El texto siguiente es el discurso que dio Helga Zepp-LaRouche, fundadora y presidente del Instituto Schiller, en el Foro "Pensamiento 20" en Pekín, China, el pasado 29 de julio. El Foro fue organizado por tres centros de investigación chinos: el Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales; el Instituto Shangai de Estudios Internacionales; y el Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Participaron 500 expertos y grupos de peritos, políticos y representantes de organizaciones internacionales de 25 países, con la perspectiva de formular sugerencias a los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros del Grupo de los 20 (G20). La señora Zepp-LaRouche habló en el primer panel de la conferencia de dos días dedicada a la "Gobernanza global: mejora del sistema construcción de capacidades".
Dado que el G20 representa la combinación más poderosa de países industrializados y emergentes en el planeta, no hay actualmente ninguna otra entidad que pueda abordar los desafíos existenciales que enfrenta la civilización e implementar soluciones a ellos a tiempo. Las poblaciones de la mayoría de los países tienen la vivencia muy real de estar sumidos en crisis aterradoras: una amenaza terrorista fuera de control internacionalmente; la migración de millones de personas que intentan escapar de la guerra, el hambre y la muerte; la crisis de refugiados resultante que está sacudiendo los cimientos de la Unión Europea; el ascenso de los partidos antisistema en muchos países; el Brexit como advertencia de la potencial desintegración de la UE; la brecha creciente entre los acaudalados y las capas cada vez mayores de la sociedad que han perdido su bien ganada posición de clase media o que viven en la pobreza; la vivencia de los efectos de las "medidas monetarias no ortodoxas" en los ahorros de toda la vida y las expectativas para el futuro; los límites de la aceptación social de las medidas de rescate financiero interno y externo; y el creciente temor de que el mundo ha entrado a una nueva guerra fría y a una espiral de rearme nuclear. En suma, una creciente pérdida de confianza en el sistema, cuando menos en el sector transatlántico.
La negativa de la cumbre venidera del G20 a reconocer esta situación, un esfuerzo por esconder las fallas de los programas dominantes, en particular desde 2008, detrás de la retórica de relaciones públicas, y la incapacidad para aprovechar la oportunidad de la próxima cumbre para presentar soluciones reales a estas crisis, no tendrá efectos en el reino de la virtualidad, sino en términos de la historia real y las vidas y la felicidad de miles de millones de personas.
Hay soluciones inmediatas a la mano, pero ellas requieren de la disposición de las instituciones prominentes para revisar los axiomas de los programas en curso y retornar a las programas que no solo han demostrado que son eficientes en situaciones anteriores, sino que representan también un nuevo paradigma, que puede sentar las bases para los próximos cien años de la especie humana y más allá.
Para dar esperanza de un futuro mejor para toda la humanidad, una esperanza que se ha perdido en muchas partes del mundo, la cumbre del G20 tiene que salir con una visión que ofrezca un remedio, una vía para superar esas crisis mencionadas, el establecimiento de un nivel superior de razón para hacer realidad las metas comunes de la humanidad.
1. La única expresión "práctica" de esa visión —y no es una contradicción en los términos— es la perspectiva de la Nueva Ruta de la Seda que ha puesto sobre el tapete y que ha implementado durante tres años ahora el gobierno chino. Hasta ahora, participan más de 70 países en varios aspectos y en los proyectos de desarrollo y de infraestructura del programa. Lo que China denomina una colaboración en que "todos ganan", en tales proyectos conjuntos, no es solo el único modo eficiente para superar la confrontación geopolítica, la raíz y causa de dos Guerras Mundiales en el siglo 20 y del peligro subyacente de una tercera guerra global hoy día, la cual, dadas las armas termonucleares existentes, sería una guerra de aniquilación. La perspectiva de "todos ganan" es también coherente con los principios de la Paz de Westfalia, según la cual, cualquier orden de paz exitoso se debe basar en el "interés del otro".
El concepto de la Nueva Ruta de la Seda se debe ampliar, por lo tanto, a todas las regiones del mundo como una oferta concreta para superar el subdesarrollo, como una "Ruta de la Seda Mundial". Si los Estados miembros del G20 emitieran esa promesa, con el compromiso solemne de vencer el hambre y la pobreza, y de proporcionar agua limpia para todos dentro de unos pocos años, algo que es inmediatamente factible en lo tecnológico, causaría una revolución de esperanza y de optimismo en el mundo.
2. Para eliminar los motivos de la migración en masa desde el Suroeste de Asia y de ífrica, así como el ambiente para el reclutamiento de terroristas, debe haber una perspectiva de desarrollo industrial integral para ambas regiones, lo cual no solo reconstruye esas regiones azotadas por la guerra, sino que pone sobre el tapete un plan integrado de infraestructura, industria, agricultura y educación, para transformar esas partes del mundo en zonas de alta productividad de las facultades del trabajo y de sus capacidades.
En general, los proyectos de la Ruta de la Seda Mundial se deben definir de tal modo que tengan el efecto óptimo sobre las facultades cognoscitivas de las poblaciones de los países respectivos, para facilitar el mejor aumento posible en la productividad de la economía mundial. El enfoque debe ser por tanto no solo el de la innovación, sino en los avances cualitativos en el entendimiento de los principios físicos de nuestro universo cualitativamente nuevos.
Ejemplo de esto son los programas de urgencia para el desarrollo de la energía de fusión termonuclear, la cual ofrecería la seguridad en energía y materias primas para la humanidad, así como el desarrollo de nuevos recursos hidráulicos mediante el empleo pacífico de la energía nuclear para la desalinización de grandes cantidades de agua del océano, la ionización de la humedad en la atmósfera y otras formas tecnológicas innovadoras.
La cooperación internacional en la investigación espacial, viajes y colonización, define la vía para los siguientes avances necesarios en la ciencia y en la tecnología. Asimismo, representan la plataforma orientada al futuro para un orden de paz para el siglo 21. Y lo más importante, marca la transformación de la especie humana hacia una conciencia superior de su propia identidad en tanto la única especia creativa conocida en el universo hasta ahora.
3. Un derrumbe descontrolado del sistema financiero del sector transatlántico amenazaría con dejar en un caos a muchas partes del mundo con consecuencias impredecibles. La mentada "caja de herramientas" de los instrumentos financieros, que se decidió luego de la crisis de 2008, en vez de implementar verdaderas reformas, se ha agotado. Los subsiguientes "instrumentos monetarios no ortodoxos", tales como la "emisión cuantitativa", las tasas de interés negativas y el "dinero del helicóptero", han producido en gran medida el efecto opuesto al que se buscaba.
El hecho de que se ha adoptado la restitución de la ley de separación bancaria de Franklin Roosevelt, la ley Glass-Steagall, en las plataformas electorales tanto del Partido Demócrata como del Republicano en Estados Unidos, y el hecho de que hay una creciente discusión en varios países europeos sobre la reducción del riesgo futuro del sistema financiero mediante la introducción del criterio de la Glass-Steagall en Europa también, crea una precondición muy favorable para acordar una Ley Glass-Steagall global en la próxima cumbre del G20.
Si la Cumbre del G20 pusiera la Ruta de la Seda Mundial en su agenda, el Sueño Chino se convertiría en el Sueño del Mundo.