El sabio israelí Yuval Harari, autor de dos libros que han sido grandes éxitos, “Sapiens” y “Homo Deus”, tiene una visión profunda y certera de la historia, por lo que nos hace ver una noción importantísima, pero en la que rara vez nos ponemos a examinar: Dicha noción es el hecho de para poder el hombre asociarse en multitudes, desde decenas y centenas de miles de hombres, hasta decenas o centenas de millones, tienen todos que acatar un “Pacto de Confianza” común a todos, el más conocido de todos es el un estado-nación determinado, pero también se aplica a sociedades mercantiles y a asociaciones religiosas.
Examinando esta problemática en el caso de México, podemos ver claramente que a lo largo de nuestra historia nos hemos ido rigiendo por distintos “Pactos”: Durante la Colonia, en el lapso entre el fin de la Catástrofe demográfica, digamos en 1630, cuando ya nos habíamos convertido en una nación mestiza, hasta el estallido del Movimiento de Independencia en 1810, el Pacto fue el de acatar los mandatos de la Corona Española y de la Iglesia Católica.
Siguió un período de efervescencia de unos 50 años, hasta que fue preponderando un Segundo Pacto, con una mala copia del Sistema Liberal europeo y norteamericano, que al no ser aplicable en su estado avanzado a nuestras circunstancias, terminó en el paternalismo ordenado y constructivo del Porfiriato. El mismo éxito de ese Nuevo Orden creó una primera clase media, muchos de cuyos integrantes lideraron el Movimiento Revolucionario de 1910, el cual a partir de los años 1920’s hasta 1970, forjó un Tercer Pacto, basado en un Sistema Clientelar entre un gobierno que a Octavio Paz le parecía ser “Un Ogro Filantrópico” y las” grandes mayorías” de la población, agrupadas en “Centrales” Campesinas, Obreras y “Populares”.
Otra vez el éxito del Sistema Clientelar agrandó mucho la clase media, la cual expresó sui inconformidad en 1968, a lo cual siguió un período de efervescencia, el cual logró su primer objetivo democratizante en 1987, con los ascensos del Pan y del PRD, en lo que pareció ser un nuevo Pacto de Confianza, el cual el año 2,000 consiguió la ansiada alternancia del Poder Ejecutivo Federal.
Sin embargo, las fallas de las dos Administraciones PANistas en desmantelar el Sistema Clientelar del PRI, permitió el regreso al poder de éste en 2012, y con ello el colmo de la corrupción impune, cuyo efecto más maléfico ha sido la ruptura del Cuarto Pacto de Confianza entre los mexicanos, por lo que en este período electoral tan importante en nuestra historia, estamos como nave al garete, en un mar agitado, entre otras cosas, por la reacción “trumpeana” aislacionista y racista de los EUA.
¿Qué hacer en estas duras circunstancias? Pues, en primer lugar, tratar de recomponer sobre nuevas bases el Cuarto Pacto de Confianza, basado en la democratización, en el entendido de dicha compostura requiere tomar medidas de gran fondo, las cuales, además de desmantelar el Sistema Clientelar, pongan a la democracia sobre bases firmes, tales como la valoración del voto con criterios de pago de impuestos y de nivel escolar, tal como se formaron y crecieron en los países que ahora componen en Primer Mundo.
La única forma que veo de darle mayores probabilidades de éxito a este necesario cambio de fondo, basado en un Nuevo Pacto de Confianza, es que lo adopte el único Frente con probabilidades de ganar, el integrado por el PAN, el PRD y el MC. Creo que ese es el único camino práctico a seguir.
Atte.- JVG.- 17-01-18