05/Oct/2024
Editoriales

Los Alcaldes de Monterrey. Décima cuarta parte. El descubrimiento de que la nuestra pudo ser una Ciudad Real

Francisco Xavier Flores, Alcalde Primero en 1732

 

Francisco Xavier Flores y Ábrego fue un saltillense nacido cerca de 1677. Su ascendencia familiar era de conquistadores de Mesoamérica y colonizadores del noreste del virreinato. Debido a ello, durante al menos tres generaciones, algunos de sus integrantes ocuparon cargos de administración y guerra.

 

FX Flores llegó a Monterrey casado con Apolonia de Morales Leiva – de familia minera potosina- para formar parte de las fuerzas militares que cuidaban la región contra los indios. Tuvo varios cargos militares en la región e incluso en la administración de Monterrey como alguacil y capitán.

 

Eligen a Flores como alcalde primero y a García de Pruneda como alcalde segundo

Francisco Xavier Flores y Ábrego fue electo alcalde primero de Monterrey en el año de 1732, junto con Juan García de Pruneda como alcalde segundo.

 

“Por cuanto se halla esta Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey capital de este reyno sin regidores que formen ayuntamiento para la elección de alcaldes ordinarios que administren justicia y por que esta dicha ciudad no pierda este antiguo explendor y honor que siempre ha gozado usando de la facultad real que en mí reside y hallarse hasta el día de hoy sin hacer elección de alcaldes ordinarios para este presente año de mil setecientos y treinta y dos con el motivo de haber fallecido don Bernardino de Meneses Monrroy y Mendoza Conde de Penalva gobernador y capitán general que fue de este dicho reyno y sus provincias he tenido por bien de nombrar y elegir por alcaldes ordinarios para este dicho año de treinta y dos en atención a la calidad y méritos que concurren en las personas de Don Francisco Xavier Flores y don Juan García de Pruneda al dicho don Francisco Xavier de primer voto y al dicho don Juan de Pruneda de segundo”

 

Recordemos las funciones de un alcalde primero

El alcalde primero era juez de todas las materias que abarcaban el derecho civil, es decir: derecho civil patrimonial (rentas, ventas, contratos), civil familiar (testamentos y su ejecución, adopciones, libertad de esclavos); civil mercantil (actos de comercio y relaciones entre los comerciantes) y asuntos laborales.

 

Resuelve el alcalde Flores una discrepancia en un asunto laboral

En este documento del archivo de nuestra Ciudad vemos cómo ante el alcalde Francisco Xavier Flores se ventila un asunto de un trabajador que reclama que se le pague su sueldo en cabras y no en dinero; incluso el trabajador devolvió el dinero, para no darse por pagado y prefirió esperar a que el alcalde ordenara que se le pague en ganado: 

 

“(8 de mayo) Miguel Ramírez, vecino del puesto de los Lermas, entrega a Ramón de la Garza, vecino en Términos de esta ciudad, 29 pesos que le debe de mayor cantidad que le desquitó, con trabajo, a 4 pesos al mes de salario. Hace la entrega ante la autoridad por negarse a recibirla en efectivo y sólo en cabras. Ante Francisco Javier Flores, alcalde ordinario. Testigos, José Javier Treviño, quien firmó por de la Garza, y Domingo Miguel Guajardo.”

Igualmente resuelve un asunto civil familiar, que revela una devoción religiosa

Veamos cómo un deudo vecino de San Miguel el Grande (hoy San Miguel Allende) solicita al alcalde Flores que, en su calidad de ejecutor de sentencias testamentarias, garantice que se entregue parte de la herencia al Convento de San Francisco y en particular al altar de Santa Ana, madre de Nuestra Señora Madre de Dios, esto también nos da luces que la Santa Ana debió haber gozado de la devoción de los reineros:

 

“(7 de junio) Cristóbal Bravo de Lagunas, vecino de la villa de San Miguel el Grande, en nombre de doña Clara Fernández, mujer legítima de don Lázaro Sáenz de Mendiola, vecinos de aquella Villa, en cumplimiento de cláusula testamentaria instituye y dota al altar de Ntra. Sra. Santa Ana, del convento e iglesia de San Francisco de Monterrey… ante el alcalde Francisco Xavier Flores…”

 

El alcalde Flores aclara qué era una hidalguía

Como parte del derecho familiar que veía el alcalde debía ser también fedatario de los logros y pureza de sangre que algún particular le presentaran para hacer valer algún derecho en la milicia, el clero, el gobierno, la adquisición de tierras. En este caso Juan José Sánchez Roel pide se le reconozca su hidalguía, es decir, que desciende de los soldados que expulsaron a los árabes de la península hispánica, y su “limpieza” es decir que no tenía ascendencia árabe o judía.

 

Documentación necesaria para la declaratoria de Hidalguía

La hidalguía se reconocía con títulos expedidos o sus copias al ex soldado de las declaraciones de otros ayuntamientos o comandancias militares; y la limpieza de sangre con la Fe de Bautizo de sus ascendientes (tres abuelos castellanos y cristianos -no judíos o musulmanes- era suficiente). el principal problema era la falsificación, por lo que los alcaldes debían tener conocimientos rudimentarios de heráldica o consultar con algún experto para saber si los sellos y escudos que aparecían en los documentos eran legítimos.

 

“(19 de septiembre) Don Juan José Sánchez Roel, vecino del real de Boca de Leones y residente en esta Ciudad pide y se le concede, certificación de los papeles que presenta: su fe de bautismo certificada por Francisco Caneino (sic) o Caneiro de Arriola, Escribano de S.M. y del Ayuntamiento de la Ciudad de Betanzos, en los reinos de Castilla, "de donde es mi origen por la que consta mi hidalguía y limpieza". Autoriza el testimonio el Cap. Francisco Javier Flores, Alcalde Ordinario. Testigos, Salvador Canales y Juan Manuel Orozco.”

 

¿Existió en Monterrey un Palacio Real?

Leyendo actas antiguas, nos encontramos con dos documentos inéditos, que podrían constituir un descubrimiento trascendental, porque es un posible proyecto fallido para hacer de la nuestra una Ciudad Real. Para empezar, veamos estos documentes, que abren la puerta y nos exigen continuar con esta investigación que daremos a conocer próximamente. 

 

Primer documento que habla del Palacio Real de Monterrey

En el primero de ellos, los alcaldes Francisco Xavier Flores y Juan García de Pruneda reconocen que el gobernador del Nuevo Reino de León, Don Joseph Fernández de Jáuregui y Urrutia (de 1731 a 1740), ha gastado de su propio capital seiscientos noventa y seis pesos en la “reedificación” del Palacio Real. El cabildo devolvió al señor gobernador la cantidad reclamada, sin embargo, es por demás llamativo que se refieran a la existencia de un “Palacio Real” en Monterrey, algo que no se había mencionado antes. Veamos:  

 

“En la ciudad de Monterrey, en ocho días del mes de octubre de mil setecientos y treinta y dos años los señores don Francisco Javier Flores, don Juan García de Pruneda, alcaldes ordinarios por Su Majestad en ella estando en presencia del señor gobernador y capitán general de este reyno se les hizo demostración por Su Señoría de una memoria en la cual consta a gastado dicho señor gobernador y capitán general en la redificación del real palacio de esta dicha ciudad hasta hoy dicho día la cantidad de seiscientos noventa y seis y medio mediante haberlo hallado sumamente deteriorado en cuya atención ha puesto la expresada cantidad de su propio caudal advirtiendo Su Señoría se lo satisfagan de los derechos de la real caja marca y para que así se ejecutase se habrió hoy dicho día con nuestra asistencia y se hayó en ella la cantidad de setenta y cinco pesos y siete reales lo que se le entregó a dicho señor gobernador para en cuenta de lo que fué expresado y para que conste ser así se le devolvió la dicha memoria firmada de nuestra mano y con testigos de asistencia y Su Señoría firmó con nosotros este auto en atención haber recibido los dichos setenta y cinco pesos y siete reales. 

Joseph Antonio Fernández de Jauregui Urrutia. Francisco Xavier Flores. Juan García de Pruneda. 1733”

 

Segundo documento del hipotético Palacio Real

En un segundo documento también se habla de una casa pública de enormes dimensiones. Considerando que las viviendas comunes eran de uno o dos cuartos construidos de adobe, esta construcción era de otro nivel de medidas. Para comenzar se especifica que existía vivienda “alta y baja” es decir dos pisos, y contaba con trece habitaciones, un pasillo                -seguramente arcada interior- escaleras y “dos piezas más”. En cuanto a su ubicación, estaba al sur de la Plaza -hoy Zaragoza-, y al norte del Convento de San Francisco, en donde hoy está el Palacio Municipal. Su tamaño y calidad de casa pública, y su ubicación la hacen candidata indudable a ser el hipotético “Palacio Real”.

 

‘… una casa pública de esta ciudad’, “y la principal vivienda alta y baja su fábrica es de adobe, con todos los techos de viga y tablas, y la menos principal con corral, corredor y tablas, dos escaleras y algunas oficinas cortas, de piedra, y los techos de morillos y tablas". Se compone "de trece piezas, un corredor, dos escaleras, su corral y dos piezas más, techadas, todas bien tratadas". Colinda por el norte con la plaza, por el sur con la calle que sale de San Francisco por el oriente con la bocacalle que media entre la casa y la de don Francisco de Larralde, por el norte casa de don José Eugenio de la Garza”.

 

¿Se tenía el proyecto de hacer a Monterrey una Ciudad Real?

Indiscutiblemente que Monterrey, jamás fue una Ciudad Real, pero este descubrimiento en nuestros archivos abre la posibilidad de que fuera un intento de elevarla a ese rango. Porque una “Ciudad Real” era aquella en la que podía residir el rey y asentar sus cortes; es decir, se trataba de un nivel superior a la Ciudad Metropolitana aunque, desde luego, inferior a la capital del reino, o sea la Ciudad de Madrid, pero con derecho a tener un diputado en las Cortes de Madrid. 

 

Monterrey tenía lo necesario para ser Ciudad real

Las Casas Reales estaban destinadas a ser la sede del Ayuntamiento, o en todo caso, para el gobernador. Así que, analizándolo en forma somera, Monterrey sí estaba lista para ser una Ciudad Real. Ya era el asiento de la comandancia militar de las provincias vecinas (Coahuila, Texas, Nuevo Santander). Además estaba ubicada estratégicamente. Era punto de comercio y riqueza. Era Ciudad Metropolitana con sus Casas Reales. Tenía derecho a diputado a Cortes indianas (con sede en la Ciudad de México) y contaba con un Colegio seminario (el de San Francisco Javier, de los jesuitas).

 

El único ‘pero’ era la inseguridad de la región

Desde luego que el problema de la seguridad era incómodo, pues la guerra contra los indios salvajes estaba en su apogeo, además la vecindad con la despoblada y anárquica Provincia de Texas y además con la semi abandonada colonia llamada El Nuevo Santander.

 

Sin embargo, la sola mención de un “Palacio Real” y la existencia de una construcción de esas dimensiones en torno a la plaza principal son señal clara de una intención de elevar el rango de nuestra Ciudad.

 

Desde luego que para continuar con la investigación de deben paleografiar algunos centenares de documentos del Archivo de Indias y del General de la Nación para saber si existió una solicitud, deseando para nuestra comodidad que ya estén digitalizados. Porque en caso contrario, deberemos ir personalmente a España.

 

Debemos señalar que en Nueva España alcanzaron el grado de Ciudad Real: México, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Valladolid, San Luis Potosí, Guadalajara, Guanajuato, Durango, Zacatecas, Arizpe-Sonora y Mérida. En el resto de América: Lima, Quito, Caracas y Venezuela. En estas ciudades había Palacios Reales destinados a los gobernadores o a los representantes del Rey.

 

Tal es el caso de la Ciudad de México, en donde el Ayuntamiento tenía sus propias Casas Reales y el Palacio Real era el del virrey -hoy Palacio Nacional-.

 

En Querétaro, que no era cabeza de provincia, sino parte de la provincia del Reino de México, estaba el Palacio Real donde vivía el Corregidor -representante del rey- y las Casas Reales -actual palacio municipal-.

 

En Antequera de Oaxaca -hoy Ciudad de Oaxaca- existía un Palacio Real donde despachaba el gobernador y funcionaba la Caja Real (tesorería regional) edificio que fue destruido por los continuos terremotos; y además contaba con sus Casas Reales, en donde hoy es el Palacio Municipal.

 

La sola posibilidad de tener un Palacio Real, convocaba a mejorar el entorno urbano

Aparentemente relacionado con la existencia del “Palacio Real” se arreglaron las calles de la Ciudad que convergían a él, se desmontaron los terrenos vecinos, y se amplió la acequia de la calle de San Francisco. Incluso la propia Plaza fue remozada, deshierbándose y aplanándose. Además se arreglaron las acequias de toda la Ciudad y se repararon puentes. Podemos asegurar que en general, el núcleo urbano de Monterrey fue mejorado.

 

Juan De García de Pruneda, Alcalde Segundo, 1732.

 

Juan de García de Pruneda era hijo de Luis García de Pruneda el regidor perpetuo de la Ciudad de quien hablamos en la parte número 13 de esta colección; un peninsular que tuvo numerosos cargos en la administración del Nuevo Reino de León, por ser amigo de varios virreyes.

 

Juan García de Pruneda ya había administrado la Ciudad como regidor y había ocupado otros cargos públicos.

 

El alcalde segundo Juan García de Pruneda hizo la tarea

Además de numerosos juicios por robo y asesinato, como alcalde segundo le correspondía juzgar los asuntos criminales y los administrativos -reclamos de particulares a la autoridad- así como los reclamos relacionados a conciliación de vecinos en asuntos no jurisdiccionales como está deuda de juego que veremos:

 

“Litigio entre don Nicolás de Ayesta y Julián de Gracia sobre deuda de mil barajas, ante el gobernador don José Antonio Fernández y Urrutia.”

 

El año de 1733 fue un año de relativa paz con los indígenas y de mejora en la estética urbana de la Ciudad. Conforme crecía la población, los alcaldes tenían más procesos judiciales que atender, además de la dirección del Cabildo, y la seguridad de la Ciudad.

 

Colofón respecto de la Ciudad Real

Ciertamente Monterrey, jamás fue decretada Ciudad Real, aunque sí existió la posibilidad de que se convirtiera en capital del Imperio Español. Esta tesis la postulamos porque luego de que en 1808 Napoleón Bonaparte conquistara la España peninsular, capturara al rey Carlos IV, lo obligara a abdicar en favor de su hijo Fernando VII -a quien también capturó-; en la Nueva España se fraguó un plan para liberarlo.

 

Al ser una conspiración se dificulta saber cuándo comenzó a prepararse, pero lo cierto es que el 9 de abril de 1809 el  virrey de Nueva España, Pedro Garibay inició comunicación epistolar con Antonio de Argumedo, rico vecino de Huejutla, Reino de México (hoy estado de Hidalgo). La idea era "sacar de Francia al más amado de los monarcas todos, nuestro rey y señor don Fernando VII".

 

El plan de rescatar a Fernando VII que convertiría a Monterrey 

en Capital del Imperio

Fernando VII se encontraba preso en el castillo de Valençay -actual departamento de Indre, Francia-. En la conspiración se pensaba evitar la participación de españoles peninsulares, y en su lugar un grupo de novohispanos radicados en España lo sacarían del castillo con violencia y rapidez y pondrían a Fernando VII en un caballo que, a todo galope, enfilaría con rumbo a Sevilla.

 

Una vez en Sevilla debía ser embarcado en una goleta (nave ligera y veloz) hacia América.

Hay correspondencia en la que se discute el destino de Fernando VII, si se lograba su liberación. Los virreinatos de Sudamérica quedaban descartados por su lejanía. Centroamérica, Cuba y la Florida porque su cercanía con la costa hacía viable un ataque de la armada francesa; Veracruz por ser obvio, se descartó ante la seguridad de que Francia cerraría o sitiaría ese puerto.

 

La opción más segura era que llegara a la Boca del Pánuco, Tampico, de ahí de nuevo a galope se trasladaría a Fernando VII a Monterrey, cabecera del Nuevo Reino de León. Un lugar seguro rodeado de montañas y protegido por fieles realistas o bien a otro lugar idóneo.

 

Ya estando Fernando VII, seguro en Monterrey o en otro lugar, se erigiría ahí el trono del Imperio Español, al menos mientras se determinaba la seguridad que ofrecía la Ciudad de México, Guanajuato o Querétaro.

 

El sueño de ver a Monterrey como capital del país, se cumplió hasta el siglo XIX

Todo quedó en ideas y planes que jamás se realizaron, pues no sería sino hasta el año de 1864 cuando, por decreto del presidente Benito Juárez, Monterrey se convertiría efímeramente en la Capital de la República Mexicana de abril a agosto de ese año. Pero en cuanto a nuestro relato de Monterrey, una Ciudad Real en tiempos coloniales, todo quedó en el tintero. 

Continuará…

 

Fuentes

 

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Archivo General de Indias, Indiferente virreinal, Correspondencia de virreyes, 1809, caja 2963, exp. 046, Proyecto que envía Don Antonio de Argumedo al virrey sobre cómo extraer al mando soberano Fernando 7° de los dominios de Francia. Huejutla

Proclama del virrey Garibay exhortando para que se faciliten recursos para sostener la guerra de España contra los franceses

 

Protocolos

ARCHIVO HISTÓRICO DE MONTERREY 

COLECCIÓN  Actas 

1 de enero de 1732

8 de octubre de 1832

COLECCIÓN PROTOCOLOS

VOLUMEN 12, EXPEDIENTE FOLIO 1710,  161 número 69

VOLUMEN 10, EXPEDIENTE FOLIO 1712,   127 número 71

VOLUMEN 12, EXPEDIENTE FOLIO 1, 178  número 5

VOLUMEN 12, EXPEDIENTE FOLIO 1, 229 número 89

VOLUMEN 12, EXPEDIENTE FOLIO 1712, 127 número 71

 

José Eleuterio González, Colección de noticias y documentos para la historia de estado de Nuevo León, UANL versión digital. (1867)