11/May/2024
Editoriales

Los Hospitales de Monterrey. Primera parte

Desde la antigüedad hasta finales de la edad media -1400 d. C. aproximadamente- la salud en Occidente era atendida en las casas de los enfermos por médicos, chamanes y parteras. Aquella medicina era una mezcla de rituales mágico-religiosos y herbolaria. Sólo existían dos tipos de “hospitales”: los de sangre, o soldados heridos en las guerras; y los lazaretos, es decir, sitios en donde se apartaba a los infectados de  enfermedades trasmisibles como la lepra, la tuberculosis, la tisis, los “vómitos” y otras. 

 

En los hospitales de sangre se practicaba el arte de la amputación para controlar o erradicar las infecciones o gangrenas; y en los lazaretos se internaba a los enfermos sólo para contener las epidemias, apartándolos del resto de la población.  

 

En la Edad Media (400 d.C.-1400 d.C.) los judeo-cristianos tenían prohibido por norma religiosa abrir el cuerpo humano, por lo tanto no había cirugías, ni investigaciones anatómicas; la medicina se reducía a rezos y remedios naturales. 

 

Las órdenes religiosas de la Iglesia Católica sostenían orfanatos para huérfanos y asilos para ancianos, cuyo fin principal era darles un techo y comida, más que ayudarles con sus problemas de salud. 

 

El Primer Hospital moderno fue árabe del siglo VI

En cambio, el Corán sí permitía la investigación del cuerpo humano. Por eso los árabes tenían médicos y cirujanos con bases científicas. En un híbrido Centro de Estudios de medicina y atención a los enfermos, nació en el Siglo VI el primer hospital moderno en la ciudad de Gandishapur, antigua Persia hoy Irán. Otros hospitales del mundo árabe serían el Nosocomio Bizantino y el Martistan Islámico.

 

Para fines del Siglo XVI -transición de la Edad Media a la Ilustración- las órdenes religiosas como los franciscanos y los jesuitas copiaron el modelo de los árabes dando paso a la enseñanza y curación de enfermos, en la medida que la Iglesia católica fue flexibilizándose en el tema de la disección de cadáveres. 

 

Cuando los castellanos conquistaron los imperios mesoamericanos (Tenochca, Michoacano, Tlaxcalteca) fundaron “hospitales de Sangre” donde los frailes atendían desde soldados, e indígenas, hasta europeos. Pero cuando llegaban epidemias -de sarampión y viruela principalmente- se construían lazaretos apartados de las ciudades. 

 

Monterrey tenía en 1600 un Hospital

En 1596 Diego de Montemayor fundó la Ciudad de Monterrey y cuatro años después apareció la primera referencia de un hospital, aunque no se pueda identificar su ubicación ni su funcionamiento. La referencia es que Diego de Montemayor entregó en merced unas tierras y como referencia aparece un hospital: 

 

Merced hecha a favor de Juan López, vecino de ésta ciudad, de un solar para casa, "donde está la cruz, que está frontera del hospital, hacia el río"; el cacique Pisasequi, "que era de Juanes de Arteaga, con su gente; cuatro caballerías de tierra a un lado de tierras de Nuestra Señora, con agua del río de Santa Catalina, y otras cuatro que ya le habían sido dadas” al tiempo que se dieron y repartieron a los demás vecinos, que fué la primera vez que se vino a poblar, "a lindes de tierra de Domingo Manuel y "las he labrado y cultibado y sembrado trigo , maíz y frijol. Ante el gobernador Diego de Montemayor y Diego Días de Berlanga, escribano. Monterrey, 5 de junio de 1600.”
 

Cinco años después se ratificaba la merced: 

 

“Merced otorgada por el gobernador don Diego de Montemayor a Juan López, vecino de ésta ciudad y de los primeros pobladores de éste reino, de un solar para casa, "frontero al hospital"; de cuatro caballerías de tierra "a lado y a lindes de tierra de Nuestra Señora", con saca de agua del río de Santa Catalina y ojos de los Nogales; otras cuatro a lindes de las de Domingo Manuel, que unas y otras "se me repartieron a el tiempo que se dieron y repartieron a los demás vecinos, que fué la primera vez que se vino a poblar". 

 

El primer Hospital pudo ser un Lazareto

Existe la posibilidad de que se refirieran a un lazareto, pues entre 1519 y 1610 la Nueva España fue azotada por lo que se pensaba era viruela o sarampión -los indígenas le llamaban “cocoliztli”- que recorrió todo el virreinato, matando a un gran número de indígenas y españoles. Ahora sabemos que era salmonella entérica que pudo llegar a la Ciudad con los soldados o los colonos españoles, por indígenas o por africanos y de serlo, se requería un lugar para apartar a los infectados. 

 

Pero luego la palabra “hospital” desapareció de los documentos históricos de nuestra Ciudad. Los frailes médicos, los curanderos y las parteras atendían a los enfermos en sus casas, y fue hasta que llegó la pandemia mundial de la viruela -en 1789- cuando el obispo Andrés Ambrosio de la Vera y Gálvez compró la casona que debía ser del gobernador, ubicada en el cruce de las actuales calles de Mina y Padre Jardón y que hoy es el Museo de las Culturas Populares, o Casa del campesino. 

 

El Hospital para pobres de Nuestra Señora del Rosario

Esa casona se transformó en Hospital para pobres de Nuestra Señora del Rosario con 25 habitaciones, de las cuales 10 eran exclusivamente para mujeres, área que le llamaron “Hospital de Mujeres”. Cabían varios petates para tender a los enfermos, a quienes se les administraban yerbas sedantes, remedio secante para las postulas, tés calientes y caldos. Este hospital tenía una capilla, cocina y un patio.  

 

El Hospital Nuevo sirvió de Lazareto durante la epidemia de 1798

Sin embargo, el Hospital para Pobres de Nuestra Señora del Rosario pronto fue rebasado por la violencia de la epidemia. Afortunadamente al mismo tiempo que el azote de viruela se construía una extensión de la Ciudad hacia el norte, y entre los edificios en construcción se encontraba un Hospital (hoy Colegio Civil) que, inconcluso, empezó a funcionar como lazareto, como ya dijimos, para concentrar a los enfermos y tratar de acotar a la enfermedad: 

 

“(1798) En la sala capitular de la ciudad de Monterrey, a diez y siete días del mes de enero, juntos y congregados como lo tienen de uso y costumbre todos los señores que han compuesto la Junta de hoy y lo son el señor Presidente y Gobernador de la Provincia Teniente Coronel don Simón de Herrera y los señores Regidor Alférez Real don Joaquín Canales, Regidor Alguacil Mayor don Francisco Xavier de Urresti, Regidor Contador de Menores don Manuel de Sada, Regidor honorario don Froylán de Mier y Noriega, don Pedro Manuel de Llano, don Francisco de Arispe, don Manuel de la Rigada (…) no haber en esta ciudad (…) mas facultativo en medicina que el R. P. Fray Antonio de la Vera y Galbez, Religioso Lego (…) por caridad (…) Que se ponga un hospital provincial para recoger en el a los muchos pobres que deben sufrir la epidemia y viven en xacales con mucha miseria, y que se pida al Ilustrísimo Señor Obispo para este fin las llaves del hospital nuevo del que se encargara a un sujeto que por caridad quiera hacerse cargo del, buscando hombres y mujeres prácticos para la asistencia y curación de los enfermos”. 
 

El Hospital Nuevo contaba con amplios cuarterones ubicados en el frente de lo que hoy es el Colegio Civil, y tenía su cocina. En la plaza que existe al frente, se reunían las familias para saber de la salud de su enfermo, hacerle llegar un poco de alimento, y algunas dormían en pequeñas covachas, además de los vendedores.  

 

Agradece el Cabildo su labor a los trabajadores de la salud.

Cuando se dio por concluida la epidemia, luego de haber cobrado más de un millar de vidas y 11 mil 500 infectados en todo el Nuevo Reino de León, más de 3 mil fueron inoculados (sistema primitivo de vacunación): el Cabildo agradeció públicamente a los trabajadores de la salud: 

 

“9 de septiembre de 1798. Haviendo presentado el día siete de este mes el capitán don Pedro Herrera la cuenta general de cargo y data que ha seguido en el Hospital Provisional de Viruelas que voluntariamente ha administrado después de bien reconocida y examinada la aprovamos y acordamos se archive y que este Ayuntamiento de las debidas gracias a dicho capitán por la caridad, esmero y amor con que se trataron los pobres enfermos y el empeño con que ha servido a la patria sin dispensarse fatiga ni incomodidad para ello, y estando también sabedor este Ayuntamiento por haverlo así manifestado el señor Gobernador de que ya la epidemia de viruelas se ha acabado en este vecindario según las partes que ha recivido de los encargados de Barrios: acordamos (…) gracias al R.P. Fray Antonio de la Vera y Galvez por el incesante trabajo que ha tenido en la asistencia diaria de dicho Hospital y a los vecinos en particular en sus propias casas, todo lo cual ha hecho voluntariamente y lleno de caridad y amor con tan buen excito como se demostrara al fin de esta razón; y constándonos también que dicho R.P. necesita para su subsistencia de la limosna que voluntariamente quieran darles los feligreses de esta ciudad (…), determinamos se ponga en poder de su síndico para el expresado fin la cantidad de trescientos pesos: que a doña Josefa Ayala que estuvo en el Hospital de Mujeres, cuidándole se le de para gratificación veinte y un pesos, dos reales, a don José la Madrid que sirvió de practicante en el mismo veinte y dos pesos medio real y que los doscientos pesos que sobran en el fondo de esta limosna se inviertan a beneficio del público en la composición del puente que llaman de Guamande (Guerrero y Garibaldi) , entregándoselos para el efecto al Regidor Honorario y Mayordomo de Propios don José Froylán de Mier y Noriega.” 

 

Al término de la epidemia Monterrey se queda sin Hospitales

Acabada la epidemia se cerraron ambos hospitales; el del Rosario se convirtió en Colegio de Niñas; y el Hospital Nuevo en una ruina. 

 

Hasta el principio del Siglo XIX sólo hubo en el Nuevo Reino de León tres centros sanitarios, todos del tipo lazaretos, para cuidar infectados de epidemias, malos humores o pestes. 

 

 

Entre 1800 y 1810 llegaron al Nuevo Reino de León un refresco de tropas, principalmente de caballería. En ese momento la Ciudad no contaba con un cuartel adecuado, por lo que el ejército recién llegado se acuarteló en el Convento de San Andrés, que por su amplio patio podía servir caballeriza. Entre ellos venían dos médicos: el cirujano español Francisco Alanís y los practicantes Fray Benito de Austria y Fray Blas.  

 

Improvisan en el Convento de San Andrés el cuartel militar y un Hospital

En uno de los cuartos del Convento instalaron un pequeño consultorio con capacidad para hacer cirugías, como un pequeño hospital de “sangre”, es decir, para curación de soldados. Pero ante la falta de acciones militares, se atendía a la población general, además llegaban enfermos de todos los rincones de las Provincias Internas de Oriente, pues sólo en Saltillo había temporalmente médicos, mientras en Tampico y Matamoros había galenos sólo cuando llegaban barcos con ellos.  

 

Al inicio del Movimiento de Independencia, las tropas fueron trasladadas a San Luis Potosí. Los médicos se quedaron en el Convento de San Andrés, cuartel general de las Provincias Internas de Oriente, y por ello los heridos del ejército realista eran trasladados al Convento para su atención. El movimiento insurgente en la región venía a menos, pues la mayor parte de los cabecillas insurgentes fueron capturados en Acatita de Baján, en Coahuila; sin embargo Ignacio López Rayón y Bernardo Gutiérrez de Lara continuaron combatiendo al ejercito realista, así que el número de heridos aumentó.  

 

Llega el comandante Joaquín Arredondo y se instala en el “Hospital Nuevo”

Hasta que en 1811 llegó Joaquín de Arredondo con el nombramiento de Comandante General de las Provincias Internas d Oriente, para combatir a Gutiérrez de Lara y sus grupos guerrilleros. Arredondo era una fiera catalana, que contuvo a los insurgentes de la región. Ubicó su cartel General en Monterrey, cambiándolo del Convento de San Andrés al antes llamado “Hospital Nuevo”, al que llamaron Cuartel Real y a su área médica, Hospital Real. En 1814 recibió nuevos médicos, un cirujano de apellido Pagés y dos practicantes: Don Francisco Arjona, español, y José María Reyes. 

 

Con Bustamante de comandante general, Monterrey se convierte por primera vez en la capital médica de Las Provincias Internas de Oriente. 

En 1821, al triunfo del Movimiento de Independencia, Arredondo se fue a La Habana,  y México se convirtió en un Imperio encabezado por Agustín de Iturbide. El médico michoacano Anastasio Bustamante fue nombrado Comandante General de las Provincias Internas de Oriente. Bustamante atendía sus funciones militares y gubernativas, y consultaba a quien se le acercaba. Monterrey se convirtió en la capital médica de Texas, Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, además de San Luis Potosí donde ya había servido Bustamante. 

 

Bustamante pasaba parte de su día en el cuartel y parte en el Hospital Real. 

Continuará…

 

 

 

 

 

FUENTES 

Hamarneh S. Development of hospitals in Islam. Hist Mod All Sci 1962. 

Muriel J. Los hospitales de la Nueva España. Segunda edición, México, UNAM, Cruz Roja Mexicana; 1990.  

Los hospitales en el Puerto de Veracruz, 1760-1800. México. Colección Atarazanas, Instituto Veracruzano de Cultura, 1998.  

Miguel Angel Criado  «Desvelada la causa del misterioso ‘cocoliztli’, el mal que diezmó a los indios americanos». El País.  

ARCHIVO HISTÓRICO DE MONTERREY 

Actas de Cabildo: 17 de enero de 1798, 9 de septiembre de 1798. 

Colección Civil: Volumen 8, Expediente 10, folio 14; Volumen 23 – B, Expediente 7, 

foja 1.