Sobre el problema candente de la corrupción impune, parece que ya estamos llegando a algunos acuerdos generalizados, sobre todo al caer en cuenta que México ocupa un lugar vergonzosamente alto en su grado de corrupción, tomando en cuenta que nuestro nivel de vida promedio, de 10,300 dólares por habitante por año en 2013, es uno de los más altos del Tercer Mundo. Por lo pronto estamos ya viendo claro que la raíz histórica reciente de la corrupción parece ser la siguiente:
El sistema de democracia "dirigida" o "clientelar" del PRI, que se fraguó de 1923 a 1940 y tuvo su "crecimiento sostenido" de 1940 a 1970, se descompuso políticamente en 1968, y a partir de entonces se perdió el delicado equilibrio que había en la apreciación de la mayoría de los mexicanos menos favorecidos, de que era aceptable la corrupción "moderada" que entonces se practicaba, a manera de "pago" por las políticas populistas, las cuales, efectivamente, proporcionaron seguridades de ingresos a obreros y campesinos y permitieron un crecimiento demográfico enorme, que aunado al aumento porcentual de la clase media, su número se incrementó unas diez veces. A partir de 1968 esa gran mayoría y de manera especial los de clase media, consideraron que ya era inoperante aquel estado de cosas y empezaron a pugnar por un cambio hacia la verdadera democracia, haciéndolo en forma ruidosa en la Capital, donde el Gobierno de Díaz Ordaz, en vez de abrirse al diálogo, procedió a aplastar las manifestaciones en forma violenta. Los Gobiernos siguientes de Echeverría y López Portillo adoptaron la ruta de la mentira descarada, para tratar de ocultar su posición retrógrada de que todo siguiera como siempre, sólo que pintándolo con colores distintos, con los cuales pretendían "dorar la píldora", pero sin resolver los problemas de fondo.
Durante el Gobierno de de la Madrid la tensa situación reventó, por las devaluaciones y la parálisis en que cayó la economía, exhibiéndose además la inutilidad del Gobierno durante el gran sismo de 1985, por lo que la burbuja de democratización explotó en mayo de 1987, con las renuncias al PRI de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que luego fundaron el PRD y el reconocimiento de triunfo del Panista Ruffo por la Gubernatura de Baja California. Parecía que esto iba a ser el remedio de la situación pues, en efecto, se legislaron leyes que ponían la organización y supervisión de las elecciones en manos de la ciudadanía y se tuvo que respetar la libre expresión y manifestación de las ideas, con el resultado de que en 1997 la oposición tuvo mayoría en el Congreso de la Unión y en el año 2000 su logró la alternancia en el Poder Ejecutivo Federal.
Pero...para entonces el narcotráfico ya estaba haciendo funcionar un terrible crimen organizado, los Gobiernos PANistas de Fox y de Calderón, aunque permitieron por primera vez el funcionamiento autónomo de los Poderes Legislativo y Judicial y administraron bien el erario, no intentaron siquiera desmantelar la herencia PRIísta de los Sindicatos "Nacionales" de PEMEX y de los Maestros y siguió el poco crecimiento económico, apenas del orden del aumento demográfico, por lo que el pueblo, desilusionado, tornó a votar por el PRI, quienes pregonaron ruidosamente que "ellos sí sabían gobernar". El resultado fue que tanto el PAN como el PRD copiaron sus mañas "clientelares" para tratar de recuperar el poder, por lo que todos tuvieron que "ensuciarse las manos" para ganar votos, entrando ambos Partidos en sucios tratos con el PRI para taparse unos a otros sus desfalcos al erario y darle un nuevo auge a la corrupción impune.
¿Cómo corregir esta situación? Trataré de plantear un rumbo de solución en mi próximo artículo.
Atte.- JVG.- 23-11-16