22/Nov/2024
Editoriales

Monterrey, cimiento de las comunicaciones mexicanas. Segunda parte

 

La gran transición de la humanidad fue en el siglo XIX, al pasar de la época moderna a la industrial. La fuerza motora pasó de las herramientas -una extensión del cuerpo humano- a las máquinas, que sustituyen a las fuerzas humana o animal.

 

Mientras Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Bélgica y otras potencias desarrollaban las nuevas máquinas y tecnologías para beneficio propio -o de una parte de su población-, a los países recién colonizados en África y Asia, o ‘semicolonizados’ como Perú y Venezuela, sí llegaba la tecnología,  pero sólo para apoyar las empresas europeas que extraían materias primas.

 

La inestabilidad política perjudica a México

Las potencias internacionales calificaban a México de poco atractivo debido a que su inestabilidad política hacía peligrar las inversiones, es decir, era inseguro para los inversionistas y naciones extranjeras. Si localmente no había confianza en el gobierno, desde fuera el país se veía peor, pues entre centralistas y federalistas había de todo, menos confianza. 

 

La inversión extranjera no apuesta a los países inestables y México lo era. A Guadalupe Victoria (1824-1828) le agradaba la inversión extranjera, pero en 1829 llegó Vicente Guerrero, enemigo de los extranjeros. De 1830 a 1832 el presidente Anastasio Bustamante no permitía la inversión extranjera, aunque en 1834 siguió Gómez Farías, partidario de la inversión extranjera. En 1835 llegó Santa Anna que sí la permitía pero de 1837 a 1839, volvió Bustamante. Además las leyes de expulsión de españoles hicieron mucho ruido entre los inversionistas. 

 

Las dos invasiones extranjeras venían para conquistar

Adicionalmente a la falta de inversión extranjera, había ausencia de adelantos tecnológicos, provocando que las dos invasiones (de 1846 y la de 1862) no fueran colonizadoras sino de conquista. Estados Unidos ganó la suya y se llevó la mitad del territorio; mientras Francia la perdió, pero a todas luces quería conquistarnos.

 

Hasta que la Constitución de 1857 estableció garantías de propiedad y de trabajo para “todo hombre” y fue entonces cuando empezó a llegar inversión extranjera. Esto se dio en los gobiernos de Benito Juárez -tras la invasión francesa hasta 1872-, Lerdo de Tejada  (1872-1876), Manuel González (1880-1884) y Porfirio Díaz (1876-1880 y 1884-1910) sólo que se exageró en la buena voluntad con los extranjeros que vieron a México como una maquiladora de las industrias europeas.

 

Siempre llegábamos tarde a la tecnología

Una de las razones de estas injusticias es que, como ha sucedido muchas veces, la alta tecnología nos llega tarde. El telégrafo que ya era común en Europa, Estados Unidos y hasta en las colonias africanas y asiáticas desde 1845 - 1850, llegó a México hasta 1870.

 

Este atraso tecnológico desde luego que postró a Monterrey -como a todo el país- a seguir dependiendo de la fuerza motriz animal, incluso los barcos de vapor que llegaban a México eran de extranjeros hasta 1876.

 

EL CORREO

 

En el texto anterior estudiamos el desarrollo del servicio de correos hasta antes de la consumación de la Independencia nacional, y ahora lo haremos a partir del establecimiento del Primer Imperio Mexicano de Agustín I. Continuaba vigente la normativa postal colonial, por lo que en Monterrey las Casas Reales seguían siendo oficina y posta de correos.

 

Las comunicaciones inciden en el desarrollo. En ese tiempo la mayoría de los soldados de la armada española que cuidaban los caminos regresaron a España y el Emperador, para agradar a militares y e insurgentes, dio ascensos a diestra y siniestra hasta que había tantos oficiales como tropa, y más militares de oficina que de patrullaje, por lo que tuvo que hacerse dolorosas correcciones. El resultado inmediato fue que los caminos se volvieron inseguros y los robos al correo se dispararon.

 

Salen las oficinas de correos del Palacio Municipal a la jefatura militar

En 1824 nació la Federación y el correo quedó a cargo del Ministerio de Hacienda. Por eso en Monterrey las oficinas de correos pasaron del Palacio Municipal (antes Casas Reales) a la antigua casa del comandante de las Provincias Internas de Oriente que se ubicaba en la Calle del Comercio, hoy Morelos, y lo que hoy es Galeana; donde estaban todas las oficinas federales, una especie de Palacio Federal de aquellos tiempos. 

 

El correo servía de espionaje político

Pero como todo era inestable porque todos los días aparecían nuevas revueltas y golpes de estado, se desvirtuó el servicio de correos. Cada grupo que llegaba al poder cambiaba al Jefe del Correo para que coadyuvara al espionaje de los grupos contrarios.

 

En un buen intento, el gobierno federal de Bustamante -en 1830- reorganizó el correo aumentando las rutas, y cubriendo territorios inéditos. Por ejemplo, de Monterrey partía una ruta con destino a San Antonio y luego a Nuevo México (donde se estableció una Posta Mayor) y de ahí a lugares tan remotos e inaccesibles como Tucson, entonces perteneciente a Sonora. 

 

Toda la correspondencia del Noreste se concentraba en Monterrey

Pero en 1842, el general Santa Ana reorganizó de nuevo el servicio de correos con un nuevo sistema de tarifas, basado en una combinación de pesos y distancias, empatándolo con los sistemas de correos europeos. El correo, dependiente aún de la Secretaría de Hacienda, concentraba la correspondencia en Monterrey y de ahí a Matamoros y por cabotaje a Veracruz y luego a Europa.

Suspende ejército invasor norteamericano el correo y deja a Monterrey aislado

 

Sin embargo, en 1846 sobrevino la invasión norteamericana, y el sistema de correos fue desarticulado por el invasor, quedando la Ciudad de Monterrey totalmente aislada.

 

Fue hasta el  31 de octubre de 1849 -ya desocupada la Ciudad de los norteamericanos- cuando se emitió un nuevo Reglamento federal que creaba un sistema de Visitadores a las oficinas estatales para certificar el servicio de correo. Sin embargo, el proceso de pesado y pago del servicio se hacía en las oficinas locales, lo que generaba -como siempre- corrupción  y arbitrariedades a granel.

 

Llega el uso del timbre postal

El avance más importante fue en 1856, durante el gobierno de Ignacio Comonfort,  que México adoptó la práctica internacional del uso de timbres postales. El primer timbre entró en circulación el 1 de agosto de 1856, y tenía la efigie de Miguel Hidalgo. Los primeros timbres llegaron a Monterrey el 29 de agosto de 1856 junto con los matasellos, un sello que se estampaba sobre los timbres para inutilizarlos y que no volvieran a ser usados.

 

Se autoriza el uso de las diligencias como transporte del correo

Así funcionó el correo, el mejor sistema de comunicación hasta que en 1863 se rompió el monopolio gubernamental mediante el decreto de 30 de julio de 1863 para que los particulares pudieran manejar la correspondencia en aquellos correos donde no hubiera una línea de correos fija o puntual. Particularmente en el estado de Nuevo León esto permitió que las diligencias dedicadas al transporte de personas entre poblaciones llevaran más ágilmente correspondencia al norte y el sur del estado.

 

LOS CONVOYES

 

Pese al desorden administrativo y político del Siglo XIX, de Monterrey había al menos  “caminos de herradura” -Camino estrecho por el que solo podían transitar caballerías- hacia Matamoros, Laredo, Tampico, Piedras Negras y por Saltillo para conectarse con el resto del país, pero se encontraban en muy mal estado, sin mantenimiento. 

 

El mantenimiento de caminos era realizado por los municipios

Porque los municipios conservaban y reparaban los caminos, lo que hacía que un mismo camino variara de calidad según el municipio por el que pasara. El ejemplo más claro era el camino a Saltillo donde las partes del camino correspondientes a Monterrey y Saltillo estaban en regular estado, pero las correspondientes a Pesquería Grande (García) y San Nicolás dela Capellanía (Ramos Arizpe, Coahuila) eran apenas “caminos de herradura” donde los convoyes con trabajos podían circular.

 

Y este sistema de convoyes, durante la invasión norteamericana, era el único medio de transporte que operaba, bajo estricta supervisión del gobierno norteamericano.

 

Una vez liberado el acoso norteamericano, tampoco hubo una gran mejoría. Esto se confirma con la denuncia en 1873 del gobernador José Eleuterio González que decía: La diligencia de Matamoros que en tiempos secos hace hasta aquí dos días de camino, suele hacer hasta diez si llueve mucho. El camino de esta ciudad a Saltillo es pésimo: el Gobierno federal, a pedimento de los gobiernos de Coahuila y Nuevo León, prometió dar algo para que se compusiera, pero esta promesa no se ha cumplido”.

 

Las comunicaciones se limitaban en la práctica, a los convoyes, cuyas rutas estaban prefijadas a Matamoros, Piedras Negras, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Chihuahua y Nuevo México, cuando era parte del país.

 

LAS DILIGENCIAS

 

Desalojada la Ciudad de las tropas invasoras en 1848, Monterrey inició un proceso de recuperación en las materias económica y comercial. Esto hizo que la sociedad se tornara más exigente y requiriera servicios más modernos y lujosos. Uno de estos fueron las diligencias, carretas techadas tiradas por caballos con ciertas comodidades, que se desplazaban a una mayor velocidad.

 

Las diligencias permitían viajar a todo el mundo

Tal vez la primera  línea de diligencias registrada era operada en 1860 por un sujeto de apellido Schwerin que con rumbo a Matamoros, llevaba pasajeros con un itinerario estricto que garantizaba llegar al puerto de Matamoros al momento de que se pudiera abordar un barco de vapor que iba a Nueva Orleans y de ahí otro que iba a Europa.

 

El pasaje costaba veinticinco pesos por persona incluyendo una arroba de equipaje      -11.5 kilogramos-. Las diligencias partían de la Plaza del Mesón – en la bifurcación de las actuales calles de Hidalgo y Morelos-.

 

Las diligencias transportaban correo y pasajeros a Estados Unidos

En 1867 se estableció la primera línea de diligencias entre San Antonio a Monterrey, y la ruta era por Piedras Negras, Lampazos y Monterrey, tardando en el trayecto seis días.

 

En Monterrey, la diligencia salía del Hotel Americano -por la calle Zaragoza-, y el viaje costaba 75 dólares hasta San Antonio. Un dato interesante es que el tipo de cambio en esos tiempos de un dólar por 95 centavos mexicanos. 

 

Junto con las diligencias iban los convoyes cargados de  mercancías que se importaban y exportaban, por lo que se requería llevar una escolta de hombres armados.

 

Además de Monterrey había servicios de comunicaciones por la vía de diligencias que llevaban a Saltillo, Linares, Matamoros, Villa de García, Cadereyta y a San Luis Potosí de donde salían otras rutas para todas partes del país.

 

EL TELÉGRAFO 

 

Desde 1836 había una gran revolución mundial en las comunicaciones con el telégrafo de Samuel Morse, aunque hubo varios prototipos anteriores. Este moderno sistema de comunicación funcionaba mediante la emisión de pulsos eléctricos por un cable metálico que, siguiendo un sencillo patrón de pulsos, podía trasmitirse mensajes.

 

Se inaugura el telégrafo de Monterrey a la Ciudad de México

Y retrasados, como ya hemos explicado, el 15 de agosto de 1870 se inauguró la comunicación telegráfica entre Monterrey y la Ciudad de México, cuya línea iba por Saltillo y San Luis Potosí.

 

La siguiente etapa fue construir en 1872 una línea telegráfica hacia Matamoros, pasando por Cadereyta, Camargo, Tamaulipas, y finalmente a Matamoros. Esta revolución tecnológica se llevó a cabo durante el gobierno de Benito Juárez.

 

Se amplía la red de telégrafos

Y de inmediato prendió la exigencia popular de comunicarse por telégrafo, así que en 1879 se tendió una línea de Monterrey a Ciudad Victoria, Tula, Tamaulipas, y finalmente a San Luis Potosí. Llegaba a donde mismo, pero por esta ruta se conectaban las municipalidades de Villa de Santiago, Allende, Montemorelos, Hualahuises, y Linares.

 

En ese mismo año de 1879 se construyó otra línea de telégrafos, ahora a Nuevo Laredo, conectando en su paso a Apodaca, Marín, Zuazua, Ciénega de Flores, Salinas, Villaldama y Lampazos. Esto se inauguró el 16 de mayo de 1881, iniciándose la comunicación telegráfica con Estados Unidos.

 

Al año siguiente, en 1882 se tendió otra línea, ahora entre Linares y Matehuala conectando a Aramberri y a Doctor Arroyo, importantes entidades del sur del estado. 

Las comunicaciones continuaban avanzando y el siguiente paso serían las increíblemente poderosas máquinas de vapor que tiraban del ferrocarril que unirían comercialmente a México con el mundo.

Continuará…

 

FUENTES

 

José Eleuterio González, Algunos apuntes y datos estadísticos, Monterrey, 1873. Versión electrónica UANL.

David Alberto Cossío, Historia de Nuevo León. Monterrey, 1925 a 1933. Congreso de Nuevo León.

Santiago Roel; Nuevo León: Apuntes históricos, 6a. ed., Monterrey, 1955. 

 Saldaña, José Pedro; Estampas Antiguas de Monterrey, Monterrey, 1942.