Ayer, el maestro Israel Cavazos Garza cumpliría 95 años de edad y esto es motivo para recordarlo. Fue la del maestro Israel Cavazos Garza, una importante labor que le llevó a ganar un merecido prestigio por las conquistas logradas día con día. Su ejemplo es el de haber hecho de la obra histórica una gran tarea contemporánea edificada sobre materiales del pasado que contribuyó a rescatar desde los primeros pobladores, la fundación de Monterrey, el descubrimiento del cronista anónimo, así como la elaboración de miles de fichas en torno a personajes, libros y protocolos.
Todo lo anterior vino a fortalecer el conocimiento de nuestra historia, de nosotros mismos y a defender la identidad. Todo esto es parte de una gran obra institucional. En su obra “Mi idea de la Historia”, al referirse a las cualidades que debe tener un historiador, don Alfonso Reyes señala las siguientes: “Dato comprobado, interpretación comprensible y buena forma artística, son los tres puntos que no deben faltar”. El Cronista de Monterrey reunió, sin duda, estos tres elementos. El maestro Cavazos Garza fue protagonista y testigo de la historia.
Nuestro personaje cumplió 93 años, casi 94. Nueve décadas y tres años de fructífera existencia. Nació el dos de enero de 1923, en la Villa de Guadalupe, Nuevo León. Fue Cronista de su tierra natal y de la ciudad de Monterrey. Nosotros agregaríamos, y así se lo dijimos en vida a nuestro personaje: “Maestro Israel, debe sentirse orgulloso. Usted ha sentado las bases firmes de los contenidos de nuestra Historia. Usted ha abierto caminos mejor iluminados por los cuales habrán de transitar las nuevas generaciones de investigadores”.
Este amigo nuestro quien llegó al final de su existencia física con casi 94 años de edad y 60 con la Historia, cargado de frutos, frutos que disfrutamos ahora y que habrán de aprovechar también las futuras generaciones.
De mediana estatura, cuerpo regular, blanco, ojos vivaces, pelo ondulado y una sonrisa natural, agradable. Así describe el que fuera primer Cronista Oficial de Monterrey, don José P. Saldaña, a su sucesor, el maestro Israel Cavazos Garza. El tiempo sin cesar camina y va imprimiendo su paso en lo físico y en lo espiritual. En ciertos aspectos parecía ser que en el maestro Israel se hubiese detenido. Continuaba hasta el final la sonrisa amable... Continuaba una aparente timidez, superada por la inteligencia, que se manifestó quietamente en todos sus actos.
El maestro Cavazos Garza, es autor de 30 libros y numerosos ensayos sobre Historia de Nuevo León y el noreste de México. A través del tiempo, nos ha entregado valiosos materiales. Entre los historiadores actuales, nadie como él ha estudiado nuestra región. Así lo reconocemos no sólo los nuevoleoneses, sino también los historiadores de Coahuila y Tamaulipas.
El discípulo de José Gaos y Silvio Zavala entregó a Monterrey y a México una importante obra que lo hizo merecedor a reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Nacional de las Artes y algunos otros que le fueron entregados en Estados Unidos y en Europa.
El Cronista de la Ciudad nos entregó a través de los años una vasta obra que rescata del olvido las voces del tiempo. Son voces que le han cantado a Monterrey, a la ciudad, a sus símbolos, a sus habitantes y a su vocación de trabajo. La vida se nutre del ayer. El historiador recobró, una y otra vez, recuerdos y nostalgias. Recuperó para nosotros trozos del ayer, que permanecían en las amarillentas páginas del olvido y que nos narran la grandeza de Monterrey. En sus obras, el nombre de Monterrey viaja a través del tiempo hacia nuevos horizontes. Por otra parte, en sus páginas se reflejan imágenes de una actividad sin descanso y nos traen hasta la actualidad los memorables instantes del pasado.
Don Israel acudió a las fuentes del pasado, para recuperar algo hermoso. Y así, logró hacer de la historia un medio para llegar a la belleza. La vida humana es un drama y el historiador aspira a reproducirla. A nuestro personaje nada le fue gratuito. Cada página de su obra fue escrita con mucha investigación y trabajo, quitándole incluso horas al sueño. Historiadores y cronistas de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han afirmado que el noreste se debe sentir –se siente— orgulloso de contar con la figura de Israel Cavazos Garza, un distinguido historiador que contribuyó a formar bibliotecas, archivos, centros de investigación, sociedades y grupos de historia.
La faena realizada se nos antoja de una paciencia infinita. En ocasiones, entre libros de la Biblioteca Universitaria o entre añejos documentos de los Archivos Municipal y Estatal, don Israel ha ido más allá de sus obligaciones para enriquecer el acervo histórico de Nuevo León. El profesor Israel profesó un estilo en el que se mezclan la erudición y el añejo acento. Era un romántico de la Historia, a quien siempre resultó placentero escuchar, porque su palabra es herencia de todos los tiempos. Su obra es un homenaje a Monterrey a través del tiempo hasta llegar al presente. Es una oración a la ciudad en que vivimos. Su obra nos hace sentirnos orgullosos de nuestra ciudad. El maestro Israel sentó las bases firmes de los contenidos de nuestra Historia. Abrió caminos mejor iluminados por los cuales habrán de transitar las nuevas generaciones de investigadores.
El Congreso del Estado, en una respuesta que nos dirigió cuando tuvimos el privilegio de presidir la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística y proponerlo como candidato a Benemérito de Nuevo León, reconoció en el maestro Israel Cavazos Garza los méritos suficientes para ser declarado Benemérito del Estado. Sin embargo, sus integrantes hicieron una curiosa interpretación y señalaron que si en el Decreto aparece la palabra memoria eso significaba que el candidato a tal distinción debía estar muerto para recibir ese reconocimiento.
Al enterar de esta resolución al maestro Cavazos Garza, con su característico buen humor, nos respondió: “Tendrán que esperar”. Habría que consultar a los académicos de la lengua para que ayuden a los Diputados a determinar si todo lo que se refiere a la memoria está muerto. Hasta las computadoras tienen una memoria viva que guarda millones de caracteres que cambian día con día.
La memoria no es muerte. La memoria es vida, ayer, hoy y mañana. Es la facultad de conservar las conquistas de la humanidad para que sirvan a las actuales y futuras generaciones. Además, existen pruebas fehacientes de que este reconocimiento –el de Benemérito— se ha entregado en vida. En el siglo XIX, el 24 de octubre de 1873, el Congreso del Estado ratificó el Decreto del 20 de febrero de 1867 declarando Benemérito de Nuevo León, en vida, al doctor José Eleuterio González “Gonzalitos”. Esto le permitió al pueblo manifestarle en vida su reconocimiento y su amor por tantas cosas buenas que hizo sin haber nacido en nuestro Estado.
Por otra parte, en el siglo XX, el 30 de Junio de 1918, por acuerdo del Congreso del Estado se declaró oficialmente Beneméritos a los maestros nuevoleoneses Serafín Peña y Miguel F. Martínez, quienes recibieron esta distinción en vida. Y así, hay otros casos.
El Cronista de la Ciudad de Monterrey nos entregó a través de los años una vasta obra que rescata del olvido las voces del tiempo. Son voces que le han cantado a Monterrey, a la ciudad, a sus símbolos, a sus habitantes y a su vocación de trabajo. La vida se nutre del ayer. Mientras tanto, al igual que hace siglos, en este aniversario, las montañas son centinelas que guardan la ciudad y en las cimas las nubes se detienen a descansar.