08/May/2024
Editoriales

Manuelita Mota de Reyes, esposa ejemplar

El 27 de diciembre de 1960 se conmemoró el primer aniversario del fallecimiento del Regiomontano Ilustre y Mexicano Universal don Alfonso Reyes. Las ceremonias correspondientes fueron presididas por la viuda del escritor, doña Manuelita Mota de Reyes. Esto nos brindó la oportunidad de establecer con ella una amistad que se prolongó hasta el final de su existencia.

Doña Manuelita continuó viviendo y difundiendo la obra de este gran escritor, hasta su fallecimiento el 14 de junio de 1971. Durante ese tiempo se dedicó a rescatar los escritos que don Alfonso no alcanzó a publicar en vida. Siguió conservando –como si él estuviera vivo— la que fuera su casa, la Capilla Alfonsina, ubicada en Benjamí­n Hill 122, de la Colonia Condesa en la Capital de la República. A unos pasos de ahí­ existe ahora una gran avenida que lleva el nombre de don Alfonso Reyes.

En un libro nuestro que lleva por tí­tulo "Alfonso Reyes de Cuerpo Entero", editado por la UANL, incluimos un texto del escritor Luis Mario Schneider que lleva por tí­tulo "Manuela Mota de Reyes, una mujer para loar", en el cual afirma: "Manuela Mota de Reyes fallece a los 79 años de edad en el Hospital Inglés de la Ciudad de México a las 12:05 horas, el 14 de junio de 1965, a causa de una bronconeumoní­a, agravada además por un principio de gangrena que se habí­a manifestado meses antes, a raí­z de una caí­da y rotura del fémur. Fue velada en la agencia Eusebio Gayoso, en la esquina de Sullivan y Rosas Moreno, y enterrada al dí­a siguiente en el Panteón Civil de Dolores. Casi no hubo periódico que no diera noticia del deceso. Además de la esquela familiar, el Fondo de Cultura Económica "Expresa su pesar... por Manuela Mota de Reyes viuda de su ilustre autor don Alfonso Reyes". A su entierro acudieron amigos e ilustres personalidades de la cultura nacional. Seis años doña Manuela le sobrevivió a don Alfonso. Lejos de los recuerdos, de aislamiento; por el contrario, su dolor lo trueca en un despliegue de acciones para mantener latente la presencia intelectual de Alfonso Reyes. Se aboca a la tarea de ordenar los ocho últimos libros de las obras completas, junto a Ernesto Mejí­a Sánchez. Nadie como ella, culta mujer que hablaba francés, inglés, italiano y portugués, conocí­a a la perfección los libros, los papeles de su esposo.

"Manuela Mota de Reyes, novia, amante, esposa, compañera, amiga, madre, mujer de hogar, lectora, bibliotecaria, archivista, alegre anfitriona, eligió un destino, supo a conciencia de una misión que requerí­a altruismo y tenacidad. Para ello fue incansable, no tuvo dudas. Hoy aclamamos, respetamos y aprendemos de Alfonso Reyes. ¿Cuándo reconoceremos el equilibrio y la abnegación de Manuela Mota de Reyes, mujer excelsa en la travesí­a de un genio?"

Con Alicia Reyes "Tikis", la nieta suya y de don Alfonso --también bisnieta del general Bernardo Reyes--, visitamos hace unos dí­as la Capilla Alfonsina de la ciudad de México e hicimos algunas remembranzas de esta gran dama que acompañó a Don Alfonso en su tránsito por la vida.

Doña Manuelita y don Alfonso se conocieron en los últimos tiempos del Porfiriato. El paí­s vivió después el movimiento revolucionario de 1910. Su matrimonio se llevó a cabo en el año de 1912. Por aquella época, el joven Alfonso estaba a punto de recibir el tí­tulo de abogado (1913).

Reyes no acepta el puesto de secretario particular que Victoriano Huerta le propone y se traslada a Paris como segundo secretario de la Legación Mexicana en Francia. Poco tiempo después viaja a España con su esposa Manuelita y su hijo Alfonso, quienes lo habrán de acompañar en un largo recorrido fuera de México. Su permanencia en el extranjero se prolonga hasta el año de 1939, en que regresa a México, después de representar a México en España, Francia, Brasil y Argentina. Sus visitas a México y Monterrey son esporádicas. Sin embargo, el recuerdo de la Patria y de la tierra natal permanecen imborrables en su mente.

Manuelita lo acompaña en todo este peregrinar y posteriormente lo ayuda a levantar su Capilla Alfonsina en la ciudad de México. Ella contaba --en broma, por supuesto-- que don Alfonso se habí­a casado con ella porque era de mayor estatura fí­sica que él y necesitaba alguien que le ayudara a bajar de los estantes los libros que estaban más altos.

Don Alfonso solí­a decir que la verdadera misión de la esposa es "anular en torno al poeta las preocupaciones extrañas, acallar los ruidos parásitos, evitarle las materialidades enojosas, respetar y hacer respetar su sueño de ojos abiertos, y --oh dioses-- llevarle el genio sin que se note demasiado". Doña Manuelita fue el amor de su vida. El siguiente es uno de los poemas que le dedicó a su esposa:

"Manuela mí­a, el tiempo nos acerca,/y nuestras voluntades cada dí­a/ se acomodan mejor, Manuela mí­a,/ al martilleo de la hora terca./ Así­ se viene abajo aquella cerca /que las dos heredades dividí­a, / a más se baña el cielo todaví­a,/ según se posa el agua del alberca./ Hay otra juventud en la constancia, y sólo en el rosal de cien veranos/ brotan las flores de mayor fragancia./ ¡Loada la virtud, Manuela mí­a, que enlazó para siempre nuestras manos/ para más enlazarlas cada dí­a!"

El 27 de diciembre de 1959 se detuvo el corazón --ese gran corazón-- de don Alfonso. A partir de ese momento, doña Manuelita asumió con dignidad el papel de viuda. Conocedora como nadie de la obra de su esposo, se propuso la tarea de mantener viva su memoria. Y lo consiguió. Aquí­, en Monterrey, la tuvimos en varias ocasiones. También, la visitamos en la ciudad de México. Promovió el recuerdo de su esposo. Recibió en la Capilla Alfonsina a investigadores como James Willis Robb, de la Universidad de Washington, Ví­ctor E. Niemayer, de la Universidad de Texas, y Helia Marí­a Corral, de la Universidad de Bakersfield, California, entre otros.

De aquella primera vez que la entrevistamos en Monterrey ha quedado constancia en la memoria y en las páginas de los periódicos. En el número 511 del Semanario "Vida Universitaria", correspondiente al 8 de enero de 1961, existen varias fotografí­as de doña Manuelita, su hijo Alfonso Reyes Mota, el Gobernador Raúl Rangel Frí­as, el Rector Joaquí­n A. Mora y el Dr. Enrique C. Livas, entre otros.

También está ahí­ una entrevista nuestra y una foto con esta gran dama. En aquella ocasión le hicimos una serie de preguntas de las cuales en esta ocasión reproducimos un par de ellas, con sus respectivas respuestas:

P.- ¿Cuántas obras de Don Alfonso han sido publicadas después de su muerte, ya sean novedades o reediciones?

R.- Se han publicado "Al Yunque", "A Campo Traviesa", "Albores", "La Afición de Grecia" y los tomos XI y XII de las Obras Completas.

P.- ¿Tiene algunos escritos inéditos de Don Alfonso? ¿Cuáles son?

R.- Alfonso ha dejado muchos trabajos inéditos: algunos sobre sus memorias, continuación de "Parentalia" y "Albores", como "La Era Escolar" y "La Toga Pretexta", que completan el ciclo de recuerdos, con la "Historia Documental de mis Libros", ya publicada; otros relacionados con sus estudios helénicos, como "La Religión Griega" y la "Mitologí­a Griega"; otros de ensayos, como "Andrenio" y como obra documental de importancia, su Diario y Correspondencia.

Al finalizar la entrevista, doña Manuelita nos dijo estas palabras: "El pueblo, gobierno, sociedad, industriales y universitarios de Nuevo León se caracterizan por numerosas cualidades, entre las que hay que hacer destacar su empeño en el trabajo y en el progreso, su calor humano y su creciente interés por la cultura. Estoy segura que las nuevas generaciones llevarán a un grado cada vez más alto estas caracterí­sticas y los universitarios tienen el deber de orientar y dirigir estos dones hereditarios por los caminos adecuados. Gracias, universitarios de Nuevo León, por las numerosas y reiteradas muestras de recuerdo, cariño y respeto que han tenido para aquél que dio su Voto por la Universidad de Nuevo León".