Noviembre 18 de 1824: se decreta en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo a la ciudad de México como la residencia de los supremos poderes de la federación. El 31 de octubre de 1822 se había formado el Congreso Nacional Constituyente, que nombra como encargado del Poder Ejecutivo al triunvirato integrado por Bravo, Victoria y Negrete.
El 31 de enero de 1824, se disuelve oficialmente el Primer Imperio mexicano, y se ratifica la creación de la Federación Mexicana. Sin embargo, era indispensable ubicar física y oficialmente el sitio donde residirían los poderes nacionales, y para estos efectos, el decreto que hoy recordamos determina: el lugar de residencia de los poderes; identifica que será ciudad de México la comprendida en un círculo cuyo radio es de dos leguas medido desde el centro de la plaza mayor (Zócalo).
Esta decisión deberá ser delimitada y expresada en el terreno por dos peritos topógrafos, uno enviado por el Estado de México (esos territorios le pertenecían) y otro de la propia ciudad Capital. Como el siglo XIX fue pródigo en problemas y disputas de todos los bandos militares y políticos, y durante ese siglo –y los posteriores- la ciudad de México ha sido el escenario y objetivo de las manifestaciones, golpes de estado, revoluciones y problemas armados de este país. No es casual que las dos arteras invasiones extranjeras que hemos tenido, hayan tenido por objetivo tomar la capital pues eso significaba que el país estaba en sus manos.
Tanto la de Estados Unidos en 1847 – 1848; como la de Francia en 1864 – 1867. La ciudad de México fue llamada Distrito Federal (horrible nombre que nunca fue del agrado de muchos de nosotros) hasta que un justo decreto reciente le devolvió el señorío de llamarla Ciudad de México. Sea como se llamare, su papel ha sido y es determinante para la vida de todos los mexicanos, aún de aquellos que piensan que son muy autosuficientes y que para nada dependen de lo que suceda en la capital del país.
Los mexicanos tenemos en la ciudad de México a nuestras: casa, oficina, historia nacional, destino turístico natural, y la seguridad de existir como ciudadanos, no como súbditos que fuimos antes de la independencia. Todos los mexicanos debemos visitar a nuestra ciudad capital alguna vez, para conocerla, cuando menos el centro histórico, pues allí radican los poderes supremos de nuestra hermosa patria. Además, millones de extranjeros viajan desde lejanas tierras para degustar sus bellezas, y muchos mexicanos no conocen esta joya histórica y artística, patrimonio de la humanidad