En su libro “Homo Deus” que está teniendo un impacto mundial, Yuval Harari nos previene que los avances científicos y tecnológicos, que cada vez se aceleran más, nos están llevando por un camino que puede terminar en cosas tan impensables hasta hoy, como la degradación de la mayoría de los seres humanos por el posible ascenso de una élite que logre entrar en una segunda “revolución cognitiva” a base de irse conectando a dispositivos de inteligencia artificial, cada vez más eficientes y mecanizados, hasta terminar siendo unos “cyborgs” seres humanos mecanizados o, inclusive, unos robots altamente inteligentes.
Harari escribió su libro en 2016, pero ya entonces detectó que la sorpresiva subida de Donald Trump en la escena política norteamericana y la votación de una escasa mayoría de los ingleses para salirse de la Unión Europea (Brexit), señalaban reacciones de la clase media blanca de mediana o avanzada edad, en razón de la quiebra de muchos de sus pequeños y medianos negocios o de la pérdida de sus empleos en grandes empresas que están en proceso de automatizar los procesamientos y manejos de la información, con miras a convertirse en gigantes tales como Facebook, Google, Apple y Amazon.
¿Por qué están en peligro de degradarse la mayoría de los seres humanos? Porque están en peligro de ya no ser útiles para las estructuras económicas del futuro, como resultado de los avances que están teniendo dos nuevos descubrimientos técnico-científicos: El primero es que para que la inteligencia funcione cada vez más eficientemente, es decir en mayor volumen y con más calidad, no necesita para nada ser consciente: Esto podría irle restando importancia a la más típica cualidad humana: La inteligencia plenamente consciente. El segundo es que la biología está encontrando que cada ser humano es sólo un ensamble de algoritmos biológicos regidos tanto por el ADN de su genoma como por las presiones de su medio ambiente y relacional: Ello significa que realmente no tiene una sola “voz interior” o ego y, por tanto, tampoco una “libre voluntad”.
Todo esto parecería ir marcando una desvalorización progresiva de la mayoría de los seres humanos, que poco a poco irían perdiendo sus empleos o sus negocios, con cada vez menos probabilidades de recuperarlos, con la única opción de convertirse en útiles engranajes de alguna empresa gigante eficiente procesadora de información.
Claro está que todo esto es sólo un posible escenario de lo que le podría suceder a la humanidad en un futuro más o menos próximo, pero con suficientes probabilidades de suceder como para acicatearnos a analizar cuáles serían las opciones disponibles para evitarlo: ¿Cuál debe ser nuestra creencia básica? ¿Cómo y en qué podríamos anclar un sistema moral? ¿Cuál debe ser el mejor sistema económico? Y ¿Las más convenientes estructuras e instituciones políticas?
De lo que sí podemos estar seguros es que ninguna de estas opciones podría realizarse en el corrupto e ineficiente sistema político que padecemos aquí en México, por lo que nuestros esfuerzos ciudadanos deben apuntarse, sobre todo en esta época electoral, a presionar para que gane aquel de los candidatos con las mejores posibilidades siquiera de desmantelar el aborrecible sistema clientelar que nos tiene atados a la corrupción impune y que es ya incapaz de darnos soluciones ni a la problemática nacional ni al duro temporal de relaciones internacionales en el que ya estamos sumidos.
Ojalá que estos terribles peligros que asoman para el futuro nos hagan emprender acciones políticas positivas y bien dirigidas en el presente.
Atte.- JVG.- 07-02-18