Fue en diciembre de 1982 cuando se inició el proceso que se le llamó "modernización" de la economía mexicana y del país.
A partir de ese momento se dijo que se empezaría a dejar el "pasado" basado en las leyes y concepciones de la revolución mexicana como, por ejemplo; la idea de que el estado debería regir la economía y avanzar paulatinamente hacia el libre comercio y la privatización del sector público; dejar atrás la noción de "soberanía nacional" para entrar de lleno en la globalización abriendo la puerta de par en par a la inversión extranjera e ir imponiendo al país las políticas y lineamientos que postulaban los organismos internacionales o multilaterales como el FMI y el Banco Mundial.
Por supuesto también una "modernización democrática" con la creación de nuevos organismos electorales, varios partidos políticos nuevos y elecciones vigiladas por observadores internacionales. Todo esto, se nos dijo, habría de llevarnos a construir una economía moderna e industrializada y la prosperidad con altos salarios y muchas oportunidades para todos además de estabilidad económica y la paz social.
Pero no ha ocurrido así. Desde 1982 el crecimiento ha oscilado en alrededor de 2% en promedio y en estos últimos dos años se habla de porcentajes menores de crecimiento del PIB. El desempleo, la desintegración familias, los suicidios, la violencia y los crímenes aumentan día con día y, esto es quizá lo peor, lo que antes era patrimonio de los mexicanos como los recursos naturales o la energía ahora son propiedad extranjera o se encuentran concesionados a 20 o 50 años. Es decir, no podemos recurrir a ellos para iniciar un nuevo despegue económico simplemente porque no nos pertenecen. Viendo todo esto nos da la sensación de que en realidad en todo este proceso "modernizador" que creímos nos haría avanzar hacia adelante hemos avanzado pero solo para atrás.