12/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Febrero 4 de 1827: Estalla el escándalo del padre Arenas y el Gral. Arana. El general Gregorio Arana –hijo de padres españoles- es denunciado en la ciudad capital mexicana como el principal conspirador a favor de la corona española, que buscaba regresar a dominar México. Entre las clases gobernantes -militares y políticos- se temía que existiera todo un complot de clérigos y militares para apoyar la revocación de la inapreciable soberanía nacional. Porque todo se podía esperar, pues la historia de los partidos políticos en México ha superado etapas que van desde su prohibición, hasta la ley reglamentaria de la Constitución sobre partidos políticos, las logias masónicas de entonces llenaban ese vacío, y entre las dos más importantes había recurrentes encuentros que se pegaban con todo. Eran los tiempos de las grandes intrigas (algo similar a como se vive hoy de nuevo) pero, como explicamos, las logias masónicas dominaban la vida política. El presidente Guadalupe Victoria, que realizaba buen papel era, sin embargo, incapaz de orientar el rumbo del país y los yorkinos aprovecharon el escándalo del padre Arenas para desacreditar a los escoceses por su reconocida inclinación a favor de los españoles. En nuestra región norestense había en esos momentos inquietudes porque en el Estado de Coahuila y Texas se debatía la Constitución local y saltó a debate el tema de la abolición de los esclavos. Los texanos, liderados por Stephen Austin, buscaban suavizar esa ley de prohibición de la esclavitud, que finalmente admitía como legal la posesión de esclavos ya existentes y prohibía solamente la introducción de nuevos, estableciéndose el principio de vientre libre, para que los hijos de esclavos nacieran en libertad. 

El 18 de enero anterior, el padre Joaquín Arenas había invitado al comandante general del Distrito Federal y del Estado de México, Ignacio Mora, a que se sumara al movimiento que restauraría la soberanía de España en su antigua metrópoli. Pero es el mismo Mora quien traicionó y denunció la conspiración de Arenas e inició un escándalo de proporciones mayores, provocando la detención de varios activistas en Puebla, Veracruz, Durango, SLP, Tlaxcala y Oaxaca. Derivado de esto, se inició un debate nacional cuyo tema giraba en torno de la expulsión expedita de todos los españoles residentes en México. Finalmente, el 23 de febrero un consejo de guerra declaró culpable al padre Arenas y le sentenció a muerte, iniciándose una cacería de brujas en donde alcanzaron graves acusaciones los generales de origen español Pedro Celestino Negrete y José Antonio Echávarri, quienes llegaron a ser detenidos pero se pudo demostrar que ellos no formaban parte de la conspiración, fueron absueltos y regresados a su estatus militar. Finalmente, el general Gregorio Arana también fue fusilado, cerrándose este bochornoso capítulo de la historia nacional y con el tiempo, los partidos políticos tomaron el papel protagónico -para bien o para mal- en la vida nacional, que corresponde a su naturaleza.