Noviembre 30 de 1911: el presidente Francisco I. Madero sobrevuela la ciudad de México en un avión de una sola hélice. De esta forma entra al libro de los récords por ser el primer mandatario del mudo que se trepa a un aeroplano, pues en ese momento se consideraban aparatos de alto riesgo.
Pero aquí en México, tierra de gente atrevida, este hecho inaugura una nueva etapa en la revolución mexicana, pues recordemos que Madero la inició pero con su muerte detonó la etapa más cruda de esa lucha armada que costó un millón de vidas humanas. Así, en abril de 1913, el general Mondragón –secretario de guerra y marina- ordenó a Miguel Lebrija y a Juan Villasana, bombardear desde un avión el Campo Balbuena, en la ciudad de México, y los instruyó para que organizaran la Escuadrilla Aérea de la Milicia Auxiliar del Ejército, antecedente de la Fuerza Aérea Mexicana.
El 14 de abril de 1914, Gustavo Salinas y Teodoro Madariaga, bombardearon el buque de guerra Guerrero, el cual atacaba al buque cañonero Tampico, que estaba dominado por rebeldes contra Victoriano Huerta, con el final de que el buque Guerrero huyó. Don Venustiano Carranza –primer jefe del ejército constitucionalista- decreta la creación del Arma de Aviación Militar, en febrero 5 de 1915. El revolucionario Pancho Villa fue el iniciador de las tácticas bélicas aéreas, sin embargo, el uso de los aviones de combate en ese tiempo fue tan insignificante, que no se considera factor determinante para los resultados militares. Pero la idea salió de aquí al mundo, al grado de que actualmente nadie imagina una guerra sin el uso de aviones de combate. Qué pena que nuestra aportación haya servido para destruir cuando el talento mexicano debiera aportar avances constructivos, como sí se ha conseguido en los campos de la paz (García Robles), la electrónica (televisión de colores González Camarena), astronomía (estudio de los agujeros de ozono del universo, Mario Molina), y de literatura (Octavio Paz).