--- Déjenlo morir para “ganar la confianza de los mercados”
--- Necesario preservar la industria y acuerdos de “petróleo por tecnología” con otras naciones
Que el gobierno del Presidente López Obrador “revalúe sus prioridades” y abandone el proyecto de reconstruir la industria petrolera, es la consigna de los de la facción del ITAM en el Banco de México encabezada por su gobernador Alejandro Díaz de León y de las agencias calificadoras como Moody´s, Fitch y Standard and Poor´s, que aprovechan la emergencia del coronavirus y la depresión económica mundial que ha precipitado para asaltar al gobierno usando el mismo lenguaje de siempre y las mismas amenazas usadas durante el periodo neo liberal de 36 años.
El Banco de México, por ejemplo, publicó hace unos días una minuta de una reunión reciente de los directivos donde se señala que “factores idiosincráticos” eran la causa de la falta de inversión y de crecimiento económico en el país, ya que estos “factores idiosincráticos” habían “afectado la confianza de los mercados en México como destino de inversión”. Y por lo tanto el bajo crecimiento del PIB. Esa misma cantaleta con las referencias de siempre a la necesidad de “dar certidumbre” a la inversión privada y de mantener unos “fundamentos económicos sólidos” sacrificando todo para mantener un déficit casi de cero y darle “sustentabilidad a las finanzas públicas”, etc., las repitió el gobernador del organismo, a mediados del 2019 diciendo que la cancelación del Aeropuerto de la Ciudad de México y el inicio de las obras de Dos Bocas y la rehabilitación del sistema de refinerías causarían esa “incertidumbre” de los mercados hacia nuestro país. Las firmas calificadoras como Fitch, Moody´s y Standard and Poor´s, repiten constantemente esas mismas consignas mientras van bajando la calificación de la deuda del país, la deuda soberana, por debajo del grado de inversión dos de ellas y ligeramente encima de éste la tercera y declarando “chatarra” a la deuda de Pemex. En todo momento, tanto el Banxico como esas firmas calificadoras propiedad de los banqueros y fondos de inversión, vaticinan caídas mayores del crecimiento del PIB en México reduciendo este casi cada tres meses. Últimamente lo han dejado en -7% para el 2020, pero en la minuta de Banxico se habla “hasta de un menos 34%” una caída “peor que en la gran depresión”.
Según esas premoniciones, esta caída podría amortiguarse sólo si el gobierno cambia “el modelo de negocios de Pemex” y permite la participación de la inversión privada en los diferentes programas de inversión pública asegurando una “alta rentabilidad”. Como si no se supiera en México que los 110 contratos que el gobierno anterior le otorgó al sector privado nacional y a las trasnacionales bajo el amparo de la reforma energética de Enrique Peña Nieto había sido un fraude y de los 3 millones de barriles prometidos de producción diaria para estas fechas, sólo generaron 3 mil barriles diarios y el gobierno actual lucha por elevar la producción diaria total por encima de un millón 700 mil barriles diarios para ir revirtiendo la destrucción y evitar que se desplome. Pese a todo eso Banxico y las calificadoras no tienen empacho en exigir un regreso a lo mismo.
Con su mentalidad colonialista, quieren aprovechar la depresión mundial precipitada por la pandemia del coronavirus , misma que ha causado una caída brusca del precio del petróleo y las ventas de Pemex por la caída del consumo interno y sus exportaciones así como pérdidas de más de 500 mil millones de pesos en un trimestre; para forzar al gobierno a dejar morir a Pemex y convertir a México en un importador no sólo de gasolinas, de las que ya importa un 70% de su consumo, sino también en importador de petróleo crudo y de sus derivados. Dado que es previsible un aumento importante y hasta súbito de los precios del petróleo en el mundo y de su consumo, una vez que se reactiven las economías hoy paradas por la pandemia, sería un error estratégico grave si el gobierno del presidente AMLO accediera a las exigencias y el chantaje del Banxico y las calificadoras. Es mejor para México el buscar en el ámbito internacional formas de cooperación de “petróleo por desarrollo” o “petróleo por tecnología”, con naciones como China, Rusia, la India etc. para que, en efecto, el petróleo le sirva al país como “la palanca de la industrialización”, intercambiándolo no por dólares para el pago de la deuda, sino por los bienes industriales y de infraestructura que el país requiere para lograr la meta por tantos años pospuesta de lograr su industrialización.