09/May/2024
Editoriales

El que siembra cosecha

Apreciamos al que cosecha, pero nos inclinamos ante el que siembra. La obra y trayecto de Jorge Octavio Vázquez González ha sido la de ese sembrador que va dejando caer la simiente, ha sido sembrar y sembrar, por eso ha cosechado grandes afectos y amistades. Poseedor de dones que sólo brinda el creador, hombre de bien. Esposo í­ntegro, padre de familia ejemplar, modesto, caballeroso. Jamás se escucha de sus labios una opinión negativa o adversa hacia nadie.

Hombre cordial y sencillo. Testimonio de vida ejemplar. Aunque a veces el panorama se presente negativo y exista un clima de controversia, sabe con profunda filosofí­a hacer el rato amable. Por su obra cultural y en favor de los libros y la investigación, la Sociedad Mexicana de Geografí­a y Estadí­stica le entregó recientemente en la ciudad de México la Medalla "Lic. Benito Juárez" por conducto de su Presidente, Lic. Julio Zamora Bátiz.

De muy pocas personas se puede expresar que posean una integridad de valores y que se diga: "Es un hombre í­ntegro", pero con profunda satisfacción los que nos honramos de ser sus amigos podemos decir que es un hombre cabal e í­ntegro. Ese dí­a que lo vimos feliz en la entrega de la Medalla "Lic. Benito Juárez", en la ciudad de México, rodeado de su esposa y de sus hijas que tanto le aman, de sus amigos que lo estimamos y queremos profundamente, le testimoniamos nuestro afecto y nuestra amistad.

El mundo actual se estremece convulso ante las contradicciones que le agobian: Corrupción, robos, drogas, secuestros, crí­menes, asaltos, desempleos, economí­a angustiosa en muchos paí­ses. Si nos asomamos a los diarios y a los programas noticiosos esta es la panorámica universal y el perfil de la realidad que se vive en un mundo que grita ¡Basta! Porque parece estar llamado a sus propios funerales. Sin embargo, aún existe gente buena, gente noble que no es este un mundo sórdido que todo lo traduce a una compra venta de servicio, sino un mundo de seres humanos que tenemos derecho a progresar y hacer que los demás progresen

Jorge Octavio Vázquez González. Nacido en Monterrey, Nuevo León, el 17 de diciembre de 1961. Es el cuarto de ocho hijos del matrimonio formado por el Dr. Ildefonso Vázquez Santos y doña Orfelinda González Elizondo. Al mes y medio de nacido Jorge Octavio, la familia se trasladó a Reynosa, Tamaulipas. Era un tiempo en que no habí­a miedo. Con sus amigos, nuestro personaje nadaba en el Rí­o Bravo y pasaba de un lado al otro de la frontera. Los guardias fronterizos lo conocí­an. Cuando se presentaba en la aduana, le decí­an: Tú eres uno de los Vázquez. Pásale.

Desde niño, sus padres le inculcaron el valor de la lectura y lo que es el poder del conocimiento. "Mi padre era un médico militar í­ntegro y yo querí­a ser mejor que él. Debo reconocer que a pesar de lo hecho, todaví­a hoy en dí­a no consigo estar a la altura del polvo de la suela de sus zapatos". Sus padres querí­an preparar a los hijos para el futuro y que cuando ellos murieran les llevaran flores a su tumba. El pequeño Jorge Octavio le dijo un dí­a a su padre "Tu nunca te vas a morir".

Un dí­a el padre falleció y el hijo pensó en un mejor homenaje para su padre. Las flores se marchitan al poco tiempo. Pensó en un homenaje más permanente, para que el nombre de su padre no fuera olvidado. Así­ fue como un dí­a decidió crear la Fundación que lleva el nombre de su padre. Su madre, doña Orfelinda González Elizondo, aún vive y siempre está junto a su hijo. Le gusta la lectura, algo que ha inculcado a su hijo.

"Fuimos ocho hijos, tres mujeres y cinco varones. Somos hijos de la crisis", afirma. Un buen dí­a, don Jorge buscó la amistad de gente mayor. Por su esfuerzo, llegó a ser el mejor de su generación. Estudiaba en las escuelas de la frontera. Tomaba lo mejor de ambos lados. Así­ logró dominar el inglés y, por supuesto, el español. Desde pequeño se interesó en los negocios y en el servicio a los demás. Desde ese entonces, las ideas vinieron a su mente y ha conseguido ser un triunfador. Su vida transcurrí­a a uno y otro lado de la frontera, en Reynosa y en ciudades del otro lado como McAllen y Edimburg, Texas.

Desde su adolescencia, Jorge Vázquez descubrió la importancia del hábito de la lectura como base del desarrollo personal, dedicando parte de su tiempo a la difusión y venta de enciclopedias y diccionarios de prestigiadas editoriales extranjeras. Un dí­a de visita en Monterrey, pasó por las oficinas de Don Eugenio Garza Sada y su papá le dijo: "un dí­a puedes llegar a trabajar aquí­ para Don Eugenio". Y él pensó yo no quiero trabajar para Don Eugenio, yo quiero ser como él.

A los 45 años de edad, su padre sufrió el primer infarto. Con cuidados y con una vida sana, logró vivir hasta los 72 años. Entonces se dio cuenta que ya no contaba con ese apoyo y tuvo que nadar entre tiburones. Fijó lí­neas y estrategias y decidió darle un propósito a su vida. En cuanto a su padre, jamás lo ha olvidado y más que pensar en flores para su tumba, le ha impuesto su nombre a la Fundación, para que sea recordado por siempre y para evitar que las Bibliotecas de los grandes escritores de México salgan del paí­s. Las flores se marchitan, las buenas obras no.

Cursó la licenciatura de administración de empresas en el ITESM y realizó algunos cursos en los Estados Unidos, donde acostumbraba visitar y consultar algunas bibliotecas universitarias que albergaban acervos de importantes mexicanos. Su convicción por impedir que más colecciones de connacionales salieran de México, lo llevó a trabajar desde entonces en un proyecto cultural que concretarí­a más tarde. Casado desde hace más de 20 años con la Lic. Leonor Guzmán Martí­nez, su matrimonio fue engrandecido con el nacimiento de sus hijas Leonor del Carmen, Roberta Raquel y Beatriz Eugenia a quienes ha inculcado su gusto por el arte, la literatura y los viajes.

En el ámbito laboral se ha dedicado durante varias décadas a sus empresas vinculadas a los sectores de energí­a renovable, transportación especial, hidrocarburos, desarrollo sustentable y otros que lo han llevado a explorar oportunidades en favor del progreso industrial y el crecimiento económico de México. Su pasión por innovar, mejorar, descubrir, reformar e inventar productos y servicios en sus empresas le ha procurado el reconocimiento nacional e internacional en varias ocasiones.

Fue en 2010, cuando Jorge Vázquez encontró la oportunidad de llevar a cabo la obra cultural con la que habí­a soñado antes: la primera piedra para erigir la Fundación Dr. Ildefonso Vázquez Santos, A.C. (FIVS) estaba en su manos. Se trató del acervo del periodista mexicano Fernando Bení­tez Gutiérrez (1910-2000), que estaba a punto de ser vendido a una universidad norteamericana. Fue su capacidad de negociación y convencimiento lo que impidió la venta de este acervo y su destino a los Estados Unidos.

Desde hace 5 años, la FIVS es la actual depositaria y custodia de la biblioteca con casi 10 mil volúmenes, el archivo personal y la colección de arte prehispánico de Fernando Bení­tez, cuya casa sede se encuentra en el municipio de San Pedro Garza Garcí­a, N.L. Este logro cultural provocó el interés del Lic. Vázquez para conseguir otros acervos y colecciones mexicanas que reunieran las condiciones de valor y significado para el patrimonio cultural nacional.

Así­ fue como a finales del año pasado, fue concretada la cesión del acervo de don Israel Cavazos Garza (1923-2016) y de su esposa doña Lilia E. Villanueva López (1930-2008) a favor de la FIVS que tendrá un espacio para su consulta y difusión en una casa del Barrio antiguo de Monterrey. La biblioteca, el archivo personal, documental y gráfico, la colección de arte y objetos personales del cronista don Israel Cavazos serán puestos al dí­a y podrán consultarse por los visitantes, estudiantes, docentes e investigadores que así­ lo deseen.

Otro acervo que ha sido elegido por el Lic. Vázquez para formar parte de la colección general de la FIVS es el del escritor Eraclio Zepeda Ramos (1937-2015) y la poeta Elva Mací­as Grajales, esposa de Eraclio Zepeda. Esta biblioteca especializada en temas sobre el sureste mexicano, el archivo y la colección de arte del matrimonio Zepeda Macias serán albergados en una casona en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, conforme el proyecto original.

Es un empresario y promotor cultural a su manera. "No sé si vaya bien –nos dice--, pero hago mi mejor esfuerzo y quiero ser recordado por mi familia como un buen padre. Pero más que pensar en flores para mi tumba, deseo ser recordado como un creador de cadenas de valores culturales. Y para ello, ha pensado en crear fideicomisos que aseguren la permanencia de las bibliotecas que he rescatado para que sean disfrutadas por las nuevas generaciones de mexicanos".

A los jóvenes les recomienda: Primero: Ser cultos, leer y aprender. Segundo: Tener una estrategia de vida. Enseñarlos a ganar y a perder con humildad. Saber tomar decisiones y más que pensar en el enemigo, saber superarse a sí­ mismo. Tercero: Ante las estrategias de poder, recomienda siempre tener un ancla y esta ancla es la fe.

Para Jorge Octavio González Vázquez en la vida no debe haber lí­mites. El lí­mite es el cielo. Así­ ha transcurrido su vida, una vida sin muros y sin fronteras. Una vida con puentes y con mucha astucia para ayudar a los demás y al paí­s. Personas como él son necesarias.