21/Nov/2024
Editoriales

Las Grandes Plazas de Monterrey. Las Alamedas, parte tres

En el año de 1856 el gobernador del Estado de Nuevo León y Coahuila, Santiago Vidaurri, se había propuesto reiniciar la construcción de la Alameda Nueva, que en realidad era sólo un bosque casi en breña. Sin embargo, ese año fue “tempestuoso” pues Santa Anna estaba recién vencido en 1855 y el gobierno de Comonfort aún luchaba con los conservadores por lo que se destinó una buena parte de los recursos económicos y humanos en favor de la Revolución de Ayutla. Esto repercutió entre otras cosas, en que casi no se invirtió en la Alameda Nueva, pero al año siguiente, en 1857, el Ayuntamiento presidido por Manuel María de Llano hizo otro intento:

Sesión ordinaria del 7 de Febrero de 1857 (…) si como Dios quiere el presente año fuere menos tempestuoso que el que nos há presedido se lleve á delante el prollecto de la alameda sobre que se han hecho en este año importantes compras

Tampoco se adelantó mucho, pero en 1858, Vidaurri inició el arbolado de varias plazas de la ciudad con olmos, encinos y fresnos de la región que no se compraron en los viveros sino que, para hacer rendir más el presupuesto, se desplantaron de los bosques locales y se trasplantaron en las plazas. Como era de esperarse, muchos de ellos no prendieron. Entre las plazas reforestadas con árboles replantados estaba la que se intentó llamar oficialmente “Alameda de la Purísima”, sin embargo, la gente nunca la aceptó como alameda. Desde aquel tiempo y hasta la fecha, se le llama “Plaza de la Purísima”. 

 

Vidaurri impulsa a la Alameda Nueva

Para la “Alameda del Repueblo del Norte”, es decir la Alameda Nueva, se tomó la precaución de oficializar la cuota de agua que la abastecía, asignándole ciertos “días de agua” o “tandas de agua” como también se les decía, que eran los turnos para regar los árboles con el agua de la acequia y que no necesariamente eran todas las veinticuatro horas del día. Veamos el Acta de Cabildo respectiva en donde además se habla de la instalación de “bocines” -un atavismo de bacín-, con el que denominaban a los platos o pilas de las fuentes, de donde la gente se llevaba agua en cántaros para su uso personal, pues no le gustaba beber directa de la acequia.

Sesion ordinaria del 1o de Marzo de 1858 Presidencia del Sr. Garcia Dávila (…) las bases ya acordadas (…) para la enajenación de la agua de Santa Catarina (…) en la agua del bocin de las quintas y tenerías (…) para el riego de la Alameda (…) en la plazuela de la Purisima y que (…) los bosines del Repueblo del norte (…)deban llevar veinte dias para (…) el regadio de la misma alameda pública (…): doy fé”. firmas

Como ya estaba normalizado el ejercicio del presupuesto y el gobernador Vidaurri aplicaba recursos federales, el Municipio fue adquiriendo los predios colindantes a la Alameda Nueva que llegó a tener una extensión de 16 manzanas. Al norte llegaba hasta la calle de Albino Espinosa; al sur hasta la calle de Washington; al oriente desde la actual calle de Pino Suárez, y al poniente hasta Villagrán. Es decir, que la Alameda tenía el doble de extensión que la actual.

 

El sistema de compra o adquisición de los predios colindantes era, en no pocas veces, por el sistema de permuta, y aquí vemos un ejemplo de ello con un terreno en la Alameda que se conmutó por otro junto al rastro (degüello) en el Repueble del Norte.

Sesión ordinaria del 7 de Julio de 1859. Presidencia del Señor Morelos (…) A mención del Señor Cantú se acordó la continuación de la obra del rastro del degolladero seguiría esta previniendo la cuenta de un (ilegible) de paja o fara de poco costo, que sirva de cocina a la arrendataria de otro que pertenece á la Ciudad en la mera plazuela de la Alameda y se venda previo avalúo de perito un carretón de la municipalidad que está inservible”. Nota: Se actualizó un poco la gramática para su mejor entendimiento.

En virtud de que era voluntad gubernamental expresa la erección de la Nueva Alameda, a fines de 1861 se contrató a una persona encargada de atenderla y además se le inyectaron recursos provenientes de las multas cobradas en distintos juzgados:

“(…) 24 de Diciembre de 1861. Presidencia del Señor Garza Don Fernando… Continuada la discusión del sueldo mensual de 15 pesos (…) al que cuida la alameda nueva por el Superior Gobierno se dispuso su cumplimiento desde el 10 del corriente mes. Se mandaron á su carpeta respectiva tres recibos de la Tesorería municipal con 10 pesos de multa enteradas por disposición del Juzgado 4o, 9 con 12 y 50 centavos de las que impuso el Juzgado 1o. y uno con 22 pesos como producto de diversiones públicas durante la prórroga de la función de la capilla destinados por disposición del C. Señor Gobernador a los gastos de la nueva alameda”.


Escándalo por un gasto no autorizado por el Cabildo

En 1863 la Alameda Nueva se reforestó con 501 naranjos. Pero el gasto no fue autorizado por el Cabildo, y tuvo que aprobarlo el gobernador Vidaurri, dándose una importante controversia pues para el Cabildo el precio era muy alto. Se recurrió a algunos peritajes y finalmente se llegó a un acuerdo:

“(…) 27 de abril de 1863. Presidencia del Señor Pérez… El Ciudadano Acalde 1o. dijo: que el recibo (…) de 207 pesos 53 centavos por trabajo de presos es proveniente de la manera que pasa á aplicar: con motivo de andar reclamando Don Cayetano Peña un mil dos pesos por 501 naranjos que trasplantó en la Alameda nueva por disposición del Ciudadano Acalde (…) sin dar conocimiento á esta Corporación contratarse precisamente en el precio, (…), lo llamó (…) que le señalara el último precio, y no queriendo consentir rebaja, se nombraron peritos (…) á los Señores Don Eduardo Casimiro García Dávila y Don Andrés de la Garza, y como hubiera divergencia de opiniones (…) dijo ser el último precio cada naranjo un peso, (…), pero con obligación de reponer cuantos se secaran ó pagárselos á seis reales sin esta condición: que admitida esta ordenó a la acabará de pagar (…) descontándosele el trabajo de los presos (…) á razón de 3 1/2 reales cada uno, (…) los 207 pesos 53 centavos que importa el recibo expresado, (…) y para que haya en todo tiempo constancia (…) la corporación dará cuenta de todo al Superior Gobierno pidiendo la aprobación: impuesto este cuerpo de lo relacionado adoptó lo iniciado por su presidente”.

 

Los árboles de naranjo sirvieron para cortejar a una señora

Esto fue todo un alboroto en la ciudad, pues se trataba de una suma de dinero muy grande para sólo unos árboles. Pero es necesario aclarar que en aquellos años el naranjo era un árbol muy exótico. Originario de la China, en el siglo XIV el explorador Ibn Battuta lo llevó al mundo árabe, y de ahí llegó a España, tal cual sucedió con otros árboles frutales provenientes de Arabia, como es el caso de la granada, por ejemplo. Al principio se le daba trato de curiosidad ornamental, no de producción, y pocos ejemplares llegaron a la Nueva España, y después al México independiente temprano. 

 

El antecedente es que en 1836 el general Mariano Arista ordenó traer algunos árboles de naranjo desde Morelia, pero con el romántico fin de cortejar a la señora Carmen Arredondo, esposa del doctor Gonzalitos. Así que, visto el contexto, plantar de golpe 501 naranjos como lo hizo el gobernador Santiago Vidaurri, era un lujo mayor que pocas ciudades podían darse. Fue hasta finales del siglo XIX que los cítricos en general, sobre todo el naranjo, se introdujo en Nuevo León como cosecha productiva.  

Después, cuando Vidaurri había dejado el poder, y Monterrey ocupado por franceses, los gobiernos del prefecto imperial Jesús María Aguirre y el alcalde, también imperialista, Jesús González Treviño, aceleraron las obras de la Nueva Alameda. Es que este proyecto cabía en el plan de embellecimiento del entorno urbano que impulsaban los franceses pero, a falta de dinero, incrementaron los impuestos municipales. De todas formas, la Alameda obtuvo nuevos árboles, se rehabilitaron sus banquetas y se alumbró. En las actas de Cabildo de la época salta de inmediato la curiosa expresión “centavopeso”. Porque en esos tiempos las fracciones de la moneda mexicana eran medio, real, grano, y fue hasta la llegada de los franceses que llegó la división centesimal, en centavos, y como ese imperio regía en diversos países, con todo tipo de monedas, aquí implantaron el concepto mencionado:

“(…) 15 de Noviembre de 1864 (…) La plantación de árboles en la plaza de Zaragoza y Alameda Nueva y el mayor orden y limpieza posibles en esta y a que proponga los arbitrios que halle por convenientes (…) para el gasto de alumbrado la contribuyen impuesta al comercio en remplaza de un centavopeso por vara de terreno que pagaban los propietarios: se acordó (…) que respecto a recomposiciones de banquetas, (ilegible) de pesos y medidas, plantación de árboles (…)y proponer arbitrios para mejorar el alumbrado (…) de ello se ocupan los Sres. Consejales, respectivos y (…) ha ordenado lo conveniente para obsequiar (…) los deseos de la Superioridad cuyos resultados se participaran en oportunidad: con tal fin se mandó pasar la comunicación a los comisiones que corresponde”. 


Se perfora el subsuelo de la Alameda Nueva para extraer agua

Terminada la invasión francesa, en 1869 se trató de extraer agua del subsuelo de la  Alameda Nueva, el líquido debía ser utilizado tanto para el ornato y riego del paseo, como para uso doméstico:

“(…) 3 de Marzo de 1869. Presidencia del C. Jesús Arreola y Ayala… C. Emilio Zambrano expuso: (…) que (…) la Junta Directiva de la Sociedad de pozos artesianos, cuyo Tenor es éste. 
"1a La empresa dedica a beneficio de la Ciudad de Monterrey el primer pozo artesano, que deberá abrirse en el centro de la Alameda nueva. En compensación de todos gastos hasta a haber extraído el agua y entregarla, la Ciudad dará á la Empresa la cantidad de seis mil pesos 
=2a. Si á la Ciudad conviniere entrar con la mitad de los gastos de perforación, sueldos de empleados y demás (…) y bajo la base de que éste sea de su exclusivo dominio, (…) ministrará á la empresa á la conclusión de la obra, sólo la suma de 4.000 pesos
= 3a. Sí prefiere la Ciudad tener una obra de mero ornato, y se limita á disfrutar tan solo de la agua necesaria para el abastecimiento de fuentes públicas, entonces percibirá en retribución 2.000 pesos. 
Advertencia. La Sociedad no tiene noticia de que una vez abierto un pozo, deje de ser brotante; sin embargo, para mayor garantía, ofrece restablecer el agua, si por una remota eventualidad se diese este caso de un año después de su entrega"… El C. Presidente incontinentí mandó á la secretaría diese lectura á la ley de desamortización expedida en 26 de Junio de 1856 en virtud de la cual se verificaron las ventas de aguas y como resultase de ella no poderse exigir su valor…


No se llegó a un acuerdo, pero sí quedó claro que las aguas del acueducto que nutría a la ciudad desde el Obispado habían dejado de ser propiedad de la Iglesia y que el municipio podía disponer de ellas


Tenía la Alameda Nueva un Guardabosque

En 1869 se nombró a un Guardabosque para la Alameda Nueva, cuyas funciones iban desde vigilar que no se pillara su equipamiento, hasta cuidar los intereses de la Ciudad, pues el concepto de Alameda era diferente al actual, ya que podía utilizarse como parcela de siembra con parte de los productos a favor del cuidador además, de proporcionarle vivienda:

15 de Noviembre de 1869. Presidencia del C. Hinojosa…  Otro (oficio), de los CC. Cárdenas y Morales (…)se conceda al C. Tomas Mendoza el cargo de Guarda Bosque de la Alameda Nueva, por seis pesos mensuales, con obligación por parte de la Ciudad de darle gente para plantar árboles y podarlos y se le permita cultivar la tierra desocupada (…), debiendo dedicar exclusivamente el agua al servicio de la Alameda, hacer por su cuenta el aseo de acequias y calles y los riegos, quedando en su favor dos jacales y un cuartito que se hallan en la expresada Alameda” 


Genaro Garza García hermosea a la Alameda Nueva

En mayo de 1878, el gobernador Genaro Garza García mandó a fabricar la “Fuente Chiquita” a la ciudad de Nueva York en un taller llamado Iron Works dirigido por el escultor Jordan Lawrence Mott. Al instalarse en la Alameda Nueva, tenía esta fuente un águila en su parte superior, pero con el tiempo, se perdió, digamos.Garza García también remodeló los andadores, banquetas y bancas, y se sustituyeron los árboles enfermos por otros nuevos. Hasta mediados de la década siguiente, la Alameda Nueva estaba intacta en cuanto a sus dimensiones.


 

Bernardo Reyes reduce la Alameda y construye una Penitenciaría

 

Pero en 1886 la Alameda –ya sin el apellido de “Nueva”- perdió la mitad de su extensión. El gobernador Bernardo Reyes construyó una Penitenciaría estatal entre las calles Pino Suárez, Aramberri, Amado Nervo y Espinosa; el resto del área entre Amado Nervo, Aramberri, Villagrán y Espinosa se vendió a particulares. Sin embargo, la Penitenciaría era una de las más modernas de su tiempo, y se construyó por mandato de la constitución de 1857 que establecía:


23. Para la abolición de la pena de muerte, queda a cargo del poder administrativo el establecer a la mayor brevedad, el régimen penitenciario.

Antes de la Carta de 1857 la pena al culpable de la comisión de un delito, era según la gravedad: multa, trabajo comunitario, leva, destierro o muerte, y para ese sistema se requerían sólo pequeñas cárceles mientras se juzgaba. 

Sin embargo, la ubicación de la penitenciaría tuvo algunos inconvenientes, como su cercanía con la Alameda, pues propició el establecimiento de la ilegal práctica llamada “ley fuga". Como la pena de muerte se prohibía por la Constitución cuando existiera penitenciaría le daban al reo, supuestamente, la oportunidad de huir por el lado de la Alameda y cuando había recorrido cierta distancia los guardias le disparaban a muerte, simulando que se trataba de una fuga. Esto además de ilegal, se aplicaba no sólo a delincuentes peligrosos sino a los enemigos del régimen.


Reconstruye Bernardo Reyes a la Alameda y la bautiza con el nombre de Díaz


Bernardo Reyes, representante auténtico del presidente Díaz, reconstruyó la Alameda para adaptarla a sus nuevas dimensiones. Edificó un monumento a la Victoria del 2 de abril de 1867, ensalzando la victoria militar más importante de Porfirio Díaz. Era un Monumento con una base rectangular y sobre ella un Ángel alado de la Victoria. Así, la Alameda lucía un nuevo aspecto y estaba lista para estrenar nombre:  

“(…) a los diez y ocho días del mes de noviembre de mil ochocientos ochenta y ocho: reunidos (…) el H. Ayuntamiento, los CC. Capitulares Lic. Sepúlveda, Lozano González, Garza, del Pilar, Olivo, Padilla y Doctor García Garza bajo la Presidencia del C. Gregorio Elizondo García, (…) sesión extraordinaria por disposición del C. Alcalde primero (…)conveniente dirigir una invitación general los habitantes todos de Monterrey para que concurrieran la mañana del día 1o. del entrante Diciembre la inauguración de la Alameda Porfirio Díaz con el fin de que la fiesta tuviera el mayor lucimiento, (…) la aprobación del gasto que se haga de erogar con ese motivo (…) acordaron por unanimidad que el C. Alcalde 1o. a nombre de la Asamblea Municipal, mandará imprimir la invitación (…) y se ordenará la tesorería pagará los gastos que se hicieran con motivo de la festividad (…) elevándose este acuerdo al conocimiento del C. Gobernador del Estado en solicitud de su superior aprobación.(…) doy fé. Firmas.

Así fue que la Alameda Porfirio Díaz se convirtió en uno de los paseos familiares favoritos de la sociedad regiomontana y a su vera se inició la construcción de hermosas casas de las familias ricas de la Ciudad.


Visita Porfirio Díaz a la Alameda y al Penal del Estado

En diciembre 1898 el propio presidente Díaz visitó la Alameda que llevaba su nombre para lo que se prepararon dos barcos en las entradas poniente y Oriente, uno dedicado a la libertad y el otro a la industria y al comercio. En la visita del 19 de diciembre hubo serenata (concierto) con música de Verdi y Lerdo de Tejada, además de fuegos pirotécnicos traídos desde Nueva York. El colofón de la visita fue la inauguración del Alumbrado eléctrico de este hermoso paseo familiar.

Tres años después, en 1901, se instaló un kiosco de pura forja construido en la empresa regiomontana Fundición y Elaboración de Maquinarias Monterrey, en el que se presentaban espectáculos musicales todos los fines de semana.

Sin embargo, todo cansa y para el primer lustro del siglo XX ya advertía cierta oposición nacional a Porfirio Díaz y a Bernardo Reyes en el ámbito local, así que para la elección de gobernador de 1903 se presentó con innegable fuerza el candidato opositor a gobernador del estado, Francisco E. Reyes. El 2 de abril de ese año, este candidato partió de la Alameda Porfirio Díaz con un contingente de 12 mil seguidores recorriendo las calles de Washington, Roble –hoy Juárez- y Matamoros, rumbo a la Plaza Zaragoza, sólo para ser dispersados a tiros por los agentes reyistas.

El año de 1906 el gerente de la compañía de Luz y Fuerza Motriz presentó en La Alameda el primer automóvil que llegaba a la ciudad: un Reliable Dayton, y la gente se reunió masivamente a admirarlo. Esto inauguraba la moda de hacer eventos populares en La Alameda.

Cuatro años después, en junio de 1910, con motivo de las celebraciones del centenario de la Independencia nacional, a la Alameda se le agregaron cuatro arcos en las esquinas diseñados por Paulino Decanini Galli. Además se erigió un monumento a los Héroes de la Independencia, Hidalgo, Allende, Aldama y Morelos.

Posteriormente llegaría la revolución contra Porfirio Díaz, y su imagen sería degradada. Por lo que, en 1916, el gobernador Pablo A. De la Garza retiró oficialmente su nombre de la Alameda, y durante la estancia de los revolucionarios en la ciudad fueron destruidos los arcos de la libertad y el comercio, así como el monumento a la Victoria del 2 de abril.

 

Continuará la Alameda Mariano Escobedo, época moderna…


 

 

FUENTES

ARCHIVO MONTERREY, ACTAS DE CABILDO

 7 de Febrero de 1857

 1 de Marzo de 1858

 7 de Julio de 1859

 24 de Diciembre de 1861

27 de abril de 1863.

15 de Noviembre de 1864

3 de Marzo de 1869.

 15 de Noviembre de 1869.

18 Noviembre de 1888

El Gral. Don Porfirio Díaz en Monterrey – UANL, cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020080943/1020080943.PDF

Núm das V - cdigital.dgb.uanl.mx

El programa original comprendía ocho días de actividades que posterior-mente se redujeron a cinco, del 19 al 23 de diciembre. Cumplidos los requisitos protocolarios de invitación y aceptación, y de

cdigital.dgb.uanl.mx

de José P. Saldaña