PRIMER PERIODO, Nicolás Ochoa de Elejalde, Alcalde Primero, 1660
Reinero (antiguo gentilicio de los nacidos en el Nuevo Reino de León); Nicolás Ochoa Elizalde nació en la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en 1626. Su familia se dedicaba a la minería en el territorio que mediaba entre Monterrey y Saltillo, incluyendo el Cerro de las Mitras. Desde joven ingresó a las milicias llegando a ser alférez (Oficial de graduación menor, inmediatamente inferior a teniente).
San Agustín, llamó Ochoa de Elejalde a la hoy Ciudad Guadalupe
A los 30 años de edad, en 1658, compró la Hacienda de la Cruz -hoy Ciudad Guadalupe- a la que rebautizó como San Agustín, reactivándola. Este nombre duró hasta que Barbadillo castigó a los encomenderos quitándoles indios, tierras y cambiándole el nombre por el de Nuestra Señora de Guadalupe de los Tlaxcaltecas. Su presencia era innegable, así que Nicolás Ochoa Elejalde fue electo alcalde primero de Monterrey en el año de 1660.
Nicolás Ochoa de Elejalde, un alcalde con sensibilidad social
Ya gobernando, mostró sensibilidad desde el principio implementando acciones sociales, como proveer de ropa a los pobres, especialmente a los indios encomendados, que conservaban la costumbre de andar desnudos:
‘…asistir al repartimiento de la ropa que los encomenderos deben dar a los indios encomendados’. Comprende: las haciendas de San Mateo, del puesto del Pilón, del capitán Alonso de León; de San Juan, del capitán don Juan de Zuñiga; villa de Cadereyta; de San Sebastián, de los herederos de Juan Pérez de Lerma; de San Antonio, de Sebastián García; de San Agustín, del alférez Nicolás de Ochoa;…”
Frena el alcalde Ochoa de Elejalde los abusos de comerciantes
A medio periodo gubernamental, en junio, el alcalde Ochoa de Elejalde inició una campaña para moderar los precios de los productos que los mercaderes vendían a más del doble precio que en otras plazas, cuando las leyes prevenían los abusos:
‘… En la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey del Nuevo Reyno de León, en cuatro días del mes de julio de mil y seiscientos y sesenta años, estando juntos en nuestro Cabildo y Ayuntamiento para tratar y conferir cosas tocantes al bien y aumento de la república, encomenderos y mineros y demás vecinos de ella y paz pública, somos a saber el alférez Nicolás Ochoa de Elejalde y Joseph de Treviño alcaldes ordinarios en ella por Su Majestad… decimos que por cuanto en deservicio de Dios Nuestro Señor y sus reales justicias, algunos mercaderes que entran a esta ciudad y reyno… venden las mercaderías y demás cosas comestibles a altos y subidos precios… pidiendo por la onza de seda a cuatro y a cinco pesos habiendo venido naos de China… los campeches a cuatro pesos y medio valiendo la manta en la ciudad de Zacatecas lo más a ocho pesos y las cajetas de a cinco tomines darlas a veinte, excediendo de los mandatos del señor gobernador y todos los demás géneros a este tono, llevando ganancias de a doscientos por ciento, cosa que no se debe permitir por leyes y pragmáticas reales…’
Se topa el alcalde Ochoa de Elejalde con el infuyentismo en la Ciudad
Desde febrero, el cabildo había girado instrucciones a los propietarios de tierras que prestaran, cada quien, dos trabajadores para la limpieza y desmonte de la Ciudad. Sin embargo, no todos cumplieron, comenzando con algunos propietarios descendientes de los fundadores Diego Ayala y Diego Rodríguez de Montemayor. También se quitaron los árboles de los caminos con lo que se ensancharon las calles, y se ordenó la construcción de puentes sobre las acequias que seguramente eran solo tablados:
‘En la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey del Nuevo Reyno de León, en catorce días del mes de agosto de mil y seiscientos y sesenta años, el Cabildo Justicia y Regimiento de dicha ciudad y reyno por Su Majestad, somos a saber el alférez Nicolás Ochoa de Elejalde y Joseph de Treviño alcaldes ordinarios…decimos que por cuanto en nuestro Cabildo y Ayuntamiento decretamos y mandamos por auto de siete días del mes de febrero de este presente año, que todos los labradores y encomenderos de este reyno enviasen dos indios chichimecas a la limpieza de las acequias y de sus casas y viviendas, so la pena que en ella está impuesta de doce pesos en reales el que lo contrario hiciere y los vecinos sus pertenencias pedido a pedimento de Francisco Botello de Morales procurador general de dicha ciudad, cuyo auto no se cumplió ni observó por algunos de los dichos encomenderos, como por el contrario y han incurrido en él los siguientes: El capitán Juan Cavazos, el capitán Joseph de Ayala, el alférez Pedro de la Garza, Juan de Olivares, Diego de Ayala, la hacienda de Santa Catalina, la de los Nogales, Diego Rodríguez de Montemayor, la del general Juan de Zavala… que todos los encomenderos y vecinos acudan con su gente a limpiar y desmontar los mezquites y árboles con que esta dicha ciudad está sofocada y cerrados los pasos de las entradas y salidas de ella y ansí mesmo acudan a limpiar las acequias por donde viene el agua a esta ciudad, por cuanto están ya ciegas y se teme en entrando los calores alguna peste, por las inmundicias que echan dentro sin atención del vecino que se sigue y que por las partes donde entran y salen las caballadas que tienen los vecinos de esta dicha ciudad, desbaratan las acequias y de ello se sigue daño para poder venir el agua, lo que pido hagan dichos vecinos puentes por donde entren y salgan sin perjuicio en las acequias’
Joseph de Treviño, Alcalde Segundo, en 1660
Joseph de Treviño, cuyo apellido aparece castellanizado “Treviño”, en portugués era “Tremino”. Este señor llegó al Nuevo Reino de León en 1603, dedicándose a la agricultura. Participó en la fundación de los Llanos del topo -hoy Escobedo-, ocupó varios cargos en la administración colonial.
En 1660 fue electo alcalde segundo. Además de su participación en el Cabildo, como alcalde del crimen procesó a un tal Juan Martín por abusar en los precios en su tienda.
SEGUNDO PERIODO, Nicolás Ochoa de Elejalde, Alcalde Primero, 1671
Una década después, y por segunda ocasión, Ochoa de Elejalde fue electo para el periodo de 1671, pero en esta vez con Ignacio Guerra como alcalde segundo.
“En la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey del Nuevo Reyno de León, en primero de enero de mil y seiscientos y setenta y un años, el cabildo, justicia y regimiento desta dicha ciudad… de primer voto al capitán Nicolás de Ochoa, de segundo al capitán Ignacio Guerra”
Progresa la economía, pero se incrementa la violencia
En ese tiempo llegó una bonanza minera, lo que impactó incrementando la violencia. Por una parte, los castellanos trataron de capturar más indios para ‘encomiendas’ en las minas, y los indios se defendieron fieramente. Por otra parte, los contrabandistas franceses e ingleses que desembarcaban en el Espíritu Santo -al norte de Corpus Christi- trataban de vender a los castellanos mercurio de contrabando para los procesos mineros, así como rifles y vino para los indígenas, enrareciendo el ambiente.
Refuerza el alcalde Ochoa de Elejalde las fuerzas del orden
Ante esto, Nicolás Ochoa de Elejalde reaccionó mejorando las milicias cívicas y los cuerpos ligeros de caballería para contener, tanto a los encomenderos, como a los indios. Incluso alcanzó a viajar hasta las costas del Golfo para vigilar y combatir la presencia de contrabandistas.
Construye el alcalde Ochoa de Elejalde su casa frente a la Plaza de Armas
En este periodo, Nicolás Ochoa de Elejalde adquirió la esquina norponiente y nororiente del actual cruce de las calles corregidora y Zaragoza, predio donde se localiza hoy el Hotel Monterrey y una parte de la Macroplaza. Allí edificó su casa, en donde instaló un comercio atendido por sus hermanas María Petra y Juana.
Ignacio Guerra, Alcalde Segundo, 1671
El capitán Ignacio Guerra Cañamar Hernández llegó a la Ciudad proveniente de la capital del virreinato. Vino a probar fortuna en el Nuevo Reino y, por estar ilustrado, pronto se volvió el escribano del Cabildo, y después del gobernador. Fue electo Alcalde Segundo en 1671. En las siguientes tres décadas, fue escribano del Cabildo en forma intermitente y murió en nuestra ciudad en el año de 1701 siendo sepultado en “un humilde paraje del Convento de San Francisco”.
TERCER PERIODO, Nicolás Ochoa de Elejalde, Alcalde Primero, 1675
En 1675 fueron electos alcalde primero Nicolás Ochoa de Elejalde, y como alcalde segundo Lucas Caballero.
Escasez de maíz hace que el alcalde Ochoa de Elejalde prohiba exportarlo
Ese año fue particularmente complicado, pues cayó una fuerte nevada que quemó las cosechas de maíz, por lo que hubo de prohibirse que se comerciara este grano fuera del Nuevo Reino de León.
Inicia el alcalde Ochoa de Elejalde una necesaria campaña de higiene
También se inició una de las primeras campañas de higiene de la Ciudad, que consistía en mantener alejados de las acequias a los corrales de cabras y cerdos, que la gente no lavara la ropa ni se bañara en la acequia sino en el río, y que no se lanzaran desechos en las acequias. A quien se encomendó este trabajo de vigilancia aséptica fue a Agustín de la Vera entonces procurador (síndico).
“El alférez Agustín de la Vera, procurador general desta ciudad, en la mejor forma que haya lugar de derecho ante Vuestra Señoría, parezco y digo que se ha reconocido por la experiencia de algunos años a esta parte, las necesidades que este reyno padece por la falta de bastimentos y el presente año aunque el común sentir es de haberse cogido copiosa cosecha ha llegado a mi noticia que por las muchas nieves que hubo se perdió mucho maíz y no hay en esta jurisdicción el que se juzga, con que se necesita, que con ningún pretexto salga ninguno deste reyno y que el precio que se abrió de dos pesos fanega por los mismos labradores no se altere por ser bien común. Y asimismo se ha reconocido el mucho perjuicio que causan en la acequia de agua que viene y sirve a esta ciudad, algunos atajos de cabras y puercos que tienen algunos vecinos, por tenerlos en la parte superior de que nacen el derrumbarla y causar otras inmundicias en daño de los vecinos y asimismo lo causan muchas indias y otras personas que lavan ropa en ella estando el río en tanta cercanía, por cuya causa los dichos vecinos por las muchas inmundicias no se aprovechan del agua; todo lo cual necesita de remedio”
Lucas Caballero, Alcalde Segundo, 1675
Lucas Caballero, electo alcalde segundo con Nicolás Ochoa de Ejalde -quien fuera el alcalde primero-, era un regiomontano de abolengo. Descendiente en línea directa del fundador Diego de Montemayor -era su chozno- y tataranieto de Alberto del Canto. Por su estirpe Lucas Caballero ocupó varios cargos públicos, y no lo hizo mal, pues no hay expedientes criminales de su administración.
CUARTO PERIODO, Nicolás Ochoa de Elejalde, Alcalde Primero, 1687
El alcalde Ochoa de Elejalde es enviado a combatir piratas franceses
En el año de 1687 resultó electo alcalde primero Nicolás Ochoa de Elejalde y como segundo Andrés González. Sin embargo, desde fines de 1686 se había tenido noticias de la presencia de piratas franceses en la Bahía del Espíritu Santo; por lo que el virrey de la Nueva España, Tomás Antonio Manuel Lorenzo de la Cerda y Enríquez de Ribera, III marqués de la Laguna de Camero Viejo, y el gobernador del Nuevo Reino de León Antonino de Echéverez y Subiza, decidieron enviar dos ejércitos. Uno de ellos al mando del capitán Alonso de León, El Mozo, y otro a cargo del alcalde primero de Monterrey, Nicolás Ochoa de Elejalde.
Al dejar Ochoa de Elejalde su cargo para dirigir el ejército, entra
Juan Bautista de Villarreal como alcalde
Ochoa Elejalde hubo de dejar el cargo, y en tal virtud, el gobernador Echéverez nombró como alcalde primero en funciones a Juan Bautista de Villarreal ‘regidor y alcalde ordinario’.
El ejército de De León tomó por tierra adentro, mientras que el de Ochoa hasta el puerto del Refugio (hoy Matamoros) y de ahí marchó por la costa hasta Corpus Christy; donde ambos ejércitos se reunieron y luego dispersaron en varios pelotones para patrullar toda la región.
Huyen los franceses ante la presencia de nuestro ejército
Sin embargo, los barcos franceses no resultaron ser piratas, sino una inocente expedición colonizadora sin gran capacidad bélica, por lo que, sin combatir, se regresaron a Haití. Pero las tropas novohispanas permanecieron unos meses en el norte, donde hicieron amistad con las tribus apaches y saratigua.
Veamos un fragmento del Parte de la Expedición:
“en razón de las compañías de soldados que deste reyno salieron para el descubrimiento de la bahía o puerto del Espíritu Santo, a reconocer la poblazón que se dice ha hecho en ella el francés y sobre los motivos que Su Señoría ha discurrido para reforzar las dichas tres compañías y despachara las por tercera vez al dicho descubrimiento por diferente rumbo, con lo demas contenido en dicho auto y que sobre él consultase esta ciudad con los demás vecinos, capitanes exprimentados y de su posisión se viese esta materia tan del servicio de Su Majestad (que Dios guarde) y sobre ello informase a Su Señoría la que a esta ciudad y dichos capitanes y vecinos se les ofreciese. Y habiéndonos juntado como lo tenemos de costumbre para conferir las materias de utilidad desta ciudad y reyno, con junta de los más vecinos, capitanes y habiendo visto el diario enviado por el sargento mayor Alonso de León, a cuyo cargo fueron dichas tres compañías y cartas de los capitanes y auto de Su Señoría y conferido con dichos capitulares y capitanes, mirando al mayor servicio de Su Majestad y conservación deste reyno, salió decretado se informase a Su Señoría por escrito, lo que se nos ha ofrecido en esta materia, que es lo siguiente: Que habiendo por el año pasado de de ochenta y seis, el señor marqués de la Laguna virrey que fue de la Nueva España, hecho despacho a Vuestra Señoría sobre el dicho descubrimiento, por juzgar que dicho puerto y bahía estaba inmediato a este reyno y que por parte de él se reconociese y para su mejor acierto, se enviase un derrotero que paraba en la secretaría de gobierno, cuyo instrumento no se remitió a Vuestra Excelencia; con su adelantado celo en el mayor servicio de Su Majestad, mandó listar cincuenta soldados arcabuceros de a caballo, armados de todas armas y caballos y víveres, habiendo precedido junta que mandó hacer, en que decretó su parecer y que de no conseguirse de la primera jornada se repitiese [otra] y habiendo salido a este efecto las compañías, no se pudo descubrir la dicha bahía si no es tan solamente, seguir las orillas del Río Grande y llegar a la costa de la mar donde desemboca y aunque se hicieron otras diligencias no se pudo conseguir el intento a causa de ser el dicho río muy caudaloso y tener mucha latitud y que solo se pudiera vadear con barcos, por cuya causa se volvieron y vuestra excelencia suspendío mediante estas relaciones el que por entonces se saliese a la segunda jornada, así por estos inconvenientes como por el tiempo próximo de las aguas con las grandes avenidas que podían ocurrir, difiriéndolo para el tiempo más oportuno y que es en este reyno el mes de marzo y abril y celoso del servicio de Su Majestad, anteponiendo la diligencia la mandó hacer por parte de la villa de Cerralvo formando compañía que reconociese el dicho río y se buscase el vado más a propósito para cuando llegase el caso de hacer la dicha segunda jornada por el tiempo referido, siendo Vuestra Excelencia tan cuidadoso y proveído en esta materia, que a principios del mes de febrero mandó publicar auto para que se hiciese dicha jornada segunda, veinte dél y se levantasen tres compañías de soldados como se consiguió en número de ochenta y dos arcabuceros de a caballo, que no pudieron salir hasta los veinte y seis de dicho mes, a cuya función Vuestra Excelencia fue servido de ayudar aventajadamente con harina, reses, pólvora y otras cosas necesarias, como todo consta de la muestra que se hizo y salieron las dichas compañías y pasaron dicho Río Grande a la parte del norte del vado que se descubrió y llegaron hasta la costa de la mar y de allí atravesaron al rumbo del norte distancia de treinta lenguas en que descubrieron otro Río Grande, imposible de pasar y sus aguas muy salobres y sin conseguir la dicha bahía por los inconvenientes que constan del diario a quien nos remitimos, por cuyas causas se han vuelto gastando en esta jornada término de cuarenta días.”
Regresa Ochoa de Elejalde y muere en 1688 uno de los
mejores alcaldes de Monterrey
No se sabe con exactitud cuando volvió, pero es un hecho comprobado que en el año de 1688 Nicolás Ochoa de Elejalde, mientras dirigía los trabajos en una mina del Cerro de las Mitras, tuvo un trágico accidente despeñándose desde una gran altura y murió.
Juan Bautista de Villarreal, Regidor y Alcalde Ordinario, 1687
La generosidad histórica de los reineros
Como ya se dijo, Juan Bautista de Villarreal se quedó al frente de la comuna en lugar de Nicolás Ochoa de Elejalde, quien se fue a la guerra. Y durante la administración de Bautista, se abrieron varias minas, se otorgaron mercedes y sobre todo se hizo colecta de víveres, monturas y armas para los dos ejércitos que se enviaron a Tejas. Desde aquellos tiempos estaba claro que los reineros no eran ‘codos’, pues los donativos se realizaron con un evidente patriotismo.
Andrés González de Ochoa, Alcalde Segundo, 1687
Andrés González nació en Tepetitlán, Reino de México (hoy estado de Hidalgo) en 1649. Sirvió en el ejército alcanzando a ser capitán de Dragones, fue trasladado a Saltillo para combatir a los indios salvajes. Apenas llegó a nuestra Ciudad para dedicarse a la minería, cuando el año de 1687 fue nombrado juez del crimen. Se empeñó en perseguir la vagancia y se significó porque a los capturados se les condenaba al servicio de las armas, frente a un hipotético ataque de los franceses, por lo que en su ejercicio gubernamental fueron reforzados los presidios de Cadereyta, Cerralvo y Monterrey.
Continuará…
FUENTES
Alonso de León “Relación y Discursos del Descubrimiento, Población y Pacificación del Nuevo Reino de León, temperamento y Calidad de la Tierra” versión digital.
https://www.fondoeditorialnl.gob.mx/
pdfs/h
José Eleuterio González, Colección de noticias y documentos para la historia de estado de Nuevo León, UANL versión digital. (1867)
COLECCIÓN Civil
VOLUMEN 9, EXPEDIENTE 1
COLECCIÓN ACTAS DE CABILDO
4 de julio de 1660
14 de agoste de 1660
1 de enero de 1671
4 de septiembre de 1687