En el Nuevo León de la primera mitad del siglo XIX se vivió una réplica de los fenómenos políticos nacionales, pues mientras en la capital del país se enfrentaban los federalistas contra los centralistas, representados los primeros por Gómez Farías y los segundos por López de Santa Anna, en Nuevo León eran encarnados por Manuel María de Llano y Juan Nepomunceno de la Garza y Evia, respectivamente.
En textos anteriores vimos que localmente las diferencias entrambas corrientes ideológicas se discernían, a diferencia de las soluciones nacionales, con sólo un cambio en el titular del Ejecutivo, más que en los otros dos poderes. Desde luego que ello repercutía en los aspectos fiscales, religiosos y de programas gubernamentales, pero no había necesidad de hechos de armas para instalar al representante de la corriente política en turno.
Tras la ocupación norteamericana en Nuevo León, de 1846 a 1848, se restableció localmente la federación en 1849, estrenando su segunda Constitución. Agapito García Dávila había sido electo gobernador del Estado de Nuevo León según el endeble orden constitucional de la Carta federal de 1824, reformada en 1847 y la local de 1849. Pero el 20 de octubre de 1852, se proclamó en Guadalajara el Plan del Hospicio, que precedía a una dictadura unipersonal para reorganizar al país. De inmediato surgieron apoyos a favor de Santa Anna que se encontraba en el exilio, y por supuesto, protestas contra el presidente Mariano Arista. Estos movimientos se hicieron invocando la Constitución Federal de 1824, y suscribieron el mencionado plan los principales vecinos de Guadalajara.
Juan B. Ceballos disuelve el Congreso y Santa Anna es declarado Presidente.
Ante el crecimiento de la corriente centralista a favor de Santa Anna, Arista abdicó el 6 de enero de 1853, recayendo la presidencia de la República en Juan B. Ceballos, presidente de la Suprema Corte de la Nación. JBC se estrenó con una jugada mayor, pidiendo al Congreso -para echarse a la bolsa a los seguidores de Santa Anna- que reformara la Constitución. Pero este órgano colegiado no aceptó hacerlo, y en respuesta Ceballos lo disolvió el 20 de enero de 1853. Como primer resultado de esta medida, Santa Anna fue declarado presidente el 27 de marzo de 1853, arribando a México por Veracruz el 1 de abril de 1853 y para el 20 de abril de 1853 ya estaba tomando posesión.
Aposteriori se supo que el centralista Plan del Hospicio fue maquinado por Lucas Alamán, quien aseguraba que después de haber estudiado nuestra trágica historia de 1821 a 1850, concluyó que los mexicanos debíamos ser gobernados por un autócrata, moderado por una constitución al estilo del reyno español; y que mientras se instalaba en definitiva este sistema se requería de un dictador y que no había otro mejor que Santa Anna.
Renuncia el gobernador Agapito García antes que sumarse al Plan del Hospicio.
Al iniciar los efectos del plan del Hospicio, comenzando 1853, la guarnición militar de Monterrey, dirigida por el coronel de artillería Onofre Díaz, aprovechó esa inercia para desconocer a los gobiernos civiles, autonombrándose comandante general de Coahuila y Nuevo León. Y para legitimar sus acciones, Díaz elaboró un acta exigiéndole al gobernador Agapito García Dávila que se sumara al Plan del Hospicio, quien prefirió renunciar en enero de 1853, durante su estancia de la ciudad de México.
En fecha 20 de enero de 1853 el cabildo de Monterrey emitió la siguiente acta:
“En la Ciudad de Monterrey á las siete de la noche del día 20 de Enero de 1853. Reunidos en sus casas consistoriales el Ayuntamiento de esta capital se dió lectura á la inbitación y pronunciamiento hecha la noche de ayer para las tropas que guarnecen esta capital en la Ciudadela bajo la presidencia del Señor Coronel de Artillería Don Onofre Díaz por el cual se secunda el que se hiso en la ciudad de Guadalajara el día 20 de Octubre del año anterior y el de los Fresnos por el Señor coronel Don Valentín Cruz en ocho de Diciembre del mismo año: los cuales vistos y meditados con bastante detenimiento por lo que debi dar ello mismo, este Ayuntamiento convencido de que esta es la voz de la Nacion, adopta el referido pronunciamiento en los terrenos contenidos en la siguiente proporción. Unica. El Ayuntamiento de esta Ciudad se adhiere al Plan proclamado en la ciudadela por el Señor Teniente coronel de Artilleria Don Onofre Diaz con la sola adiccion al artículo 5o. de dicho Plan que el cargo del primer mandatario del Estado en el caso de negativa del Ciudadano Señor Presidente de Tribunal Supremo de Justicia del mismo recaiga en la primera autoridad local de esta capital (ilegible) se hace el nombramiento conforme á nuestras leyes constitucionales. Con lo que se concluyó esta acta que firmaron los miembros que componen la espresada corporación. Firmas”
En la antesala de la dictadura santanista, Juan Nepomuceno de la Garza y Evia es nombrado gobernador.
Juan Nepomuceno de la Garza y Evia era el presidente del Tribunal Supremo de Justicia del estado, y por tanto le correspondió ser el gobernador del Estado. El congreso local estaba en receso, así que correspondió a la comisión permanente darle trámite, sobre el que no vierte opinión y solo se concreta a llamar a Garza y Evia a ocupar el poder Ejecutivo:
“la diputación permanente aunque de oficial no tiene conocimiento de los trastornos afectados últimamente en esta capital, está al tanto de ellos en lo particular y sabe que habiendo resuelto el excelentísimo gobernador propietario Don Agapito García retirarse del poder, las fuerzas pronunciadas y ayuntamiento de esta ciudad invitan a vuestra excelencia a que se encargue del ejecutivo del estado.-
La diputación se abstiene de calificar el movimiento efectuado, pues entiende que en circunstancias como la presente lo único que debe hacerse es evitar en lo posible al pueblo los males, conservando también en cuanto sea dable la constitución, conforme a ella vuestra excelencia debe ocupar el poder sacrificando su tranquilidad personal al bien público, los males que de un repudio por su parte seguirían son incalculables, y Nuevo León quedaría acéfalo por que los pueblos quizá no querrían reconocer otro gobierno establecido únicamente por la capital. Por lo mismo, la diputación ha acordado se excite a vuestra excelencia como tengo la honra de ejecutarlo para que acepte el puesto que afortunadamente se le trata de conferir; pues en ello se hará un positivo servicio al estado”.
Pese a lo ilegal del movimiento del Hospicio, en Nuevo León se siguieron las formas legales, ante la renuncia del gobernador y como la constitución de Nuevo León ya no contemplaba la figura del vicegobernador, el presidente del tribunal era el sustituto legal. Sin embargo esta era la antesala de la dictadura de Santa Anna.
Como sus anteriores estancias en el poder Ejecutivo, este nuevo gobierno de De la Garza y Evia transcurrió con carencias económicas y escasa paz pública.
Antonio López de Santa Anna se convierte en dictador
El 22 de abril de 1853, Santa Anna publicó las BASES PARA LA ADMINISTRACIÓN DE LA REPÚBLICA, HASTA LA PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN en las que se establecía una dictadura centralista, en lo que afectaba a los estados decía:
“Sección tercera. Gobierno interior.
Artículo 1. Para poder ejercer la amplia facultad que la nación me ha concedido para la reorganización de todos los ramos de la administración pública, entrarán en receso las legislaturas u otras autoridades que desempeñen funciones legislativas en los Estados y territorios.
Artículo 2. Se formará y publicará un reglamento para la manera en que los gobernadores deberán ejercer sus funciones, hasta la publicación de la constitución”.
El 27 de mayo de 1853 se retiró del gobierno dictatorial Lucas Alamán, enfermo de neumonía (fallecería el 2 de junio de 1853) y con ello Santa Anna quedó sin freno alguno y comenzaría su último, más despótico y ridículo gobierno.
De la Garza y Evia intenta hacer buen gobierno pero la dictadura se lo impide.
Pese a todo, en Nuevo León se trató de reglamentar la instrucción pública en 1853, con una Junta Directiva de Educación que intentó multiplicar las escuelas lancasterianas, aquellas donde los alumnos más avanzados enseñaban a los nuevos bajo la supervisión de pocos maestros, único método posible aplicación ante la escasez hacendaria. Además se estableció una academia de dibujo y una cátedra de filosofía. Igual se estableció el Consejo Superior de Salubridad básicamente para otorgar títulos de medicina, cirugía y farmacéutica, y apoyar a los municipios en cuestiones de salud.
Pero llegaron las órdenes de Santa Anna de cobrar –alevosa y ridículamente- impuestos a la tenencia de ventanas, puertas y perros. Lo cual desde luego que nada ayudó a la popularidad de Garza y Evia, quien era sólo ventanilla de cobro, digamos. Estas cosas hicieron que para mediados de 1853, a nivel nacional, se percibiera que Santa Anna se hundía en su crapulencia, desencantando a centralistas como Tomás Mejía e Ignacio Aguilar.
De la Garza y Evia se distancia de Santa Anna, y lo sustituye Ampudia. Localmente, en una de sus escasas actitudes anti santanistas, Garza y Evia mostraba cierta inconformidad con el rumbo que tomaba la dictadura. Pero como los chismes vuelan, pronto se enteró Santa Anna, quien lo último que deseaba eran críticos, sustituyéndolo el 23 de junio de 1853 por un santanista de hueso colorado: Pedro de Ampudia. Así que Juan Nepomuceno de la Garza y Evia volvió una vez más, al Tribunal Superior del Estado.
Vidaurri gobernador de Nuevo León, anexa a Coahuila.
Años después, luego del triunfo de la revolución de Ayutla, dirigida por el secretario de gobierno Santiago Vidaurri, éste escaló a la gubernatura y anexó Coahuila a Nuevo León; iniciándose las diferencias con el presidente Juan Álvarez, por razones fiscales al negarse a enterar impuestos a la federación alegando necesidades para combatir a los indios.
Renuncia Vidaurri para ser candidato y De la Garza y Evia es gobernador de nuevo.
Vidaurri negoció en noviembre de 1856 con el presidente Comonfort. Renunciaría con la condición de que se realizara un plebiscito, donde quedaría de manifiesto la aceptación o el rechazo a su política. Esto se aceptó y ante la asuencia del gobernador del Estado, el presidente del Tribunal, Juan N. de la Garza y Evia regresó por cuarta y última vez al poder Ejecutivo de Nuevo León. Convocó a elecciones para gobernador en la entidad de Nuevo León y Coahuila.
Durante nueve meses, De la Garza y Evia hizo de tripas corazón.
En el ínterin, De la Garza y Evia trató de reorganizar la menguada hacienda pública, regularizando los impuestos estatales y municipales y comenzó la reconstrucción de algunos caminos olvidados por la guerra. El 17 de agosto de 1857 entregó el gobierno de Nuevo León y Coahuila a Vidaurri.
Juan Nepomuceno de la Garza y Evia regresó al Tribunal Superior de justicia hasta 1866. En todo ese largo tiempo sirvió tanto al gobierno republicano como al invasor francés. Fue conservador y centralista, un hombre que se adecuó a los grandes movimientos políticos en Nuevo León. Tal vez santanista arrepentido, porque abrazó el plan de Ayutla, y gobernó como pudo en tiempos extremadamente difíciles. Hombre de estado y jurisconsulto brillante siempre dispuesto a ocupar el cargo del Ejecutivo cuando la necesidad, la revuelta, la ley o cualquier facción ideológica le llamaran.
PD.- En el libro El nuevo Bernal Díaz del Castillo, de Carlos María de Bustamante, aparece un tal “Francisco de la Garza y Hevia, gobernador de Nuevo León” acusado, junto a otros personajes de la alta política mexicana de aquellos tiempos, de negligencia y otros cargos durante la guerra con Estados Unidos. Dejo pendiente su análisis hasta encontrar otras fuentes que corroboren tales cargos.
Fuentes
México a través de los siglos. Vicente Riva Palacio y otros.
Apuntes para la historia de la guerra México Estados Unidos, Guillermo Prieto y otros
El nuevo Bernal Díaz del Castillo, Carlos María de Bustamante.
Periódico oficial del estado, versión electrónica.
Archivo del congreso del estado, Legislatura X, caja 50, expediente 2.
Actas de Cabildo 1825.