Según los cálculos del informe de una investigación del Bank of America dado a conocer el jueves 25, la suma total mundial en emisión cuantitativa (EC, o sea el dinero que han impreso los bancos centrales del mundo para comprarle a los bancos insolventes sus acciones y bonos y que ahora son propiedad de los bancos centrales) acaba de llegar a los $25 billones , mayor que el PNB combinado de Estados Unidos y Japón, y va a sobrepasar los $30 billones para finales del año.
Un resultado obvio de estos "siete años de vacas gordas" de impresión monetaria, es que un 20% de toda la deuda soberana mundial tiene ahora una tasa de interés negativa ($11 billones), y una tercera parte de la deuda soberana emitida durante el 2016 tiene una tasa negativa.
Un efecto mucho más serio es que las inversiones de capital por parte de las empresas ya están, o está muy cerca de los niveles históricamente más bajos en todas las naciones del sector transatlántico. Esto se debe a las tasas de interés que han estado reduciéndose constante y previsiblemente (es decir, alzas en los precios) de todas las deudas soberanas, han formado un mercado especulativo perfecto para los bancos y los fondos financieros, totalmente por fuera de las economías físicas de esas naciones.
Este efecto fatal en el sistema bancario ha quedado claro desde el crac del 2008. Los grandes bancos con centro en la City de Londres y Wall Street han reducido sus préstamos comerciales a la economía, concentrándose en la especulación de los bancos de inversión en los mercados de bonos y valores, y saquear como un torbellino a los bancos centrales en los mercados de bonos del gobierno para obtener "ganancias" confiables, que pueden después almacenar como reservas extras en los mismos bancos centrales. Y sus especulaciones con valores de deuda del gobierno ofrecen el colateral que han usado y/o han prestado para las apuestas en derivados financieros y en las llamadas recompras de terceras partes o mercados "repo". Las empresas tenedoras de los grandes bancos se han movido todas hacia el modelo del Deutsche Bank, en donde los préstamos no representan más que el 15% de sus "activos" de 1.6 billones de euros.