En esta ocasión hemos de hablar sobre la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, que el pasado día 5 de febrero cumplió su primer centenario y en torno a la figura de don Venustiano Carranza, personaje nacido en 1859 en el Estado de Nuevo León y Coahuila, quien llegó a ser una de las figuras más importantes de la Revolución y de la Historia de México.
Carranza, lo hemos dicho y lo repetiremos ahora, es un personaje cuya cuna comparten orgullosamente los Estados de Coahuila y Nuevo León, pues en la época en que nació, estos dos Estados formaban uno solo; El Estado de Nuevo León y Coahuila.
En 1913, el país vivía tiempos de incertidumbre. El traidor Victoriano Huerta había ordenado detener y asesinar, el 22 de Febrero, al Presidente Francisco I. Madero y al Vice-Presidente José María Pino Suárez. Un mes después, el 26 de marzo de ese mismo año de 1913, Carranza convocó a una reunión en la Hacienda de Guadalupe, en terrenos del Municipio de Ramos Arizpe, Coahuila, para lanzar el Plan de Guadalupe, desconocer a Huerta e iniciar la Revolución Constitucionalista.
Lo que inició Madero no podía ni debía detenerse. Atrás había quedado el viejo régimen porfirista y la democracia había triunfado. Otro norteño, Venustiano Carranza, tenía fe en México y en los mexicanos. Fue así como emprendió una tarea nada fácil que al cabo de año y medio de combates, lo llevó hasta la Capital de la República, a donde entró victorioso.
El Manifiesto, conocido como Plan de Guadalupe, estableció las bases del movimiento revolucionario iniciado en contra del régimen del general Huerta y dio la pauta para que en los meses y años siguientes, grupos importantes de mexicanos se sumaran a la lucha por el restablecimiento del orden constitucional y emprender las reformas sociales y económicas que requería el país.
Este documento histórico, estableció que el general Huerta, a quien el Presidente Madero confió la defensa de las instituciones y la legalidad del gobierno, al unirse al grupo de militares rebeldes en armas desde el 9 de febrero del propio año, había cometido el delito de traición en su afán por acceder al poder. A través de dicho Manifiesto, se desconoció al general Huerta como Presidente de la República y se nombró como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, al ciudadano Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila.
Carranza tenía una visión muy clara de lo que deseaba para México. No asumió la Presidencia de inmediato. Era el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y como tal tomó una serie de medidas. Entre ellas, buscó a través de su gente el diálogo con Zapata y con Villa, caudillos que tenían gran fuerza en el sur y en el norte del país. El nuevoleonés Antonio I. Villarreal fue el encargado del acercamiento con Zapata y ílvaro Obregón con Pancho Villa.
Mientras tanto, Carranza reorganizó su ejército y obtuvo algunos triunfos. Pero más importante que las victorias militares era el establecimiento de los planes políticos que permitieran sentar las bases del Estado emanado de la Revolución. El Plan de Guadalupe siguió adelante. Fue así como el 12 de diciembre de 1915, Carranza expidió las adiciones al Plan de Guadalupe, programa del constitucionalismo, que implicaban un compromiso de reforma política y social para la Patria.
Después de año y medio de combates, el 20 de agosto de 1914, Carranza entró victorioso a la Ciudad de México. Carranza sabía que el movimiento armado había sido necesario, pero no lo era todo. A partir de ese momento, a los logros militares se fueron sumando las acciones de carácter político que sentaban las bases del Estado que emanaría de la Revolución.
Poco después emitió una serie de disposiciones jurídicas como la Ley Agraria, que estableció las condiciones para el reparto y restitución de tierras (6 de enero de 1915); y la restauración del Municipio Libre (26 de enero), y el decreto que estableció la jornada laboral máxima y el salario mínimo (29 de enero).
El 16 de septiembre de 1916 convocó a un nuevo Congreso Constituyente, cuyas sesiones fueron inauguradas el primero de diciembre en Querétaro, y el 5 de febrero de 1917, después de arduas sesiones, fue proclamada la nueva Carta Magna, lo que posibilitó que el 6 de febrero se convocara a elecciones para presidente, senadores y diputados.
La idea de Carranza al convocar a un Congreso Constituyente fue la de reformar la Constitución de 1857 de acuerdo a las necesidades que presentaba el país. Las reformas constitucionales se centraron básicamente, en los aspectos relacionados con las garantías individuales, la educación (artículo tercero), la reforma agraria (artículo 27) y las relaciones obrero-patronales (artículo 123).
Los trabajos de los constituyentes dieron por resultado la Constitución de 1917. En el mismo año de 1917 se llevaron a cabo elecciones, bajo las normas de la nueva Constitución, resultando electo como Presidente, don Venustiano Carranza.
Sin duda, aquel fue un buen momento para el país. En lo cultural, se reabrieron teatros como el Nacional, el Abreu y el Principal. Regresaron a México artistas como Diego Rivera, Saturnino Herrán y el doctor Atl y con ellos surge el renacimiento de la plástica.
Sin embargo, había entre los colaboradores de Carranza gente que aspiraba a sucederlo en la Presidencia. Ahí estaban antiguos partidarios suyos, como ílvaro Obregón, Pablo González y junto a ellos Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, a quienes les disgustó que don Venustiano no pensara en ellos para la Presidencia, ya que su candidato era Ignacio Bonillas.
En la población de Agua Prieta se reunieron los jefes militares y redactaron un manifiesto con el nombre de Plan de Agua Prieta. El país entró de nuevo en crisis. En diversas poblaciones se registraron hechos de armas. Pablo González y Jacinto B. Treviño, el primero nuevoleonés y el segundo coahuilense, se dirigieron hacia la Capital de la República, la cual era defendida por los leales a Carranza. Pero esto no fue suficiente. Entonces, Carranza tuvo que pensar nuevamente en la salida a Veracruz para salvar al gobierno y a sí mismo.
La obra de don Venustiano Carranza continúa vigente. Continuador del movimiento iniciado por don Francisco I. Madero, propuso a sus seguidores lograr la plena vigencia de la Ley para contar con un marco que garantizara más tarde las reivindicaciones sociales. De las grandes lecciones que él nos dio, como es el apego a la Ley, queremos rescatar en esta ocasión dos de ellas: la primera, que la nación pierde cuando los mexicanos nos dividimos y la otra, que aun en tiempos de enormes dificultades, el pueblo mexicano es capaz de superar todos los obstáculos para luchar por su futuro.
Debemos seguir creyendo con toda firmeza en el principio de justicia social para construir la nación mexicana del siglo XXI. Es mucho lo que se ha conseguido con el esfuerzo de distintas generaciones. Es mucho también lo que todavía debemos avanzar.
La lección de Carranza puede servirnos de inspiración en este siglo XXI, preservando los valores de independencia, libertad, justicia social y democracia que nos identifican a todos, y con los que hemos forjado esta gran Patria, que es nuestro México.