Lo hemos dicho desde hace tiempo en Nuevo León y Coahuila, en Saltillo y Monterrey, en la ciudad de México y en Zacatecas, incluso en el municipio donde nació, en Cuatro Ciénegas: Don Venustiano Carranza es un ciudadano que con orgullo lo comparten Nuevo León y Coahuila. Lo recordamos hoy en ocasión del aniversario de su fallecimiento el 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo, Puebla, el cual se conmemoró hace unos días.
Nuevo León debe aprovechar esta circunstancia para declararlo Benemérito del Estado, a través del H. Congreso del Estado.
Desde hace un buen tiempo, hemos afirmado que don Venustiano Carranza es nuevoleonés. Esta aseveración la fundamentamos en el hecho de que Carranza nació en Cuatro Ciénegas, el 29 de diciembre de 1859, cuando esa población formaba parte del Estado de Nuevo León y Coahuila.
Algo similar sucedió con el General Ignacio Zaragoza, quien nació el 24 de marzo de 1829 en Seguin, cuando esa población formaba parte del Estado mexicano de Coahuila y Texas. Nadie discute que se trata de un coahuilense. Incluso el vecino Estado se llama Coahuila de Zaragoza en su honor.
En Nuevo León sería de justicia declarar a Carranza “Benemérito del Estado”. No hay que olvidar que honrar honra.
Y no se trata de quitarle a Coahuila el personaje, pero sí consideramos que es de justicia compartirlo.
Como es bien sabido, el 29 de diciembre de 1859, nació en Cuatro Ciénegas, en el Estado de Nuevo León y Coahuila, Venustiano Carranza, undécimo hijo de una familia de clase media acomodada, de quien se sabe que realizó sus primeros estudios en un colegio de Saltillo, el Ateneo Fuente; en 1874 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México dirigida en esos años por Gabino Barreda.
Tenía deseos de convertirse en médico, pero una enfermedad en los ojos le impidió continuar estudiando, por lo que regresó a Coahuila donde trabajó en dos ranchos de su familia: Las Animas y El Fuste. En 1882 contrajo matrimonio con la señorita Virginia Salinas, con quien procreó dos hijas: Virginia y Julia.
En 1887 inició su carrera política como presidente municipal de Cuatro Ciénegas, renunciando al año siguiente por su participación en la rebelión contra la reelección del gobernador José María Garza Galán, a quien historiadores califican como uno de los peores Gobernadores que ha tenido Coahuila.
La familia Carranza tenía una gran amistad con el General Bernardo Reyes, quien era Gobernador de Nuevo León y además uno de los hombres más importantes de aquella época. Su nombre se había mencionado como uno de los posibles sucesores del General Porfirio Díaz, en la Presidencia de la República.
El historiador norteamericano Douglas W. Richmond señala que “impresionado por la fuerte personalidad de Reyes y sus promesas de cambio socioeconómico, Carranza aún esperaba que éste desafiara a Díaz…Carranza resolvió hacer una oferta final a Reyes antes de apoyar incondicionalmente a Madero, pero ese verano (1909) Reyes le informó que tenía que aceptar el desempeño de una comisión militar en Europa y que no podía contrariar a Díaz porque le debía favores pasados al dictador oaxaqueño. A Carranza le desagradó todo esto y le dijo a Reyes que había perdido una gran oportunidad. Ahora que Reyes ya no constituía la oposición oficial, Carranza se volvió cada vez más beligerante”.
El 22 de noviembre de 1911 Carranza tomó posesión como gobernador constitucional, cargo que ocupó hasta febrero de 1913. Cuando Victoriano Huerta notificó a los gobernadores que tenía presos al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, Carranza junto con el Congreso Local de Coahuila, en un acto que no tiene precedente en la historia de México, decidieron desconocer al gobierno de Huerta.
En 1913, el país vivía tiempos de incertidumbre. El traidor Victoriano Huerta había ordenado detener y asesinar el 22 de Febrero al Presidente Francisco I. Madero y al Vice-Presidente José María Pino Suárez. Ante esto, el Gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, y el Congreso Estatal, decidieron desconocer a Huerta y a su gobierno.
Un mes después, el 26 de marzo de ese mismo año de 1913, Carranza convocó a una reunión en la Hacienda de Guadalupe, en terrenos del Municipio de Ramos Arizpe, Coahuila, para lanzar el Plan de Guadalupe e iniciar la Revolución Constitucionalista.
Lo que inició Madero no podía ni debía detenerse. Atrás había quedado el viejo régimen porfirista y la democracia había triunfado. Otro norteño, Venustiano Carranza, tenía fe en México y los mexicanos. Fue así como emprendió una tarea nada fácil que al cabo de año y medio de combates, lo llevó hasta la Capital de la República, a donde entró victorioso el 20 de agosto de 1914.
Carranza tenía una visión muy clara de lo que deseaba para México. No asumió la Presidencia de inmediato. Era el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y como tal tomó una serie de medidas. Entre ellas, buscó a través de su gente el diálogo con Zapata y con Villa, caudillos que tenían gran fuerza en el sur y en el norte del país. El nuevoleonés Antonio I. Villarreal fue el encargado del acercamiento con Zapata y Álvaro Obregón con Pancho Villa.
Carranza sabía que el movimiento armado había sido necesario, pero no lo era todo. A partir de ese momento, a los logros militares se fueron sumando las acciones de carácter político que sentaban las bases del Estado que emanaría de la Revolución.
El 16 de septiembre de 1916 convocó a un nuevo Congreso Constituyente, cuyas sesiones fueron inauguradas el primero de diciembre en Querétaro, y el 5 de febrero de 1917, después de arduas sesiones, fue proclamada la nueva Carta Magna, lo que posibilitó que el 6 de febrero se convocara a elecciones para presidente, senadores y diputados.
Carranza pasó de ser el primer jefe constitucionalista y se convirtió en presidente constitucional electo por el pueblo. A partir de ese momento, llevaría a cabo una serie de reformas para conducir al país por el camino de la consolidación de la legalidad.
Sin duda, aquel fue un buen momento para el país. En lo cultural, se reabrieron teatros como el Nacional, el Abreu y el Principal. Regresaron a México artistas como Diego Rivera, Saturnino Herrán y el doctor Atl y con ellos surge el renacimiento de la plástica.
Sin embargo, había entre los colaboradores de Carranza gente que aspiraba a sucederlo en la Presidencia. Ahí estaban antiguos colaboradores suyos, como Álvaro Obregón, Pablo González y junto a ellos Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, a quienes les disgustó que don Venustiano no pensara en ellos para la Presidencia, ya que su candidato era Ignacio Bonillas.
La figura y la obra de don Venustiano Carranza continúan vigentes. Continuador del movimiento iniciado por don Francisco I. Madero, el varón de Cuatro Ciénegas propuso a sus seguidores lograr la plena vigencia de la Ley para contar con un marco que garantizara más tarde las reivindicaciones sociales.
De las grandes lecciones que él nos dio, como es el apego a la Ley, queremos rescatar en esta ocasión dos de ellas: la primera, que la nación pierde cuando los mexicanos nos dividimos y la otra, que aun en tiempos de enormes dificultades, el pueblo mexicano es capaz de superar todos los obstáculos para luchar por su futuro.