual conviene analizarlas juntas, para ayudarnos a decidir cómo debemos de proceder.
Empezando por México, nuestra crisis es sencilla de describir: Nuestro sistema socio-político, fundado en los años 1920's y 1930's, está ya en una decadencia tan avanzada que puede decirse que ya está completamente agotado: La crisis consiste en que no ha surgido una "elite" cuyos integrantes estén dispuestos y sean capaces de liderar al pueblo en la dirección en la que arguyan convincentemente que es la justa y conveniente.
La crisis de los Estados Unidos es muy diferente: Se trata de una democracia muy avanzada, cuyo gran tamaño la convierte en el país más poderoso del mundo, y su crisis consiste en que una parte considerable de su población, digamos un 30% de la misma, ha sufrido ya sea la quiebra de sus pequeños negocios, digamos librerías o casas de música, o bien perdido sus modestos empleos, fueran fabriles u oficinescos, todo causado por el tremendo avance tecnológico que desde el fin de la Guerra Fría en 1991 opera ya a nivel mundial, de manera que esas personas, poco cultas, se sienten empujadas hacia abajo y tratan de explicarse por qué. Esto lo aprovechan demagogos, como Donald Trump, quienes en vez de tratar de explicar las verdaderas razones de su descenso relativo a esas gentes y a proponerles las medidas difíciles, ´pero eficaces, que se requerirían, como sería estudiar y capacitarse en nuevas habilidades, optan por proponerles soluciones mentirosas y que parecen muy fáciles de implementar, como evitar a toda costa la inmigración de mexicanos o negarse a importar productos chinos, pero las cuales serían no sólo inoperantes, sino quizás hasta contraproducentes.
Así que aquí en México tenemos de hecho una crisis doble y un doble trabajo para nuestro proceder: Solucionar nuestra crisis y capotear como mejor podamos la de nuestros poderosos vecinos ¿Qué debemos hacer? ¿Por dónde debemos comenzar? Tratar de fomentar en nuestro ambiente de amistades, trabajo y comunitario nuestra firme decisión de apoyar aquellas propuestas de acción políticas, convincentes y de buena fe, que tiendan a moralizar el manejo de los asuntos públicos, cueste lo que cueste, enfocándonos primero hacia una limpieza y eficacia completas en la procuración de justicia y luego en una descentralización y privatización de la enseñanza, dejando la labor del gobierno en esta área sólo como facilitadora y supervisora. Así que justicia y educación deben ser nuestras metas firmísimas a mediano plazo, en las cuales se apoyarán todos los demás avances y, a corto plazo, pues todas aquellas medidas concretas, aunque sean parciales, que vayan avanzando, dentro de lo posible, en esas direcciones.
¿Dónde es más posible que aparezcan esos líderes que necesitamos? Necesitamos, primero, una a élite cultural que nos explique históricamente por qué hay que tener confianza de que este es el camino a seguir y, luego, a una élite política que se olvide de los fáciles pero viciados "triunfos clientelares" que siempre terminan en la corrupción impune y "se avienten" por el duro y estrecho camino del sacrificio y el ejemplo personal ¿Dónde encontrar esos raros ejemplares de políticos dispuestos a luchar por el bien común? Pues podrían aparecer en el interior de los principales partidos de oposición, el PAN (Javier Corral) y el PRD, y también ¿Por qué no? en el PRI transformado en "independiente", como ocurrió aquí en Nuevo León. Con algo y con alguien hay que empezar: Lo más malo es no hacer nada.
Atte.- JVG.- 26-10-16.