Un Día de los Inocentes --el 28 de diciembre-- en 1978, Viviano Berlanga le llamó a Armando Fuentes Aguirre “Catón”, para notificarle que había fallecido Sergio Recio Flores. Catón pensó que se trataba de una broma de mal gusto. Sin embargo, era cierto: El entonces Cronista de la Ciudad de Saltillo había fallecido. Lo que siguió, tampoco lo podía creer nuestro amigo. El Alcalde de Saltillo, Juan Pablo Rodríguez y el Gobernador de Coahuila, Oscar Flores Tapia, habían pensado en él para que fuera el sucesor de Recio Flores. En el cargo de Cronista, por supuesto.
Como periodista, Armando había criticado tanto al Alcalde Rodríguez como al Gobernador Flores Tapia. Así es que no se imaginaba que lo fueran a invitar a ocupar tan honroso cargo. Aquí deseo hacer un paréntesis para informar a los lectores que recientemente la Universidad Autónoma de Coahuila otorgó a Armando el Doctorado Honoris Causa.
Regresemos al principio.
Poco tiempo después, siendo ya Cronista de Saltillo, a Catón le tocó viajar a Monterrey –en donde con gusto lo vemos con frecuencia--, para estar presente en la primera visita del Papa Juan Pablo II en el año de 1979. En el lugar a donde habría de llegar el Pontífice, se encontraba Don Alfonso Martínez Domínguez, quien en ese momento era candidato a Gobernador de Nuevo León.
Don Alfonso felicitó a Catón por su nombramiento de Cronista y le dijo: “Oiga ¿y es muy importante ese cargo? “No sé si lo sea o no, le dijo el periodista. Lo que sí le puedo decir es que de todos los que estamos aquí –se habían congregado en ese lugar miles de personas--, sólo el Papa y yo tenemos un puesto vitalicio”.
Tiempo después nos tocó acompañar a Armando y al maestro Jesús Arreola Pérez, Presidente del Colegio de Investigaciones Históricas de Coahuila, durante un evento en el Congreso del Estado de Coahuila. Ahí se dio a conocer el contenido del Decreto Número 28, mediante el cual se adiciona un Capítulo II Bis denominado “Del Cronista Municipal”. En ese mismo acto y ante cronistas y diputados, Catón ofreció su plática “De Cronista a Cronista”. En dicha sesión, se anunció que por acuerdo del Congreso, se considera como Cronista Municipal, al ciudadano cuya función fundamental es el registro de sucesos notables acaecidos dentro de la jurisdicción territorial del Municipio al que pertenezca, así como investigar, conservar, exponer y promover la cultura de dicho Municipio. El cargo será honorífico y vitalicio. Permanecerá indefinidamente en su cargo y sólo podrá ser removido por justa causa.
Catón apoyó la idea de que fuera vitalicio el cargo. Esto lo hace inamovible y lo pone al amparo de los cambios políticos partidistas. Se es Cronista de la Ciudad o del Municipio, no de una Administración Municipal ni de un grupo a cargo del poder. En esa ocasión, Fuentes Aguirre explicó lo que para él es un Cronista: Es una persona que ama a su pueblo y a su gente, que nos revela su rica intimidad y que saca a la luz lo que la humildad tiene en la opacidad. Es alguien que lucha contra el olvido, única forma definitiva de la muerte. Al narrar los hechos evita que el viento se los lleve y los conserva en la memoria de la colectividad.
Eso es lo que hace el Cronista: Salvar del olvido a nuestra gente. Para eso hay que quererla. Hay que amar a nuestra gente, conocerla, hablar con ella. No hay que hacer a un lado a los ancianos, ni a los niños. Es la gente que ha vivido, es la gente que continuará la tarea. Son aquellos que recuerdan y también son aquellos que imaginan el futuro. Se debe dejar testimonio de nuestro paso por la vida. Hemos de recoger de esos archivos que hablan de la Historia Matria. Catón no está de acuerdo en que a la labor del Cronista se le llame microhistoria. Historia es Historia y no se puede medir en esos términos. Sin embargo, se ha establecido que el historiador es historiador de todos los años, de todos los siglos, mientras que el cronista, además de narrar los hechos del pasado, se debe ocupar de lo contemporáneo, de lo diario. Es un gambusino de lo cotidiano. Su labor es recoger lo que sucede día a día. El Cronista es, en síntesis, un guardián de lo mejor que tiene cada comunidad.
Nuestra tarea, dijo Fuentes Aguirre, debe estar por encima de incomprensiones. Debemos realizarla con entusiasmo, con amor a nuestra tierra y a nuestra gente. El Cronista debe recoger lo que se creía efímero y pasajero. De esta manera, nuestra existencia no habrá sido raya en el agua. Nuestra tarea es tarea de eternidad. Guardar para el futuro los hechos del presente. Recoger los frutos buenos. De esta manera, no moriremos del todo. Dejaremos testimonio de lo que para siempre vivirá.
A propósito de los frutos buenos, Catón regresa periódicamente a la huerta de nogales del Potrero, propiedad de su familia. En uno de sus visitas nos dice: “Las ramas del nogal se ven dobladas. El peso de las nueces que cargan las inclina y las acerca al suelo. Pronto dará sus frutos, y luego descansará su sueño del invierno. En cada árbol yo veo un silencioso profesor. ¡Qué de cosas enseñan esas criaturas vegetales! Dan mucho y piden casi nada.
“Este nogal me enseña que debemos llegar a nuestro invierno con carga generosa y darla a los demás antes de reposar. Que los años nos inclinen y doblen por el peso del abundante fruto que llevemos, no por inútil carga de egoísmo. Yo me acerco al nogal. Al fin hombre pequeño, volteo a todos lados a fin de cerciorarme de que nadie me oye, y luego le dio al árbol en voz baja: --Quiero ser como tú”.
Por fortuna, en nuestro medio existen seres humanos que van por la vida sembrando el amor, la amistad, el optimismo y el buen humor. Tal es el caso de Armando Fuentes Aguirre “Catón”, quien recientemente recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Coahuila, su Universidad. El evento se llevó a cabo en el Paraninfo del Ateneo Fuente de la ciudad de Saltillo, ante la presencia de familiares y amigos del Lic. Fuentes Aguirre, así como del Gobernador del Estado, Miguel Riquelme y el Rector de la UAC.
Si hay un personaje que quintaesencia el espíritu de la cultura coahuilense, éste es sin duda Armando Fuentes Aguirre, Catón. No sólo por su extraordinaria popularidad, sino porque en él se acrisolan muchos de los rasgos que mejor nos definen: la alta cultura puesta al servicio no de la academia, sino de la gente; la añoranza del pasado, pero también la opinión informada acerca de nuestro futuro; la multiplicidad de intereses: desde la crítica social hasta el servicio público, desde la filantropía y la educación superior hasta la música, la literatura, el teatro; la poesía como elemento casual pero constante a lo largo de la vida; y, por supuesto, ante todo y sobre todo, el humor: la risa que todo lo cura, todo lo subvierte, todo lo precisa.
Colaborador en más de 150 periódicos, Catón es el editorialista más leído de México. Historiadores y escritores como Enrique Krauze y cantantes, actores y productores como César Costa, han expresado su opinión en torno a Catón.
El historiador y escritor mexicano Enrique Krauze ha dicho:Tengo una muy alta opinión de lo que este hombre significa en el periodismo y en la vida pública de México. Leo sus diversas columnas, y tiene el don del apotegma moral de la tradición griega y latina, pero también de la parábola cristiana. Por otro lado, es un pícaro humorista, un contador de anécdotas y un agudo crítico de la vida pública. Al mismo tiempo, también ha escrito libros muy estimables de la historia de México. Diariamente es una presencia que mueve a la reflexión, a la sonrisa, y con un sentido moral de respeto a la tradición liberal. Es un hombre que tiene inteligencia, cultura y corazón.
Por su parte, el cantante, actor y productor mexicano César Costa, ha comentado:
“Definir a Catón es difícil, porque tiene muchas facetas. Posee un estupendo sentido del humor, que es una característica de la inteligencia, pero es un historiador muy serio. Por ello, es un hombre universal, un maestro en muchos sentidos. Hacen falta en la sociedad mexicana personas que tengan su universalidad y su actitud ante la vida.