A finales del siglo XVIII, Monterrey se reducía casi a las mismas dimensiones originales de 1596. La mancha urbana iba desde lo que ahora son las calles de Juan Ignacio Ramón ( por donde emanaban los Ojos de Agua de Santa Lucía), llegando hasta las de Mina, Juárez, y Ocampo.
Los solares originales asignados a los fundadores eran amplios, del tamaño de una manzana urbana. Sin embargo, al paso del tiempo sus descendientes los subdividieron en lugar de pedir nuevas mercedes de tierra. Es decir, en lugar de que una familia viviera en una sola manzana ya vivían ocho o nueve familias, presentándose el fenómeno del hacinamiento y la contaminación del agua de las acequias que, en lugar de recibir desechos de una familia, recibían la de varias.
Los únicos edificios de consideración en la Ciudad eran: el convento de San Andrés, la Iglesia Parroquial, las Casas Reales y la casona que hoy es el Museo de las Culturas populares. Luego de que se expulsó a los Jesuitas, el Convento, Templo y Seminario que estaban en las actuales Padre Mier y Escobedo, eran ruinas donde pernoctaba ganado.
Llega el tercer obispo de Linares, Andrés Ambrosio Llanos y Valdés
En 1794 al llegar el tercer Obispo de Linares Andrés Ambrosio Llanos y Valdés (1791-1799), en una entrevista con fray Cristóbal Bellido y Fajardo, guardián del convento franciscano de San Andrés, el 26 de marzo de 1791, se enteró de los problemas sanitarios y el hacinamiento de la Ciudad y que sería conveniente moverla al norte o al menos extenderla.
Contrata Llanos y Valdés a Juan Bautista Crouset
Pronto Andrés Ambrosio Llanos y Valdés constató el problema de hacinamiento urbano, así que se inmediato trajo al maestro mayor de obras Juan Bautista Crouset nativo de Rouergue, Francia hoy Aveyron. Llanos y Valdés le solicitó la planificación de una “nueva ciudad” al norte de la población. Crouset desarrolló un proyecto de magnitudes similares a las de la Ciudad de México, que se le presentó al gobernador Manuel Bahamonde y Villamil, así como al cabildo de 1794. Todos quedaron muy satisfechos y se decidió arrancar el proyecto.
Se planeaba edificar una nueva Ciudad
En él se incluía la construcción de un nuevo complejo urbano de trazo cuadricular más amplio que toda la Ciudad de Monterrey. El proyecto contemplaba una nueva Catedral, nuevas Casas Reales, un Hospital Real, un Convento de Monjas Capuchinas y una nueva Plaza de Armas y otras cinco plazas.
Ambos poblados estarían comunicados por la Calle del Roble, rebautizada como de la Catedral Nueva, hoy avenida Juárez, que se amplió a quince varas, es decir, 17.85 metros, que era muy amplía para la época.
‘Compra’ el Cabildo la idea y proyecto de la Nueva Ciudad
El Cabildo de Monterrey ‘se puso las pilas’ realizando la mayor parte de las actividades para la construcción de la ‘Nueva Ciudad’ prestándole personal a Crouset para trazar las nuevas calles, desalojando a los vecinos labriegos y reubicándolos en los Tijerina y los Topos. Además prohibió la construcción en el antiguo asentamiento, y los trabajos físicos de albañilería y caminos fueron realizados por los presos de la cárcel de Monterrey a cambio de un pequeño sueldo.
Nombran gobernador a Simón de Herrera y Leyva
La iglesia por su parte, compró los materiales para los edificios nuevos que se comenzaron a construir. Todo iba bien, hasta que el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa nombró gobernador del Nuevo Reino de León a Simón de Herrera y Leyva (1795-1805) que entre sus primeras tarea fue levantar un censo, resultando que en 1796 vivían en la ciudad 6 mil 412 habitantes y en su comarca poco más de 8 mil.
La nueva Catedral debería tener dimensiones y suntuosidad similares a la de ciudad de México. Con un área de ochenta y cinco por cuarenta metros, esta edificación tendría tres naves y sería de estilo barroco. Comprendería la actual manzana entre Juárez, Guerrero, General Tapia e Isaac Garza. Y para 1798, algunas piezas de la nueva Catedral, ya habían sido terminadas.
Pudo Monterrey convertirse en una Ciudad de talla internacional
Además de la nueva Catedral, se construía el Convento para las monjas capuchinas, para educación de mujeres y reclusión de las delincuentes. También un Hospital que se convertiría en el Colegio civil. Y un colegio propaganda fidei (Propagación de la fe), es decir, un seminario donde no solo se formarían sacerdotes, sino doctores en derecho canónico, filosofía, teología, gramática, que sirvieran de maestros en otros seminarios.
Las obras de la Nueva ciudad avanzaban. Se desmontó el predio, se reorganizaba el urbanismo y avanzaba la construcción de algunos edificios, hasta que el Gobernador Simón de Herrera y Leyva preguntó al Obispo por el presupuesto. Llanos y Valdés informó que la inversión sería de 215 mil 320 pesos, cantidad que era demasiado grande para la economía de cualquier provincia.
Se derrumba el proyecto por falta de dinero y… llega la viruela!
Simón de Herrera y Leyva pidió el dinero al virrey Bucareli y Ursúa, quien luego de un proceso burocrático lo negó.
Adicionalmente a esta grave falta de recursos económicos, en 1797, proveniente de Tampico, un marinero o un comerciante acababan de traer la viruela a Monterrey. Ante semejante escenario, cuando el gobernador Herrera y Leyva denegó su apoyo económico para la “Nueva Ciudad”, el obispo Llanos Valdez, indignado, cambió su residencia a Saltillo.
Pero eso no resolvía el problema, sino todo lo contrario, pues a partir de 1798 se presentó una gran crisis en la Ciudad, pues la viruela se propagaba y los recursos municipales se habían agotado con la construcción de la ‘Nueva Ciudad’.
José Joaquín Canales, Alcalde Primero. Primer Periodo. 1798
Así termina el año 1797 y la elección del nuevo alcalde fue en enero de 1798 recayendo en José Joaquín Canales como alcalde primero y Fernando de Uribe como alcalde segundo:
“En la sala capitular del Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad de Monterrey, en primer día del mes de enero de mil setecientos noventa y ocho: Nos el Presidente don Simón de Herrera y Leiba, Teniente Coronel de Infantería Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reino de León, Subdelegado de [la] Real Hacienda y Comandante de sus Milicias, don José Joaquín Canales, Regidor Alférez Real, don Manuel de Sada, regidor Contador de Menores, y don Francisco Javier de Urresti, Regidor Alguacil Mayor: todos los que compusimos el acuerdo de este día para las elecciones anuales de cargos… respecto a que concurren todas las circunstancias y requisitos necesarios en los señores electos que son don José Joaquín Canales para Alcalde de primer voto, don Fernando de Uribe para el de segundo”
José Joaquín Canales era un candidato natural, pues su familia, dedicada al comercio, vivía desde antiguo en la Ciudad, y él ya había sido regidor.
Corresponde Canales al puesto de alcalde
Y le tocó una administración muy difícil, pues la epidemia empezaba a hacer estragos en la población y el cabildo quedó endeudado con Juan Crouset, a quien se le debían los dos planos de la “ciudad antigua” que había levantado.
“Expediente que contiene dos planos de la ciudad de Monterrey: 1) Plano que demuestra la situación de solares fabricados y sin fabricar de la ciudad de Monterrey, Nuevo Reino de León por el señor Gobernador don Simón de Herrera Leyva. Por Juan Crouset. Mapa en copia a color. Monterrey, 14 de julio de 1798.
2) Mapa de la situación de la ciudad de Monterrey del Nuevo Reino de León. El número de casas, de jacales o casas; el de pozos o norias; acequias de agua, varas castellanas que comprende de oriente a poniente, y de norte a sur; las diferencias que hay del piso que ocupa la ciudad. Mapa en copia a color. Lugar y fecha no especificada,”
Los históricos planos de Monterrey elaborados por Juan Crouset
Históricamente estos documentos son una joya, pero en aquel momento representaba un gasto enorme, pues se necesitaba dinero para combatir la viruela. En toda la ciudad no había más que un solo facultativo: fray Antonio de la Vera y Gálvez, médico de cabecera y cosmógrafo del primer obispo de Monterrey, Juan Antonio Sánchez.
Y como De La Vera no obedecía al Cabildo sino a la orden franciscana, el alcalde Canales se vio en la necesidad de pedir al Colegio de San Fernando en la Ciudad de México que permitiera al fraile quedarse en Monterrey para atender a los enfermos de viruela.
“Expediente movido por el Ilustre Cabildo de ésta ciudad, en virtud de la carta dirigida a él por el hermano fray Antonio de la Vera y Galvés del Colegio de San Fernando de México, sobre que permanezca en ésta ciudad.”
Inicia la escasez alimentaria
Sin embargo, la viruela continuaba avanzado, tomando por víctimas a muchos regiomontanos agricultores, comerciantes, y arrieros. Esto rompió la cadena productiva de la agricultura y comenzaron nuevos tiempos de escasez de alimentos. El alcalde propuso y el Cabildo aceptó almacenar los granos que se produjeran para que se suministraran entre la población vulnerable y que para resolver los problemas de la ciudad se consiguiera un préstamo.
“En la sala capitular de la ciudad de Monterrey, a trece días del mes de enero de mil setecientos noventa y ocho: Nos el Presidente don Simón de Herrera y Leiba, Teniente Coronel de Infantería Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reino de León, Subdelegado de [la] Real Hacienda y Comandante de sus Milicias, don José Joaquín Canales… según acostumbrados, hizo presente el señor Presidente la necesidad que había de hacer acopio de maíces para el corriente año por las escasas cosechas que esperaba en esta Provincia, dentro de él, y que para ello eran necesarios caudales que no tenía la ciudad… bucase dinero bien a rédito o en calidad de préstamo, a lo que se confirmó, y expuso tenía en calidad de préstamo todo el dinero que fuese necesario para el expresado fin, bajo el término y condiciones dichos”
Toma el alcalde Canales medidas draconianas para resistir el embate de Viruela
El alcalde Canales tomó nuevas medidas extremas. La Ciudad se dividió en cuadrantes para llevar un mejor conteo de los enfermos y muertos; se pidió dinero a la Iglesia, además del Nuevo Hospital (Colegio Civil) al que se fabricaron camas especiales para enfermos, se asignaron frailes, religiosas y voluntarios como enfermeros y se reservó la ayuda para los más pobres recomendando a los más acomodados que se recluyeran y cuidaran en sus casas. El hospital era prácticamente un lazareto, es decir, un asilo para infectados.
“En la sala capitular de la ciudad de Monterrey, a diez y siete días del mes de enero, juntos y congregados como lo tienen de uso y costumbre todos los señores que han compuesto la Junta de hoy y lo son el señor Presidente y Gobernador de la Provincia Teniente Coronel don Simón de Herrera y los señores alcalde Joaquín Canales… un papel muy circunstanciado sobre el modo y método que podía tomarse para precaver en cuanto fuese posible el cruel azote de la epidemia de viruelas a los habitantes de esta ciudad proponiendo… que el R. P. Fray Antonio de la Vera y Galbez, Religioso Lego del Convento de Propaganda Fide del Colegio de San Fernando de México que la ejerce por caridad, se le pidiese formase un plan del método que debía observarse para la curación de dichas viruelas… se mandó copiar para darle a los encargados de los Cuarteles y se archivó el ejemplar… Se pasó el oficio que se previene con la fecha del 18 del corriente. Contexto su Ilustrísima ofreciendo dar de pronto 300 pesos y que quedaban las llaves del Hospital a disposición del cabildo… se compraren fajadas y ropas necesarias para el socorro de los pobres y se hiciesen camas para los que habían de ir al Hospital y cuanto más se necesitase para el cuidado y socorro de estos… Que el Hospital provisional solo debe servir, atenido a los cortos fondos que hay para su subsistencia para los pobres de primera necesidad y de la ciudad, y que los que no sean enteramente necesitados se les socorra en sus casas con las medicinas que no puedan comprar, de lo que cuidarán los encargados de Barrio, a quienes se les pasara una instrucción de lo que deban practicar por el señor Presidente”
Además el alcalde Canales organizó las medidas de sanidad proporcionadas por el Rey; primeramente la distribución de medicamentos que eran solo jarabes y ungüentos.
La arcaica vacunación contra la viruela
El segundo programa fue vanguardista. La corona repartió por todo el imperio 2 mil niños enfermos de viruela. En cada población que llegaban, un médico o práctico pinchaba una pústula del niño enfermo con una lanceta o alfiler y luego pinchaba a alguien sano para inocularlo. Aunque ahora nos parece cruel, la inoculación redujo el número de muertes de 600 en 1797 y en 1798 se redujo a menos de 80 entre los inoculados. Dato curioso es que como la gente le tenía miedo al procedimiento, el gobernador Simón Herrera y Leyva fue el primero en inocularse y el alcalde Joaquín Canales hizo lo propio.
Otras actividades del alcalde José Joaquín Canales
Además del gran trabajo realizado para controlar los daños de la viruela, el alcalde Canales cumplió con sus otras obligaciones. Clausuró con tapias las construcciones inconclusas de la nueva catedral y el convento de las capuchinas. Repartió los solares ya trazados para agricultores. Y convirtió la calle de la “Nueva Catedral” o “del Roble” en el camino de salida norte de la ciudad.
Esta administración fue muy agitada, pues entre la falta de recursos y la viruela, se dio por clausurado el proyecto de la “Nueva Ciudad”. Pero el alcalde Canales fue muy hábil porque desechando el proyecto de Nueva Ciudad, aprovechó algunas instalaciones a medio terminar para contener la epidemia de Viruela y logró darle utilidad al “Hospital Nuevo”.
José Joaquín Canales, ocupó otros cargos entre ellos el de regidor perpetuo.
FERNANDO DE URIBE, ALCALDE SEGUNDO 1798
Fernando de Uribe, era un reinero de familia saltillense que se dedicaba a la milicia y al comercio de ganado. Como alcalde segundo, o Del Crimen, ventiló distintos juicios crimínales como el de este cuatrero que merodeaba el Valle del Pilón y el de la Mota.
“Causa criminal contra Enrique de Chapa, acusado de ladrón de ganado por el rumbo del Valle del Pilón y Mota.”
Otro expediente sobre varios trabajadores que repetidamente robaban a su patrón:
“Contra Miguel Osuna, Luis de Alvarado y Cirilo Flores, por robos que han hecho a don José Pablo de Arizpe.”
José Joaquín Canales, Alcalde Primero, Segundo Periodo. 1803
Después de haber hecho una gran labor como alcalde de la Ciudad en tiempos difíciles, a inicios del siglo XIX volvieron a elegir a José Joaquín Canales para que gobernara la Ciudad en el año 1803. En esta ocasión, el alcalde segundo fue José Francisco de Arizpe como alcalde segundo.
“En la ciudad de Monterrey, en primero de enero de este presente año de mil ochocientos y tres, estando juntos y congregados en nuestra Sala Capitular como lo tenemos de costumbre, Nos el presidente Don. Simón de Herrera Leyva, Teniente Coronel de Infantería, Gobernador Político y Militar de ésta provincia del Nuevo Reino de León, Comandante del Cuerpo de sus Milicias y Subdelegado de Hacienda y Guerra… Don José Joaquín Canales, Regidor Alférez Real, electo alcalde Ordinario de primer voto Don José Francisco Arizpe electo así mismo de segundo voto.”
A principios de año, el alcalde Canalés organizó las fiestas dedicadas al nombramiento del nuevo virrey José de Iturrigaray.
“En el día de la fecha he tomado posesión de los empleos de Virrey, Gobernador y Capitán General de estos dominios, Presidente de la Real Audiencia, de su Metrópoli y Superintendente Subdelegado de Real Hacienda que se digno conferirme la piedad, del Rey lo que aviso a Vuestra Señoría para su inteligencia y gobierno. Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. México 5 de enero de 1803 = Yturrigaray = Al Ilustre Ayuntamiento de Monterrey = Excelentísimo Señor = Ha recibido este Ayuntamiento con demasiada complacencia la noticia que Vuestra Excelencia se ha servido comunicarle por su superior oficio de cinco de éste mes, haciendo saber que en la fecha ha tomado posesión, de los empleos Virrey Gobernador y Capitán General de estos dominios, Presidente de la Real Audiencia, de su Metrópoli y Superintendente, Subdelegado de Real Hacienda, que ha tenido a bien conferirle la piedad del Rey se complace así mismo este Ayuntamiento por el acierto con que S.M. ha llenado esos destinos y distinguidos la benemérita persona de Vuestra Excelencia deseando al mismo tiempo que ocupándolos por muchos años con la mejor salud y toda felicidad sean a Vuestra Excelencia el más firme fundamento para proporcionar cuantos pueda apetecer. Dios Nuestro Señor guarde la vida de Vuestra Excelencia muchos años. Sala Capitular de Monterrey, del Nuevo Reino de León y enero 31 de 1 803”
Llega el obispo Feliciano Marín y Porras
En el mes de abril organizó la recepción del cuarto obispo de Linares Primo Feliciano Marín y Porras, lo que requirió adorno de la ciudad, comidas y festividades públicas:
“En la ciudad de Monterrey a trece días del mes de abril de este corriente año de mil ocho cientos y tres. Estando juntos y congregados en esta nuestra Sala Capitular como lo tenemos de costumbre, Nos. Don José Joaquín Canales, Regidor Alférez Real y Alcalde Ordinario de primer voto, en quién reside el Gobierno Civil y Político por ausencia del Señor Gobernador de esta provincia con superior licencia, Don Francisco Javier de Urresti, Regidor Alguacil Mayor, el Capitán Don José María de Sada, Procurador Síndico Personero, los cuales hemos compuesto la junta de éste día en la que habida consideración a los justos motivos que nos asisten hemos determinado expedir el oficio del tenor siguiente= Al entrar en esta Ciudad el Ilustrísimo señor Doctor Don Primo Feliciano Marín Obispo de éste Nuevo Reino de León de cuyo gobierno está ya aposesionado debe este Ayuntamiento manifestar el aplauso con que recibe a un prelado que tiene dadas unas pruebas nada equivocas de ser un verdadero pastor y legítimo padre de la Patria Y deseando que sea con aquellas demostraciones que mas vivamente puedan manifestar su regocijo y la gratitud con que debe corresponder a su paternal amor; en acuerdo que para el efecto ha celebrado en éste día determinó el comisionar a Vuestra Merced (como el presente así lo ejecuta) para que en el modo mas posible y acomodado a las circunstancias del pueblo prevenga y disponga la solemnidad y festejos con que se verifique el recibimiento, en la inteligencia de que advirtiendo a Vuestra Merced que para poner en ejecución lo que conduzca a llenar los deseos de este Cuerpo se ofrece algún inconveniente o dificultad que no pueda allanar por si solo y en virtud de la comisión, que se le confiere inmediatamente dar el aviso que corresponde a el señor presidente, en quien reside la real justicia por la ausencia con superior permiso del señor Gobernador de esta provincia, para que tome las providencias que convengan a remover el impedimento. Dios Nuestro Señor guarde la vida de Vuestra Merced muchos años. Sala Capitular de Monterrey, abril 13 de 1803 = Señor Alcalde Ordinario de Segundo Voto Don José Francisco de Arizpe = José Joaquín Canales - Francisco Xavier de Urresti - José María de Sada.”
Posiblemente por algún viaje del gobernador Simón de Herrera y Leyva, el alcalde Canales encabezó tanto la gubernatura como la alcaldía. Pero continuó trabajando para la Ciudad ordenando que todos los lotes baldíos fueran convertidos en corrales para el común. Esta medida la tomó ante el trazado de lotes de la malograda “Nueva Ciudad” y además los lotes que quedaron sin dueño luego de la viruela:
“Bando enviado por José Joaquín Canales, alcalde ordinario de Monterrey, y en quien reside el Gobierno Civil y Político por ausencia del Gobernador de la Provincia, comunicando a Juan Francisco Arizpe, alcalde ordinario de segundo voto, y al capitán José Agabo de Ayala, para que conviertan los solares desiertos, contiguos de casas y fábricas en cercas y corrales.”
José Joaquín Canales murió en nuestra ciudad de Monterrey.
José Francisco De Arizpe, Alcalde Segundo. 1803
El alcalde segundo De Arizpe ya había ocupado todo tipo de cargos en el ayuntamiento y en las milicias locales. Sin embargo, atendía sus obligaciones como alcalde del Crimen. Entre los juicios que destacan durante su mandato ocurrió este robo a una tienda:
“Contra Vicente Tijerina, por robo en la tienda de don José Andrés Sobrevilla.”
Atendió otro juicio contra un amo que castigó por su propia mano a su sirviente, cuando debió haber ido al alcalde a denunciar la falta.
“Contra don José Espiridión de Treviño por haber azotado a Ignacio Martínez, sirviente, por decir malas palabras”
Lo mismo hizo enjuiciando a un hombre acusado de robar ganado.
“Causa contra Tomás Vargas por ladrón cuatrero.”
Arizpe tuvo distintos cargos en el gobierno, se ignora dónde murió.
FUENTES
ARCHIVO HISTÓRICO DE MONTERREY
COLECCIÓN PROTOCOLOS
VOLUMEN 24, EXPEDIENTE 1 FOLIO 103 NÚMERO 44
COLECCIÓN CRIMINAL
VOLUMEN 33 EXPEDIENTE 585
VOLUMEN 33 EXPEDIENTE 578
VOLUMEN 33 EXPEDIENTE 576
VOLUMEN 35 EXPEDIENTE 625
VOLUMEN 35 EXPEDIENTE 621
COLECCIÓN CIVIL
VOLUMEN 147, EXPEDIENTE . 12, FOLIO 39v.
COLECCIÓN CORRESPONDENCIA
VOLUMEN 2 EXPEDIENTE 132 FOLIO 3
ACTAS DE CABILDO
1º de enero de 1798
13 de enero de 1798
17 de enero de 1798
1º de enero de 1803
5 de enero de 1803
13 de abril de 1803