Según estudios recientes de Saba Consultores, en la capital de la república, la CDMX hasta un 68% de los encuestas dicen haber presenciado o haber sido víctima o haber sabido de la ocurrencia de un robo o un asalto en su barrio o comunidad. Aquí en Nuevo León, en el área metropolitana, se reportan aumentos en, por ejemplo "cristalazos" de hasta un 64% en los últimos meses. Esa cifra o porcentajes se repiten en todo el país junto con estadísticas similares para "robo simple", "robo en casa habitación", etc.
Ya no se reportan grandes cifras para los llamados "delitos de alto impacto", como ejecuciones masivas, descuartizamientos, sino que éstas se han "estabilizado", es decir, siguen existiendo pero sin dispararse o sin grandes aumentos. Lo interesante de estos "robos simples", clasificados dentro de los delitos del fuero común, es que son perpetrados en busca de utensilios como celulares, relojes, carteras con dinero o, de plano en algunos casos, en busca de alimentos o artículos de salud o de belleza. En Durango, un taxista robo un medicamento para su niña en el Hospital General porque no tenía para comprarlo y devolvió los demás medicamentos.
En otro caso, en Torreón, un individuo utilizó un machete para robar en una tienda de conveniencia y después "huyo" en un autobús urbano. En México, según el INEGI solo hay 2.2 millones de desempleados o desocupados. Así que tenemos una de las tasas más bajas de desempleo del mundo con apenas un 4.2% de la Población Económicamente Activa (PEA), calculada por el mismos organismos en 54.8 millones de personas. Sin embargo, un 57.6% de esos que dicen estar activos económicamente, se dedica a la economía informal, es decir, "empleos" que no son estables ni proporcionan ingresos estables tampoco. Se trata de 28.7% personas dedicadas a eso en nuestro país.
También hay 4 millones de "sub ocupados", es decir, con empleos de pocas horas y salarios más bajos aún. Obviamente, el primer mecanismo de generación de delitos en México es el momento en que las necesidades básicas en alimentación, vestido, atención médica, diversiones etc., no son cubiertas por los ingresos que las personas obtienen, sobre todo si no obtienen ninguno. Ahí se ubica el "mecanismo" que conduce a la pérdida de los "valores morales", a la "decencia" y a la decisión de cometer un delito como el robo.