22/Nov/2024
Editoriales

Las Constituciones de Nuevo León, quinta parte. La Constitución de 1917

La Constitución de 1857 que estuvo en vigencia hasta 1916 respaldó los dos gobiernos continuos más largos de la historia de México: el de Benito Juárez que gobernó de 1857 a 1872 -quince años-, y el de Porfirio Díaz que gobernó ininterrumpidamente de 1884 a 1910, es decir 26 años, más un mes en 1876, y desde 1877 hasta 1880. Paradójicamente ambos gobernaron, por diferentes razones, en forma autocrática.

 

Juárez lo hizo por las facultades extraordinarias desde 1857 hasta 1867; primero por la Guerra de Reforma y luego por la invasión francesa; y Díaz gobernó dictatorialmente de 1888 a 1910.

 

El sistema político derivado de la Constitución de 1857 tardó en estabilizarse, como ya se dijo, por la Guerra de Reforma 1857 a 1860, y después por la invasión francesa de 1862 a 1867. 

 

En ese año de 1867 se celebraron elecciones resultando ganador Benito Juárez; en segundo lugar quedó Sebastián Lerdo de Tejada -ambos civiles-, y Juárez completó ese periodo en paz. En 1871 Juárez se reeligió triunfando sobre el militar Porfirio Díaz -que obtuvo sólo el 26% de la votación-, inconformándose con el resultado electoral y se alzó con el Plan de la Noria. Fue derrotado militarmente y Juárez tomó posesión por otro cuatrienio.

 

Pero un año después de iniciar su gobierno -en 1872-, Juárez murió, asumiendo el poder el presidente de la Suprema Corte, Sebastián Lerdo de Tejada, quien convocó a elecciones.

 

En ese mismo año de 1872 se celebraron elecciones extraordinarias y se reeligió Lerdo de Tejada perdiendo de nuevo Porfirio Díaz quien obtuvo sólo el 28% de los sufragios. Díaz aceptó su derrota de mala gana, y Lerdo terminó su gobierno en paz. 

 

En la elección de 1876 otra vez Lerdo de Tejada triunfó sobre Porfirio Díaz que en esta ocasión sólo obtuvo el 5% de los votos, pese a que la bandera de Porfirio Díaz era la no reelección. Este resultado electoral causó alarma entre los militares, pues ese evidenciaba que ya habían sido desplazados de las preferencias populares.

 

Tal circunstancia hizo que el Plan de Tuxtepec derrocara a Lerdo de Tejada y a su sucesor legítimo José María Iglesias, por lo que Díaz se apropió del poder en noviembre de 1876, dejándolo un mes después en manos del general Juan Nepomuceno Méndez. 

 

 

Méndez llamó a una elección extraordinaria en 1877, en un escenario sui generis, pues Díaz se deshizo de los aspirantes civiles exiliándolos y asustando a los que no se fueron. Así que ya sin Lerdo de Tejada e Iglesias, y sin los grandes líderes liberales Francisco Zarco, Ignacio Ramírez “El Nigromante” y Guillermo Prieto en posición de inscribirse en la contienda, Díaz fue candidato único y declarado presidente electo.

 

Porfirio Díaz gobernó de 1877 a 1880 dando continuidad al gobierno modernizador de Lerdo, en materia de instalación de líneas telegráficas y vías férreas, terminando en paz el cuatrienio.

 

En 1880 hubo elecciones participando el tamaulipeco Manuel González y el liberal Ignacio Luis Vallarta. Ganó González y en su gobierno se modificó la ley minera para que los extranjeros pudieran explotar el subsuelo libremente, incluyendo el petróleo. Y se modificó la Constitución para permitir la reelección no inmediata.

 

En 1884 Díaz se presentó como único candidato, ganó, y gobernó como liberal abriéndose a la inversión extranjera. Después se entendió que se había modificado la Constitución para permitir la reelección inmediata e indefinida. Así que en 1888 Díaz repitió la fórmula de ser candidato único. 

 

Por primera vez en la historia del país había paz y progreso, aunque sin democracia. Y se fue creando una nueva burguesía mexicana formada por amigos y parientes que colaboraban con Díaz, y muchos inversionistas europeos y norteamericanos. Pero también se fue formando una clase media de oficinistas, mayordomos, profesionistas, burócratas y comerciantes. 

 

Sin embargo, como no había quien los emancipara, en 1892 Díaz fue candidato único y en 1896 compitió con el independiente Nicolás Zúñiga y Miranda, que en realidad le hizo el ‘caldo gordo’ a Díaz, satirizando la endeble democracia. Zúñiga era un polímata -matemático, geólogo abogado, físico- autor de una máquina que pudo predecir un terremoto, pero como no funcionó con certeza, mejor dejó el proyecto. Esta máquina es la única que ha podido predecir terremotos en toda la historia de la humanidad.

 

En el periodo de 1892 a 1896, Porfirio Díaz dio un golpe de timón al eliminar su gabinete de viejos liberales como Felipe Berriozábal, Ignacio Luis Vallarta, Vicente Riva Palacio y otros, sustituyéndolos por el grupo llamado los “Científicos” que eran hijos de burgueses estudiados en el extranjero como José Yves Limantour Marquet, Francisco Z. Mena, Enrique C. Creel, que creían en la absoluta libertad económica -al estilo inglés-.

 

Así, el trabajo, la salud y el alimento entraron a la ley de oferta y demanda. Los patrones podían pagar un tostón diario (medio peso) y si había quien lo aceptara era legal. Pero esa injusticia fue creciendo hasta llegar a la moda de las llamadas “tiendas de raya” que incluían abarrotes, medicinas, alcohol y apuestas, en las cuales los trabajadores se endeudaban de por vida suya y la de sus descendientes.

 

En el campo había grandes empresarios agroindustriales que compraban a los campesinos sus tierras y luego los contrataban como jornaleros pagándoles con comida y techo. Además, en el campo, muchos mayas y yaquis fueron desplazados o asesinados.

 

En 1900, de nuevo Díaz se reeligió por otros cuatro años, pero a partir de ahí aumentó la inconformidad popular y el presidente terminó siendo sanguinario represor con matanzas como las del 2 de abril de 1903 en Monterrey, Cananea 1906, y Río Blanco en 1907.

 

Por eso, pesar del férreo control político, para 1904 ya había cuatro grupos opositores a Díaz:

 

1- Un grupo de científicos que querían un candidato más joven que continuara el programa de Díaz.

2- Un grupo que no quería cambios económicos, sólo democracia.

3- Reformadores moderados que querían democracia y libertades. 

4- Reformadores radicales, que iban desde comunistas hasta anarquistas.

 

La respuesta de Díaz -con el control del Legislativo- fue ampliar a seis años el periodo presidencial, y reinstaurar la vicepresidencia suprimida en 1847, alzándose con la victoria en 1904. Hasta allí el panorama político seguía más o menos controlado, pero a mediados de 1907, Díaz declaró al reportero norteamericano Creelman que en 1910 no se presentaría como candidato y que se abriría a la democracia.

 

Esto provocó que se emocionaran varios pre-candidatos: Bernardo Reyes (gobernador de Nuevo León), José Yves Limantour Marquet (ministro de Hacienda), el radical Jesús Flores Magón, el abogado tabasqueño José María Pino Suárez, José Vasconcelos, Francisco Vázquez Gómez -médico de Díaz-, y el que más simpatías tenía: Francisco I. Madero.

 

La oposición presentó la candidatura de la fórmula Madero presidente-Vázquez Gómez vicepresidente, versus la oficial de Díaz - Corral. Pero Díaz no quiso competir y detuvo en Monterrey a Madero, llevándolo preso a San Luis Potosí, quien de ahí huyó a San Antonio Texas desde donde lanzó un plan Revolucionario para estallar el 20 de noviembre de 1910, que prendió, iniciándose la Revolución Mexicana. No se batalló mucho para derrocar a Porfirio Díaz, así que se celebraron otras elecciones y Madero, ahora en fórmula con Pino Suárez, triunfó entrando a gobernar en noviembre de 1913.

 

Ya en la presidencia, Madero fue presionado por los grupos revolucionarios para llamar a un Constituyente. Los moderados pedían que se deshicieran las reformas hechas por Díaz que favorecieran a los extranjeros, hacendados e industriales; los radicales pedían implantar un sistema con amplias ventajas para el pueblo como derechos agrarios, laborales, educación, salud, jubilaciones, accidentes de trabajo.

 

Madero titubeó y en dos años los radicales como Zapata y Villa ya estaban alzados contra él y los exporfiristas fraguaban un golpe de estado. Esto culminó en la ‘Decena 

Trágica’, con la muerte de Madero y Pino Suarez. 

 

Se estableció una dictadura militarista encabezada por Victoriano Huerta, y combatida por exmaderistas y otros grupos como los sonorenses Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles entre muchos otros, liderados por el gobernador coahuilense Venustiano Carranza.

 

Huerta fue vencido a mediados de 1914. Entonces las facciones de los revolucionarios se entregaron a: los radicales dirigidos intelectualmente por Ricardo Flores Magón y militarmente por Zapata y Villa quienes querían un país comunista; y los moderados dirigidos Luis Cabrera y Pastor Rouax con Carranza al frente, querían volver al texto original de la Constitución de 1857, con algunas reformas democráticas.

 

Los Carrancistas -que eran los constitucionalistas- ganaron en las armas, y llamaron a un Congreso Constituyente, pero los Floresmagonistas y otros radicales obtuvieron bastantes curules. Por ello la Constitución del 5 de febrero de 1917 contiene garantías individuales -o libertades-, garantías sociales (para moderar la desigualdad social, con educación igualitaria, salud, derechos laborales, derechos agrarios), y propiedad privada más libertad de empresa; resultó ser un híbrido entre el socialismo y el liberalismo económico.

 

Establecía un Gobierno Republicano, con división de poderes, pero con una Federación muy fuerte y estados débiles. Los Estados también eran Republicanos con su propia división de poderes y el Municipio Libre.

 

Además contemplaba el Juicio de Amparo para proteger las libertades, un Juicio de Constitucionalidad para cuidar que ninguna autoridad invadiera las competencias de otra y el Juicio de Inconstitucionalidad para cuidar que ninguna ley fuera anticonstitucional.

 

En su momento fue la Constitución más moderna del mundo y la primera en tener derechos sociales. La Constitución de Rusia se promulgó hasta 1918, China copió la Reforma Agraria Mexicana en 1953, y España calcó el Sistema Educativo Mexicano en el año de 1923.

 

Ya con la Constitución promulgada, los Estados se dieron a la tarea de construir sus propias Constituciones. La primera en promulgarse fue la de Campeche, el 3 de julio de 1917, y Morelos la última el 16 de noviembre de 1930, la de Nuevo León fue publicada el 16 de diciembre de 1917.

 

Las Constituciones Estatales fueron prácticamente calcadas de la federal, Venustiano Carranza fue estricto en ello: Garantías individuales, República popular, democrática, federada; Tres poderes; y Municipios.

 

El Estado de Hidalgo encabezado por el gobernador Nicolás López Rubio trató de que la Constitución Estatal tuviera algunas variantes, pero fue presionado militarmente y fue un gobernador interino, Ernesto Castillo, quien promulgó la Constitución. No sin jaloneos, pues Carranza llegó a amenazar con disolver el Estado de Hidalgo si el Constituyente intentaba propasar el borrador acordado.

 

En Nuevo León, los Diputados Constituyentes Locales de 1917 fueron:

 

Agustín Garza Gonzalez; Santiago Roel; Galdino P. Quintanilla; José Treviño Flores;

Gregorio Morales Sánchez; Antonio Garza Zambrano; Manuel Sierra; Abel A. Lozano;

Enrique M. Martínez; Salomón Pérez Salinas; Everardo de la Garza; Alberto Chapa;

José María Charles, y Miguel Rincón Ríos.

 

Los trabajos del Congreso Constituyente iniciaron el 12 de septiembre de 1917 y las concluyeron el 22 de noviembre de 1917. La Constitución Local de Nuevo León fue promulgada el 16 de diciembre de de 1917 por el gobernador Nicéforo Zambrano (no por Alfredo Ricaud, como yo lo había escrito antes). El modelo no se apartaba de la Constitución Federal de 1917, ni de los lineamientos del Gobierno Revolucionario.

 

La Constitución de Nuevo León de 1917 garantizó estabilidad y paz como Nuevo León no había vivido desde épocas de la Independencia. Permitió el progreso, con un esquema, tal vez el más moderno en su época, pero toda obra legislativa necesita sus reformas para no quedar en letra muerta. Así nuestra Carta Magna Estatal de 1917 se ha modificado en repetidas ocasiones para adaptarse a los tiempos y a nuestra cambiante sociedad.

 

Los derechos humanos, antes garantías individuales, siguen siendo la base de la sociedad, pero se han agregado algunas garantías a las originarias como el derecho a la vida desde la concepción, la diversidad en todos sus aspectos, el derecho a elegir el número de hijos, la protección de mujeres, niños, ancianos, discapacitados y otros grupos vulnerables contra la discriminación oficial o la violencia particular.

 

Se han agregado los derechos a: alimentación, medio ambiente sano; se han constitucionalizado los derechos de niños, niñas y adolescentes. Se ha elevado la educación obligatoria hasta la preparatoria; el deporte y la cultura son un derecho, tenemos derecho al agua -con la correlativa obligación de cuidarla-. Igualdad en el trabajo y salarios, Libertad de comercio, industria y profesión -siendo lícitos-, Derecho a la propiedad privada, a la riqueza obtenida por el esfuerzo. Protección contra los monopolios y fomento a la competencia.

 

También hay procedimientos judiciales nuevos más rápidos y accesibles, las víctimas tienen derechos; esto es sólo en cuanto a libertades y derechos.

 

Pero han habido cinco grandes Reformas Electorales. La Nueva que se incluye en la Constitución, para algunos estudiosos no deberían estar en la constitución sino en las leyes y además por ser una calca de la Ley General de Instituciones y Procedimientos electorales, pareciera ser una incursión centralista, lo mismo sucede con los Códigos Nacionales de Procedimientos Penales, y el Acceso a la Información.

 

Pese a que existe libertad educativa, el Libro de Texto Nacional que en un tiempo fue una maravilla porque equilibró la educación en todos los estados, hoy es una imposición centralista que limita la enseñanza según las necesidades y realidades de cada Estado.

 

Tuvimos órganos autónomos y ciudadanos como la Comisión Estatal Electoral, la Comisión de Derechos Humanos, el Órgano de Acceso a la Educación, pero ahora son órganos nacionales.

 

Ha habido reformas para progresar y en este milenio para retroceder en nuestra soberanía. Por largos años estuvo prohibida la reelección de alcaldes y diputados locales, pero una ley federal lo permitió.

 

Todo error puede ser enmendado por el Constituyente Permanente, que es el mismo Congreso Local, pero también ha sucedido que se han conseguidos nuevos derechos, creado instituciones.

 

La realidad es que vivimos una estabilidad institucional, aunque cambien los partidos políticos pues nuestra Constitución es una Carta del pueblo, no de un Bando político.

 

Hoy celebramos nuestra vida Constitucional que, desde 1824, al ser creado el Estado de Nuevo León, ha sido una lucha permanente por el respeto a su soberanía. Para reivindicarla los nuevoleoneses hemos organizado fuertes protestas hasta el extremo de movimientos separatistas. Por eso debemos amar y defender a nuestra Constitución Local porque es nuestra expresión de soberanía.

 

Entre 1824 a 1869 no tuvimos leyes de procedimientos penales, y utilizábamos los Códigos españoles; y ahora desde 2014 tampoco tenemos, por eso utilizamos el Federal. Todos estos cambios constitucionales implican reformas a nuestra Carta Estatal.  

 

Pero el número de reformas constitucionales no significan necesariamente  imperfecciones en el texto constitucional, ni tampoco mejoras, sino la voluntad de los grupos que, por política algunas veces, y otras por presiones provenientes de necesidades de nuestra sociedad que se moderniza permanentemente. Por ejemplo, cuatro Reformas Electorales fueron para ciudadanizar y transparentar las elecciones, pero la última fue para entregar la soberanía del Estado en manos de la Federación.

 

La Constitución de Nuevo León de 1917 nos ha dado soberanía y progreso; es nuestro deber conservarla a salvo ante la invasión que la Federación hace sobre sus facultades. Nuestra Constitución nos ha dado paz y estabilidad; celebremos lo que hay que celebrar, protestemos, por la vía democrática lo que no debemos aceptar, pero vivamos siempre bajo el régimen constitucional.

 

Fuentes

 

Garza Santos, I. de la, “Procedimiento y práctica de la reforma a la Constitución en Nuevo León”, en Torres Estrada, Pedro y Núñez Torres, Michael, La Reforma Constitucional; sus implicaciones jurídicas y políticas en el contexto comparado, Cátedra Estado de Derecho, México, Porrúa.

Cerutti, Mario “Política estatal, industrialización y capitalismo en Monterrey (1890-1910)” Fondo Editorial Nuevo León

Silva Herzog, Jesús “Breve Historia de la Revolución Mexicana”.

Congreso del Estado de Nuevo León.