Durante el periodo entre 1983 y el 2018 la economía mexicana creció alrededor de 2% en promedio total. Fue lo que la revista Forbes llamo “la maldición del 2% “ porque México no pudo superar esa tasa en esos años . Sin embargo, los gobiernos como el de Felipe Calderón o el de Enrique peña Nieto se vanagloriaban de esa tasa puesto que otros socios de la OCDE como la mayoría de los países europeos o los propios Estados Unidos tuvieron crecimientos peores, sobre todo a partir del año 2000 y más aún después del 2008-09. Sin embargo, ese 2% fue un crecimiento que mató la economía nacional y a México como nación lo destruyó. De acuerdo a la medición del Producto Interno Bruto (PIB) --una forma de medir que no distingue entre la actividad productiva y la que es parasitaria o especulativa--, México tuvo grandes crecimientos en sectores como la exportaciones de partes automotrices o “maquila automotriz”; en la exportaciones de algunos productos del campo como el aguacate o el tequila; en las ganancias de los bancos, en casinos de juego etc. donde se lograron crecimientos de entre 15% y 30% o más anualmente, al mismo tiempo que la producción de granos y otros alimentos como el huevo o la carne se desplomaron: igual que la producción de gasolina o de petróleo crudo y la actividad manufacturera nacional se mantuvo estancada en los +/- 1%.
En pocas palabras, ese 2% promedio del PIB salió de promediar un colapso en la actividad productiva con aumentos de más de un digito en actividades especulativas y parasitarias como lo son claramente las maquiladoras y los casinos. Como resultado de esto, la mano de obra mexicana pasó a ser la más barata del mundo; más de 30 millones de personas fueron arrojadas a la “economía informal” vendiendo cosas en la calle o a los “empleos precarios” sin contrato, sin prestaciones etc. Millones fueron arrojados al desempleo y 14 millones de ellos se convirtieron en “exiliados económicos” en los Estados Unidos. Pese a esa destrucción y quizá gracias a ella México fu considerado durante todo ese tiempo un “lugar favorito de inversión” por los capitales especulativos del mundo y por los bancos y fondos de inversión.
La violencia y el crimen proliferaron y la nación se destruyó. Ya no queremos de ese tipo de “crecimiento”, el crecimiento que mata. Como el de los tumores cancerosos que crecen y prosperan mientras van matando a su huésped.