La majestuosidad del Cerro de la Silla siempre ha impactado a nuestros visitantes, desde los primeros colonizadores que llegaron a estas tierras. La altura y la belleza de este centinela de la ciudad han inspirado a los poetas los más bellos pensamientos, como en este poema que le dedicó Don Alfonso Reyes en el año de 1941:
Por mares y continentes/ y de una en otra región,/ si no alzado entre los brazos,/ si con la imaginación,/ llevo el Cerro de la Silla/ en cifra y en abstracción:/ medida de mis escalas,/ escala en mi inspiración,/ inspiración de mi ausencia, /ausencia en que duermo yo:/ ora lo escondan las nubes,/ ora lo desnude el sol;/ ya amanezca de mal ánimo/ o tal vez de buen humor/ ,o entre las cambiantes luces/ finja ser camaleón,/ barómetro de los climas/ y de las horas reló./ Por tanto que lo recuerdo/ persisto siendo el que soy;/ por él no me desparramo,/ aunque sangre el corazón.
Don Alfonso pasó la mayor parte de su vida fuera de Monterrey. Residió en la ciudad de México, en Madrid, en Paris, en Río de Janeiro y en Buenos Aires, entre otros lugares. Y siempre llevó en su mente la imagen de este Cerro, al cual convirtió en símbolo de su heráldica personal que utilizaba en su correspondencia y en la revista "Monterrey, Correo Literario".
El regiomontano universal soñaba con estar en la cima del Cerro, con "una pata pa' Monterrey y la otra pa'Cadereyta."
Además, el Cerro de la Silla figura en el Corrido de Monterrey. Y es que desde el Cerro de la Silla se divisa el panorama.
"Desde el Cerro de la Silla", por otra parte, es el título del libro publicado por Miguel Covarrubias y un equipo de colaboradores, bajo los auspicios de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
En una magnífica edición de 441 páginas, se incluyen diversos temas relacionados con la cultura nuevoleonesa. En este libro, se publica una colección de hermosas fotografías de distintos lugares del Estado captadas por la cámara de Erick Estrada, así como algunas imágenes del pasado.
El libro está dividido en cinco secciones. En la primera parte, el escritor Miguel Covarrubias explica cómo surgió la idea de la realización de esta obra y cómo conjuntó al equipo de colaboradores. Se pretendía --y se consiguió-- ofrecerle algo a Nuevo León y a su gente. Después de alguna tentativa, apareció --por fin-- un resplandor: "Allí estaban decenas y decenas de capítulos de la cultura nuevoleonesa agazapados o ateridos, a la espera de que alguien o, todavía mejor, a la espera de que un equipo de estudiosos lo sacara de su guarida y pudiera vestirlos de dignidad para que se enorgullecieran los ojos del lampacense, regiomontano o sureño norteño de Galeana --entre otros."
En la segunda parte se incluyen tres secciones: William Breen Murray nos habla de "El arte rupestre en Nuevo León. Herencia del pasado", Fernando Garza Quirós escribe "Algunos horizontes sobre las artesanías en la región" y Silvia Mijares nos hace saborear "La cocina tradicional de Nuevo León". Silvia habla en esta sección de la cocina como actividad fundamental en la cultura de todos los tiempos, de todos los pueblos, de todas las razas, y presenta deliciosas recetas de nuestros platillos regionales.
El tercer capítulo abarca la historia de "El Taller de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León", desde el año de 1948 hasta 1976, así como algunos "Apuntes sobre teatro regiomontano", de Dulce María González, quien hace un recorrido por los teatros de la ciudad y nos habla de los artistas en un período que abarca desde 1857 hasta 1980.
Resulta interesante observar la evolución que se ha registrado en el campo de la pintura y del teatro. Aquí el lector puede conocer la historia de los primeros teatros regiomontanos, entre ellos el Teatro Progreso, el Teatro Juárez y el Teatro Zaragoza. En ambos casos --pintura y teatro-- se puede observar cómo en un principio hubo necesidad de traer a Monterrey a los artistas y cómo, posteriormente, la ciudad cuenta con sus propios valores.
"Apuntes para la historia del pensamiento científico de Nuevo León", de Francisco Ruiz Solís, inicia el cuarto capítulo, el cual incluye además a los protagonistas del periodismo cultural en Nuevo León, de Jorge Cantú de la Garza. Se incluyen los apuntes para la historia de la novela y la narrativa en Nuevo León, de Alfonso Rangel Guerra. También en esta parte, José Javier y Minerva Margarita Villarreal presentan sus respectivos estudios en torno al cuento y la novela en Nuevo León.
El capítulo quinto y último está a cargo de Humberto Salazar, quien en dos secciones presenta a Nuevo León en 100 libros, así como una cronología de nuestro Estado, la cual abarca acontecimientos relevantes de la última centuria en lo económico, lo político y lo social.
La obra está hecha con toda la mano. Existen algunos aspectos de nuestra cultura que no son abordados en este libro, pero constituye --sin duda-- un gran esfuerzo y un gran avance.
En diversos capítulos de la obra aparece la venerable figura del maestro Raúl Rangel Frías, así como don Alfonso Reyes y otros ilustres nuevoleoneses cuya presencia ha sido decisiva en el desarrollo cultural de Nuevo León.
La edición de esta obra nos hace recordar la necesidad de realizar otros estudios, uno de los cuales espera impaciente desde hace tiempo: la Enciclopedia de Nuevo León.
Para concluir, incluiremos una breve ficha biográfica del autor:
Covarrubias Ortiz, Miguel. Poeta.Nació en Monterrey, Nuevo León, el 27 de febrero de 1940. Cursó cuatro años de Derecho y la licenciatura en Letras en la Universidad de Nuevo León. Obtuvo la maestría en Letras Españolas. Catedrático de la propia Universidad. Ha colaborado en el periódico "El Porvenir", y Apolodionis, Universidad, Vida Universitaria, Armas y Letras, Salamandra, etc. Autor de varios libros, principalmente de índole poética, y editor de la obra: Desde el Cerro de la Silla; Artes y Letras de Nuevo León; El Traidor; Poetas Franceses y Alemanes Contemporáneos; El Rojo Caballo de tu sonrisa, entre otras. Ha obtenido diversos premios entre los que encontramos el que en 1994 el Instituto Nacional de Bellas Artes le otorga por la Traducción de Poesía. En 1989 el Premio a las Artes otorgado por la UANL. En 1993, el Gobierno del Estado de Nuevo León le otorga la Medalla al Mérito Cívico "Presea Estado de Nuevo León" en el área de Literatura y Arte.