De los diversos instrumentos del hombre --ha dicho Jorge Luis Borges--, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de su voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.
Esto vale lo mismo tanto para el autor como para el lector. El caso es que hoy en día los libros están en todas partes. Igual operan en la historia, la literatura, la educación y al mismo tiempo que nos ayudan a reflexionar y a incrementar nuestros conocimientos, nos brindan placer y entretenimiento.
LA HISTORIA ES LA MAESTRA DE LA VIDA.- Se ha dicho –y es cierto— que la Historia es la maestra de la vida. Al mostrarnos los errores cometidos en el pasado, nos ayuda a evitarlos en el presente y en el futuro. Por otra parte, al darnos a conocer la vida y la obra de los personajes ilustres, nos invita a imitarlos.
Por lo general, el historiador y el cronista nos presentan acontecimientos solemnes, fechas y biografías. No es muy frecuente que se detengan en los pequeños grandes detalles que nos refieren la realidad que se ha vivido en un pueblo. En julio se celebran las fiestas de San Cristóbal en el aniversario de su fundación.
En la obra que lleva por título Relatos de mi pueblo, Villa San Cristóbal Hualahuises, el Cronista de ese lugar, el profesor y licenciado Napoleón Nevárez Pequeño, nos habla de su pueblo, que es nuestro pueblo. Y digo nuestro pueblo, porque en Hualahuises nació, vivió y murió mi abuelo paterno, don Florencio Pedraza. Así es que esa tierra vive en mi familia.
EN TORNO AL AUTOR.- Para nadie es un secreto que en la vida de Napoleón Nevárez Pequeño existen cinco pasiones fundamentales: su familia, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Crónica, la Historia y su tierra natal: Hualahuises. Napoleón es amigo franco y sincero. Es cordial y sabe lo que es la lealtad y la generosidad. Lo conozco desde hace años. Le he visto crecer profesionalmente, ascender escalón por escalón, respetando siempre a los demás. Es de las personas que sabe trabajar en equipo, pues está convencido que esa es la forma de avanzar mejor y más rápido.
Nuestro amigo Napoleón nació en Hualahuises, Nuevo León, el nueve de febrero de 1951. Es maestro normalista y licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha sido catedrático en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y en la Universidad de Monterrey, así como en la Universidad Autónoma de Nuevo León. En la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL ejerció su labor magisterial y directiva. Fue Inspector Escolar en Escuelas Secundarias Nocturnas.
Ha sido Director del Ateneo de Investigaciones Geográficas, Director de la Revista “Cronos” y Presidente de la Asociación Estatal de Cronistas, Secretario de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística y Cronista Municipal de Hualahuises, Nuevo León.
Ha recibido diversos reconocimientos de parte del Club Regiomontano de Oradores, A. C., de la Secretaría de Educación y Cultura, del Ayuntamiento de Monterrey, de la Asociación Nacional de Cronistas, del Centro de Información de Historia Regional de la UANL, de la Ciudad de Austin, Texas y de otras instituciones. Es autor de varios libros, entre los cuales mencionaremos los siguientes: Monogrfía Histórica de Hualahuises, Don Germán Almaraz, vida y obra, Leyendas tradicionales, Costumbres y corridos de Hualahuises.
LA OBRA Y LOS TEMAS.- En esta ocasión habremos de referirnos a una de sus obras. De todo hay en este libro, en el cual se incluyen capítulos dedicados al cine, a los circos, panaderías, moliendas, pastorelas, costumbres, tradiciones, personajes, templos y muchas cosas más. El tema principal es el pueblo: Hualahuises, ese pueblo cuya tierra lleva Napoleón en cada uno de los poros de su piel, en la mente y en el corazón. Nevárez Pequeño nos conduce a través de un recorrido en el tiempo.
Su cine, no importa el nombre, es el mismo cine al que acudimos nosotros en nuestros respectivos pueblos. Y las películas lo son también. Quien no recuerda, por ejemplo, las cintas “Allá en el Rancho Grande” o “María Candelaria”. A través de estas películas conocimos a Tito Guizar y a Dolores del Río. Conocimos también a Eulalio González “Piporro”, quien era originario de Los Herreras y en una de sus películas dice ser de Hualahuises.
Con un lenguaje claro y sin rebuscamientos, el autor presenta testimonios que habrán de traer a los lectores recuerdos hermosos, aromas, voces e imágenes del ayer. Así como nos habla del cine, nos menciona también los circos que llegaban a Hualahuises. En unos y en otros –en los cines y en los circos— la población se divertía, reía y disfrutaba de la vida en un ambiente sano. Aquellas eran verdaderas fiestas del pueblo, que incluían desfiles, música, espectáculos y, sobre todo, fomentaban la convivencia.
PERSONAJES Y ACONTECIMIENTOS.- Más adelante incursiona en los oficios. Desfilan los nombres de personas dedicadas a la elaboración de pan a la usanza antigua y de familias que dedicadas a la molienda y a la fabricación de dulces.
Se dedican importantes espacios a la representación de las pastorelas y las formas en que se llevan a cabo, la lucha entre el bien y el mal, donde por fortuna siempre triunfa el bien y se mantienen vivas las profundas raíces religiosas.
En los oídos del Cronista resuenan las pláticas de los abuelos, así como el gran respeto que los jóvenes sentían por sus mayores, a tal grado que no se atrevían a levantarles la voz, a contradecirlos o a no hacer caso de sus mandatos. Ese respeto se reflejaba hacia las autoridades municipales, sacerdotes, maestros y personas mayores de edad.
En Hualahuises todos se conocían por sus nombres, a tal grado que cuando se encontraban varios nombres iguales, había la necesidad de diferenciarlos con expresiones tales como estas: “Poncho, el de Aurora” o “Raúl, el de Cuca”.
Nevárez Pequeño rescata costumbres y tradiciones a fin de que sirvan de ejemplo a las nuevas generaciones. También nos habla de la Masonería, de los Panteones y del Día de Muertos, en este noble lugar que tiene herencia tlaxcalteca y al cual orgullosamente Nevárez Pequeño ha llamado “El Vaticano de Nuevo León”.
En cuanto a los acontecimientos, nos relata la desaparición de poderes municipales en el año de 1925. Fueron tiempos en que el municipio tuvo situaciones tensas entre las autoridades municipales y estatales y como la cuerda se rompe por lo más delgado, la autoridad municipal tuvo que renunciar. Sin embargo, después de la tempestad viene la calma y si bien en 1925 hubo inestabilidad, en 1926 Hualahuises vivió un año de democracia y de numerosas obras públicas, gracias al alcalde José Molina.
El libro incluye a otros personajes como don Luciano Bravo, don Andrés Aguilera, don Concepción Pedraza, don Higinio Pequeño Pedraza, don Elías Treviño Contreras, don Eliézer Leal Aguirre y muchos otros más.
UN PUEBLO CON HISTORIA.- En esta obra del Cronista Nevárez Pequeño se recuerda el pasado de un pueblo con historia, de un pueblo trabajador y honesto que ha sabido brindarle a Nuevo León y a México grandes ciudadanos que son orgullo de la Patria. Quien no recuerda, por ejemplo, al doctor Eduardo Aguirre Pequeño y al maestro Germán Almaraz.
El Cronista es un puente en el tiempo. Gracias a él, a sus obras, al rescate que ha hecho de tradiciones, leyendas y costumbres, podemos saber como vivieron nuestros antepasados y cual es la herencia que dejaron a las nuevas generaciones.
Gracias amigo, maestro y licenciado Napoleón Nevárez Pequeño por rescatar y traer hasta el presente estos interesantes capítulos de la historia de esta noble tierra en donde están también sus raíces y las nuestras.