---El Covid-19 derrumbó una economía mundial estancada y un sistema financiero podrido
--- Los trenes del sureste deben completarse con los trenes en el norte
--- Argentina mostró cómo liberarse del peso de la deuda y los grilletes financieros
Dentro del desplome general de la economía mundial, tiene muy poca importancia si la caída del PIB en México este año va a ser de -3.9% como dice la SHCP, o va a ser de 10.5% como asegura el FMI; o si los desempleados van a ser el millón que aseguran el IMSS y el presidente AMLO, o van a ser 12 millones que “quedaron sin ingreso” por culpa de la pandemia del Covid-19 y la parálisis de la economía, como dice el INEGI. No tiene mucha relevancia decir que la economía mexicana, medida por el PIB, cayó 17.5% en el segundo trimestre, si nos dicen que la de Estados Unidos cayó 33%; quizá si midiéramos la economía real el daño podría ser menor porque sólo se trata de parálisis y no de destrucción. Quizá la única diferencia es que los países industrializados, que junto con EU caerán entre un 8% y un 13%, estriba en que en esos países desarrollados los desempleados son en su mayoría del “sector formal”, es decir, trabajadores que tienen un empleo que perder puesto que tienen un contrato y una “plaza” o “base” real.
En México y toda América Latina, la Población Económicamente Activa (PEA) entre la mitad y dos terceras partes son del sector informal. Según el INEGI en México lo es el 56%, es decir, de 57 millones de personas que la componen, alrededor de 30 millones no tienen ese empleo formal y si pierden su chamba o dejan de llevarla a cabo en las calles en el comercio informal, las estadísticas no los notarán. Recuperar los empleos que existía antes del COVID-19 , suena relativamente fácil, comparado con darle ocupación a los otros 30 millones que nunca lo han tenido y que sobreviven de milagro ahora como lo han hecho por muchos, muchos años, ellos y sus padres o abuelos. La economía informal es el más grande desperdicio de fuerza de trabajo potencialmente productiva…
Por lo mismo, en México no nos podemos dar el lujo de discutir si la “recuperación va a ser en “U”, o va a ser en “V” , o en “W” , como discuten los tecnócratas monetaristas de Banxico o el CCE, como si el comportamiento de la economía fuera asunto de los dioses y no de los seres humanos. La economía se debe recuperar y crecer porque así lo necesita el país. No se puede dejar este asunto de vida o muerte para el país, a las especulaciones de los “analistas” sobre si el T-MEC traerá inversión al país y “generará empleos”; o si los mercados “tendrán apetito” e interés para invertir en México y aceptan, los planes del gobierno de AMLO. Si el gobierno federal ha prometido generar 2 millones de empleos entre julio de este 2020 y los primeros meses del 2021 eso está bien. Quizá con ello se repongan los empleos perdidos por la pandemia. Pero, los que siempre han estado desempleados y el INEGI los disfrazó como “empleos informales” o “sub empleo” etc. esos son alrededor de 30 millones que, además de recibir ayuda vía los diferentes Programas del Bienestar (Jóvenes, adultos mayores, madres que trabajan, pequeños negocios, etc.), deben encontrar ocupación permanente y productiva en grandes proyectos que impliquen trabajo y , al mismo tiempo capacitación y desarrollo profesional, y sirvan para subsanar el “rezago” en infraestructura y producción de alimentos, bienes industriales, energía y servicios, etc. que arrastra el país.
Eso sólo puede ser mediante la ejecución de otros grandes proyectos como los trenes electrificados de la CDMX a la frontera (Laredo, Cd. Juárez, Tijuana) y la conexión ferroviaria de los dos océanos desde Veracruz hacia Manzanillo o algún otro puerto en Nayarit. Proyectos que deben unirse a los ya iniciados como el Tren Maya, el Tren del Istmo, Santa Lucia etc. Por cada tramo de 210 KM, como los del tren de alta velocidad de CDMX a Querétaro que se suspendió, se calculaba la generación de 25 mil empleos directos y 41 mil indirectos. El costo por KM , según los costos de los trenes españoles similares, es de 18 millones de euros, pero en el caso de este tren Querétaro-CDMX fue de solo 55 mil mdp. La construcción de estos trenes causa una caída de más de 40% en el costo del transporte de todos los bienes en relación a los camiones de carga o tráileres, y genera corredores de desarrollo agrícola e industrial aumentado su productividad.
Por supuesto, estos números son los que se obtuvieron para la construcción de un tres de 210K, para uno de 1200 KM como el de Laredo CDMX, los beneficios serían multiplicados por al menos 6 veces. El gobierno del presidente AMLO tiene margen financiero para realizar estos proyectos y superar el atraso económico de nuestro país, una verdadera IV Transformación. Tiene margen si , como lo ha hecho Argentina en medio de la pandemia, convoca a los acreedores del país a una quita de la deuda interna y externa mexicana (las dos en manos de bancos y fondos extranjeros), para reducir al menos en un 30% los pagos pendientes en los próximos años. Igualmente puede crear una fondo revolvente para infraestructura nacional, utilizando una pequeña parte de las reservas internacionales y otros fondos “de estabilización”, que están ahí sólo para garantizar el pago de deudas. O, en el mejor de los casos, posponer a 20 años los vencimientos de deudas y el pago de intereses de los próximos 4 años, convirtiéndoles en pagarés garantizados por el estado mexicano pero sin que generen intereses. Estos pagarés servirán a la banca como papeles para el redescuento ante sus bancos centrales para generar nuevos créditos. Las tasas de interés de cero o casi cero, están de moda en todo el mundo. Todos los bancos acreedores de México reciben diariamente grandes préstamos de sus bancos centrales hasta con tasas negativas. México tiene una oportunidad en este contexto de un sistema financiero global fallido y no tiene porque someterse a él. En esa perspectiva, México puede unirse a la iniciativa de China de la Nueva Ruta de la Seda (Una Franja, una Ruta) o a cualquier otra iniciativa para recuperar la economía mundial y para un progreso compartido con toda la humanidad.
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