Desde el pasado mes de octubre ya era obvio que los países anglosajones estaban entrando en una crisis política, la cual luego se fue extendiendo a otras antiguas democracias del Primer Mundo, como Francia, por lo que no cabe duda de que algo serio está ocurriendo. Esta crisis es claramente política, pues lo que más preocupa y resiente una buena parte de su población, son cosas tan íntimas y profundas como la disminución de su status en la sociedad, al perder sus pequeños negocios o ser despedidos de trabajos fabriles. Al tratar de entender qué es lo que les sucedió, oyen las voces que corren de que gentes "extrañas", a quienes han permitido ingresar a su sistema socio-económico, les han "usurpado" sus posiciones, por lo que habrá que "darle reversa" a esta situación, para corregir la situación.
De hecho su reacomodo social ha sido causado por los enormes avances informáticos y tecnológicos realizados por grandes empresas de sus propios países, pero como las medidas para superar la disminución de su utilidad para ejercer las nuevas habilidades requeridas serían difíciles de lograr, les es más atractivo pensar que la solución debe ser la de "darle reversa" a la aceptación del ingreso y la estancia de esas gentes "extrañas", como mexicanos y otros "latinos" en los EUA o de musulmanes, árabes o negros, en la Gran Bretaña y Francia, algunos de ellos terroristas y todos difíciles de integrar, además del flujo incesante de polacos, húngaros y rumanos pobres.
Este es, básicamente, el problema, pero ¿Cuál es la solución? No puede ser otra que la de entender bien lo que está pasando, y también los otros cambios que vendrán después, y sobre esas bases negociar los ajustes que hayan que hacerse en las relaciones internacionales, bajo estrictas premisas de justicia y de eficiencia.
La justicia debe tomar en cuenta de que si estos avances informáticos y tecnológicos le están pegando ahora hasta al Primer Mundo, que los ocasionó, los Mundos Segundo y Tercero ya están tan acostumbrados a que sectores enteros de su producción económica queden obsoletos de la noche a la mañana, que es rutina para esos países el estarse penosamente ajustando a la Globalización.
La eficiencia debe tomar en cuenta de que, tanto la producción económica mundial, como sus efectos sobre el medio ambiente planetario, ya están tan interrelacionados que no es posible "mejorar" a un país a costa de los demás, ni tampoco ignorar los daños medioambientales que todos nos causamos, unos a otros.
En los Estados Unidos bajo la Presidencia de Donald Trump, la alternativa parece ser entre un "conservadurismo nacionalista" y lo que ahí llaman "liberalismo" que tiene mucho de "estado providencial", al estilo europeo. El conservadurismo se inclina por los pocos impuestos a las empresas, para que ellas tengan más dinero para invertir, según los Trumpistas, en nuevos empleos, pero es más probable es que la dura competencia mundial los obligue a que ese dinero adicional lo gasten en más altas informáticas y tecnologías, lo cual no remediaría la situación de sus más fieles y resentidos votantes. Pero probablemente sí será cosa buena recortar algo de la "gordura" del "estado providencial", pero sin afectar sus protecciones básicas, como las del "Obamacare", que sus propios partidarios del Tea Party se negaron a cancelar.
A todas estas problemáticas se les agrega el carácter explosivo y cambiante del Presidente Trump, que puede ocasionar desde un saludable "sacudimiento" a la manera de hacer política, tanto nacional como internacional, hasta un desafortunado malentendido que pueda causar graves problemas.
Atte.- JVG.- 03-05-17.