21/Nov/2024
Editoriales

Los Grandes Gobernadores de Nuevo León. Alfonso Martínez Domínguez, Tercera parte

 

En las dos partes anteriores comentamos la excepcional formación personal y política de Alfonso Martínez Domínguez. Su amistad con José López Portillo y su enemistad con Luis Echeverría; sus avatares para llegar a la candidatura del gobierno del estado, su triunfo electoral, y la primera parte de su sexenio, que coincidió con una gran tragedia económica nacional. 

La crisis económica del petróleo precipitó el fin del sexenio Lopezportillista. Hubo una impresionante fuga de capitales que provocó una despiadada devaluación del peso: de 25 por dólar pasó a 150.  Y sucedió lo que el mundo temía, México declaró moratoria de pagos en su deuda externa, desatándose además del estruendo exterior, cualquier cantidad de demandas entre particulares que agravó más el ominoso ambiente sobreviniendo niveles absurdos de inflación y la economía nacional se llevó de encuentro a Nuevo León con todo y su solvencia económica. 

Pero no hay mal que dure seis años, reza un refrán popular. Cuando llegó a la Presidencia Miguel de la Madrid Hurtado en diciembre de 1982, se creó una dependencia encargada específicamente de controlar el gasto de la administración pública llamada Contraloría General de la Federación. Además, se combatió la evasión fiscal y se atenuó la apocalíptica corrupción que suele acompañar a las tragedias.

 

El gobierno de Martínez Domínguez crea la Contraloría del Estado

Al ver este cuadro, el gobernador Alfonso Martínez Domínguez replicó ipso facto -en 1983- la figura en comento, creando la Dirección General de la Contraloría del Estado con la función de revisar, auditar y practicar inspecciones y peritajes de todos los gastos del gobierno estatal y de los municipios. También creó una Dirección de Apoyo Municipal para fortalecer las economías de los ayuntamientos, y ordenar sus obras. A fines de 1983 Martínez Domínguez redujo el gasto público realizando cambios en su administración, sin afectar la eficiencia.

La reorganización incluyó redistribuir las facultades de las nueve direcciones que dependían del gobernador, para quedar en seis. La Dirección Jurídica se convirtió en Secretaria Jurídica y Social absorbiendo las facultades de las antiguas Dirección de General de Asistencia Social, Dirección de Prevención Social y los Consejos Tutelares de Menores, adicionales a las de representación jurídica del gobierno.

 

Las audiencias públicas de Don Alfonso

La crisis económica perjudicó directamente a las clases más necesitadas. Martínez Domínguez reaccionó elevando a Secretaría la Comisión de Abastos del Estado, y multiplicando los Centros de Consumo Populares. Además, fortaleció una de las acciones insignes de su gobierno: las audiencias públicas. Abría las oficinas del Gobierno al menos una vez por semana para todo mundo, y ahora casi no concedía audiencias privadas para obligar a que todos fueran a las audiencias públicas. Era además de muy saludable, un agasajo ver en la misma fila a un modesto desempleado formado adelante de un encumbrado industrial. 

 

La lucha contra las invasiones de predios privados

En tales circunstancias económicas había muchas necesidades entre la población, y más entre los migrantes que llegaban a Monterrey. Familias desesperadas buscando dónde vivir, por lo que para 1984, la invasión de terrenos se había convertido en lugar común y negocio rentable para algunos líderes. El gobernador Martínez Domínguez actuó con mano firme, pues si no se daban seguridades a los propietarios, dejarían de pagar impuestos y lo peor, suspenderían sus inversiones agravando el problema. Apoyando a los migrantes y pobres que invadían por necesidad, se les reacomodaba en lotes de Fomerrey o en predios negociados con sus dueños, y se detuvo a varios líderes de colonos que incitaban a las invasiones. Entre estos últimos estuvo detenido unos días Alberto Anaya, líder de Tierra y Libertad. 

Por otro lado, para reactivar la maltrecha economía se buscaron nuevas actividades rentables. Se creó el Departamento de Fomento a la Minería que buscaba e iniciaba la explotación de yacimientos de dolomita, arena sílica, barita y fosforita. AMD Gestionó en 1983 que el municipio de Anáhuac fuera declarado zona fronteriza, potenciando el desarrollo para toda la zona norte, con la reducción del IVA, placas fronterizas, garita aduanal y facilidades para atraer maquiladoras. Y así se fue fortaleciendo cada uno de los municipios rurales.

Pero la devaluación dificultaba la importación de insumos y refacciones, paralizando a la industria, provocando despidos masivos y tensión entre patrones y trabajadores. En 1983 se elevaron el 100% de los conflictos colectivos de trabajo y un 45% los individuales. Frente a este complejo panorama, Martínez Domínguez, con su liderazgo característico, invitó a sindicatos, patrones y comerciantes a adherirse al Pacto Nacional de Solidaridad Económica buscando solución a los conflictos laborales por la vía de la conciliación. La respuesta fue favorable y con un incremento moderado de precios y salarios se pudo salvar la producción y un medio millón de empleos.

Sin embargo, eso no era suficiente. Martínez Domínguez gestionó que, en plena crisis, Nacional Financiera instalara en Monterrey algunos de sus principales fideicomisos como: el Fondo Nacional de Estudios y Proyectos (FONEP), Fondo de Garantía a la industria (FOGAIN), Programa de apoyo a la Pequeña y Mediana Industria (PAI), Fondo Nacional de Turismo (FONATUR); además de seis mil créditos para empresas nuevoleonesas.

 

El fomento a la cultura del agua y los cortes del servicio

A Don Alfonso no le gustaban las soluciones provisionales, siempre buscaba soluciones definitivas, así que desde el inicio de su gobierno planteó una solución integral a la escasez de agua que había hecho crisis no sólo por la falta de lluvias, sino también por falta de infraestructura para el abasto y distribución del preciado líquido. Para comenzar, convocó a los nuevoleoneses a fomentar La Cultura del Agua, ahorrando su consumo y –una vez más- su carisma de líder le ayudó a que la gente aceptara los cortes del suministro de agua domiciliaria en forma pacífica y ordenada. 

Se acabaron las famosas manifestaciones de amas de casa golpeando cacerolas en las calles. Los cortes del abasto de agua abarcaban por igual a las colonias de las clases altas como a las populares. Desde luego que había diferencias inevitables, pues mientras en las colonias pudientes había cisternas que se llenaban durante el horario de suministro, en las colonias populares, si las viviendas alcanzaban a lucir en su azotea un tinaco ya era un lujo, pero esos contrastes nadie puede erradicarlos. 

 

El Avión Bombardero de Nubes y el indio Cherokee

Mientras negociaba el inicio de las obras del Plan Hidráulico Monterrey I que traería agua de la cuenca de los ríos Pablillo y Camacho, Martínez Domínguez siempre estuvo en contacto con los nuevoleoneses, mostrando voluntad firme de vencer la adversidad. Enviando mensajes a todos los segmentos de la población, la gente lo vio contratando aviones para bombardear nubes con yoduro de plata para estimular la lluvia, hasta traerse de turista a un indio Cherokee que danzaba pidiendo ayuda a sus dioses para que lloviera en Nuevo León. Cierto que eso no solucionaba el problema, pero la gente veía el esfuerzo gubernamental para conseguirlo.

Y la solución al largo plazo era la continuación con Monterrey II y III, autorizado por el presidente López Portillo y operado por el secretario de SPP Miguel de la Madrid, quien sería el siguiente Presidente de México. Martínez Domínguez negoció que la Federación absorbiera todo el costo de Monterrey I, y mediante acuerdo de coordinación –ya con el Presidente De la Madrid-, la construcción de Monterrey II y III con grandes obras que rebasarían las necesidades de suministro de agua de la creciente ciudad en aquel tiempo. La presa Cerro Prieto, el Acueducto Linares-Monterrey y la Planta Potabilizadora “San Roque” son lo más lucidor del programa, pero faltaba infraestructura para distribuir el líquido. 

Para ello, Martínez Domínguez consiguió un crédito parcial de 90 millones de dólares del Banco Internacional de Desarrollo y BANOBRAS, para construir el Anillo de Transferencia del Área Metropolitana, de 70 kilómetros de longitud, 14 tanques de almacenamiento, 20 estaciones de bombeo, 95.1 kilómetros de redes de distribución y reposición de ramales, detección y control de fugas, obras de alcantarillado y la ampliación de la Planta Potabilizadora La Boca.  

En cuanto al drenaje sanitario, Monterrey III incluía 27.39 km de colectores y redes secundarias, además de las obras secundarias necesarias para estos colectores y redes. En total, las obras tuvieron un costo de 112.3 millones de dólares.

 

La Macroplaza acaba con el Monterrey feo y chaparro

Otra de sus grandes obras fue la Macroplaza, espacio abierto que sustituyó a un viejo casco saturado y deshabitado, aunque había algunas estructuras con algún valor arqueológico, en su mayoría las casas de ese espacio estaban abandonadas, y proliferaban –con honrosas excepciones- las cantinas mal hechas y otros centros de vicio poco agradables al turismo y a los propios regiomontanos. En total se reubicaron 283 familias y 310 negocios.

Ese casco viejo y descuidado fue sustituido por una plaza pública de enormes dimensiones que alcanza las 40 hectáreas, y que desde su inauguración se convirtió en el paseo de miles de familias regiomontanas y en importante atractivo turístico. La Macroplaza, que debiera llevar el nombre de AMD, según iniciativa perdida en las instancias oficiales, le dio señorío al centro de Monterrey, es el corazón de la ciudad y del estado, al unir los tres palacios: el Municipal, el Palacio de Gobierno, y el Federal. 

En la Macroplaza se encuentran también los tres poderes del Gobierno: Ejecutivo, Judicial y Legislativo. La Catedral de Monterrey, los templos del Sagrado Corazón y la Capilla de Dulces Nombres, así como los museos de Historia, MUNE, MARCO y Metropolitano de Monterrey. Además, los edificios históricos como el Casino Monterrey, El Banco Mercantil, el Hotel Monterrey, el Condominio Acero, el Círculo Mercantil Mutualista, el Edificio Latino, la torre del INFONAVIT, el Teatro de la Ciudad y la Biblioteca Fray Servando Teresa de Mier, entre otros.

También aloja a las importantes estatuas de Juárez, Morelos, Escobedo, Padre Mier, Diego de Montemayor, Zuazua, Madero, Zaragoza y otras de esa importancia. Las fuentes de La Vida, Cascada grande, Fuente Monterrey, Cascadas gemelas, Fuentes de copa y Fuente “El breve espacio”, además de otros monumentos como el Faro del Comercio, al Obrero, a Piporro, a La Madre, y termina con el Monumento al Sol. Después se conectó la Macroplaza por medio de una explanada con el paseo Santa Lucía, que inició el gobernador Sócrates Rizzo y terminó José N. González Parás.

Sin embargo, estas dos grandes obras de don Alfonso, la Macroplaza y la Presa Cerro Prieto no disminuyen otras obras públicas y su gran obra legislativa. Continuará…

 

 

Fuentes:

Génesis y Evolución de la Administración Pública de Nuevo León, Isabel Ortega Ridaura, Fondo Editorial Nuevo León.


Periódico Oficial del Estado de Nuevo León 1983, 1984 y 1985, versión electrónica

 

Página electrónica de Agua y Drenaje de Monterrey.