El pasado 15 de mayo en Chile fueron electos los 155 miembros de la Convención Constituyente, que habrá de reforma la constitución impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet en 1980. Esa constitución sirvió como el “plan piloto” de las “reformas estructurales” fascistas que después se irían imponiendo en el resto del continente presentando a Chile como el “modelo de crecimiento y estabilidad” para todos con políticas como: La privatización de los fondos de pensiones (Afores); la privatización de la educación y los servicios de salud, el agua etc. ; la reforma laboral que eliminó la mayoría de los derechos de los trabajadores; la entrega de los recursos naturales a empresas extranjeras etc. En octubre del año pasado, un 80% de los Chilenos voto por que se convocara la Convención que acabaría con la constitución Pinocehetista, después de olas de protestas y manifestaciones durante todo el 2019, y en las cuales la gente acusaba al gobierno de “abandonar “ al pueblo y ponerse al servicio de las minorías y el neo liberalismo. De los 155 convencionistas electos, 101 provienen de grupos de izquierda o independientes pero no de los partidos tradicionales y solo 13 de ellos habían ocupado puestos públicos antes. El rechazo a la clase política tradicional, de izquierda y de derecha, fue categórico y llevo a decir al presidente Sebastián Piñera que “la clase política no está en sintonía” con lo que el pueblo demanda y siente.
En Colombia --otro supuesto modelo de crecimiento y estabilidad --, este fin de semana se completaron 25 días de protestas en las que se han dado 8839 manifestaciones, 90% de ellas pacificas; 4399 concentraciones o mítines; 1808 marchas y más de 2100 bloqueos a vías de comunicación; en protesta a la “Ley de Solidaridad” del gobierno de Iván Duque y su controlador el ex presidente Álvaro Uribe; consistente, entre otras cosas; en imponer un 19% de IVA a los servicios básicos como el agua, el gas, la electricidad o el uso de computadoras; y un ISR a todos aquellos que ganen más de 3 salarios mínimos. Todo esto en un país donde las grandes corporaciones del café, la minería o azúcar, pagaron solo un 1.9% de sus ganancias de más de 120 mil mdp el año pasado. Antes de estas protestas, el 22 de noviembre del 2019, se realizo el “Paro Nacional”; la primera movilización popular después de más de 60 años de terror impuesto por los gobiernos y fue desatado por comentarios de Álvaro Uribe en el sentido de que se privatizaron los fondos estatales de pensiones, que se reduciría el salario mínimo de los jóvenes en más de un 10% y que se aplicaría una reforma laboral contra los sindicatos y una reforma educativa privatizadora. Un año antes, en el 2018, se presentaron las protestas estudiantiles exigiendo un aumento en los recursos para las universidades públicas y mejoras materiales. Para el 2 de mayo Duque ya había suspendió la reforma fiscal propuesta y despidió a su ministro de hacienda, pero las protestas y movilizaciones no cesaron y las demandas en las calles se ampliaron contra casi todo el paquete de medidas neo liberal y contra la brutalidad policiaca y el terror del estado.
En el Perú, el país cuyo pueblo ha tenido que soportar a 5 presidentes que hoy están en la cárcel o se suicidaron por cargos de corrupción; y que también empezaba a ser promovido como otro “modelo” de crecimiento en medio de la más brutal miseria hoy agravada por la pandemia Covid-19, el pueblo fue a votar este 12 de abril en elecciones primarias presidenciales y el maestro rural Pedro Castillo --con origen en la izquierda maoísta y líder de una huelga magisterial de 75 días en 2017 exigiendo mejores salarios para los maestros y mayor presupuesto a la educación--, y quien propone, entre otras cosas; “Una economía popular con mercado” en contra del neo liberalismo y un estado “conductor, planificador, interventor” y no mero espectador en la economía. Castillo propone también, nacionalizar las minas, el gas y el petróleo que tiene l país y que “nunca más Perú sea un país rico con pueblo pobre”. Castillo gano a Keiko Fujimori en la elección primaria con 19% a 13% de la votación. Fujimori, está sometida a un proceso judicial por corrupción y es partidaria del neo liberalismo, de atraer “inversión con responsabilidad” social y mano dura contra la delincuencia.
En América del Sur, desde octubre del 2018 cuando el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil parecía indicar un resurgimiento de la extrema derecha el continente, ha ocurrido lo contrario. Primero el triunfo, en octubre de 2019, de Alberto Fernández en Argentina frente a Mauricio Macrí el neoliberal más abierto, con un 48% a 40% de votación; o en el caso de Bolivia en donde, después del golpe de estado que llevó a Janine Áñez al poder en 2019, un año después, Luis Arce de MAS de Evo Morales, gano con 52% de los votos la elección presidencial derrotando, sobre todo, a Luis Fernando Camacho, “el macho Camacho”, uno de los líderes golpistas también neo liberal y parte de la oligarquía de ese país. En Ecuador, donde ganaría las elecciones Guillermo Lasso, una especia de Mauricio Macrí ecuatoriano, con 52.4% de los votos frente a Andrés Arauz del partido del ex presidente Rafael Correa, con 47.&% de los votos, se debió a una traición de un sector del movimiento indigenista que en la segunda vuelta, después de que Arauz había ganado en la primera con una ventaja de 20% a Lasso.
En México la situación es a la inversa: La oposición es neo liberal y el gobierno es popular y nacionalista. Las posibilidades electorales de la oposición se ven limitadas y el gobierno solo corre el riesgo de que su avance en revertir las políticas neo liberales no vaya con la necesaria velocidad y que, por lo tanto, algunos sectores de la sociedad mexicana se sientan inconformes o defraudados. Sin embargo, el resto de la sociedad, a donde sus políticas han rendido frutos, se manifestara en las urnas dando un posible triunfo al partido en el poder, Morena, el partido del presidente AMLO.
https://www.bbc.com/mundo/
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