Está circulando en la red un ensayo titulado "Desigualdad Extrema en México" del Dr. (en economía) Gerardo Esquivel, del Colegio de México, el cual puede resumirse como sigue:
Muestra que el índice de desigualdad Gini (1= máxima; 0= nada) que en 1984 era de 0.45 empeoró a 0.52 en 1996, luego se recuperó algo a 0.47 en 2010, pero subió a 0.47 en 2014. Este índice en sí no está malo, pues es parecido al de Estados Unidos, aunque en nivel económico mucho más bajo, sino que el problema es que no mejora. Luego nos muestra una gráfica que clasifica a la población mexicana en un 45% de muy pobres o pobres, un 35% de clase media con carencias y un 20% sin carencias. Otra vez, esto no está tan mal comparado con el resto del Tercer Mundo, sino que el problema reside en que no ha mejorado en los últimos 30 años: La causa de este estancamiento es, desde luego, el bajo crecimiento de la economía mexicana en esas tres décadas, pues apenas ha ido igualando al crecimiento demográfico, por lo que los índices cualitativos han permanecido estáticos.
Hasta aquí sólo hay que reclamarle al Dr. Esquivel que no nos dice la causa del no crecimiento económico, sino que sólo hace más dramática la situación al hacer un estudio detallado del crecimiento de las fortunas de 4 billonarios mexicanos, Slim y otros 3. Pero ¿Qué propone este economista para resolver estos problemas? Pues nada menos que convertirnos en un Estado Social que garantice a toda la población una buena educación, una atención médica aceptable y una alimentación suficiente y nutritiva. ¡Qué magníficas metas deseadas por todos! Pero, y aquí está el pero más básico: ¿Cuál Estado Social de los Mundos Segundo o Tercero ha logrado, en la práctica, no sólo en la teoría, hacer realidad estas metas? ¿La antigua URSS o la nueva Rusia, China, Cuba, Venezuela o Bolivia? Ninguna, a pesar de sus enormes burocracias.
Ahora, si se refiere a los "Estados Providencias" del Primer Mundo, como los Países Escandinavos, entonces el problema sería cómo subir nuestro nivel de vida de 10,000 a 50,000 dólares per cápita por año, pues aún con niveles entre 20,000 y 30,000 dólares tienen problemas para ello países como Grecia y España. Así que, Dr. Esquivel ¿Cómo dar ese salto tan enorme? Pues el señor propone: Una política fiscal progresiva, impuestos prediales altos, pago de tenencia de automóviles e impuestos a la herencia y al patrimonio, además de subir el salario mínimo y fortalecer el poder de gestión de los sindicatos. Magníficas propuestas, si es que pueden irse logrando por honestos y eficientes gobiernos, sin provocar huída de capitales e hundimiento de la economía.
Eso parece también tener en mente el Dr. Esquivel, pues propone "exigir al gobierno transparencia y rendición de cuentas" (Ya se las exigía Dracón a los aristócratas atenienses en 660 a.C.), pero si le agrega las enormes burocracias que se requerirían para que el "Estado Social" tratara de proveer y mantener a toda la población, sin que ella misma se generara la riqueza necesaria para llegar a ese nivel de vida, entonces estaría proponiendo una utopía: Una burocracia enorme no puede transferir riqueza de unos a otros, en primer lugar porque la mayor parte de ella se quedaría entre sus uñas. En vez de eso, se requiere sólo una pequeña y profesional burocracia, que se desempeñe eficiente y honestamente en darle al pueblo los servicios públicos necesarios y en preservar el estado de derecho que permita una leal y fructífera competencia.
Así que la utopía del Dr. Esquivel nos lleva, por oposición, al convencimiento de que el camino por recorrer empieza por sanear al gobierno, legislar impuestos progresivos bajos a la renta y altos al consumo, implantar el estado de derecho y dejar que el trabajo competitivo general vaya creando la riqueza necesaria para, entonces sí, acceder a las buenas educación, medicina y alimentación a las que todos tienen derecho.
Atte.- JVG.- 05-01-16