En textos anteriores narramos cómo el ejército norteamericano tomó en forma directa y sin mayores problemas los principales puertos mexicanos del Océano Pacífico y bloqueó los demás. Ahora estudiaremos lo sucedido en los puertos del Golfo de México.
Los puertos mexicanos en Texas, como Galveston y los otros menores de cabotaje ya habían sido tomados por los norteamericanos desde la anexión de Texas en 1845 y el de Matamoros en 1846 con las acciones militares de Palo Alto y Resaca de la Palma.
Llega Scott a costas mexicanas, inaugurando otro frente de guerra
Casi al mismo tiempo que los norteamericanos tomaban Monterrey, Nuevo León, en septiembre de 1846, abrieron un nuevo frente de guerra con una escuadra naval dirigida por Winfield Scott, ahora por el Golfo de México, empezando por Tampico, uno de los mejores y más prósperos puertos del norte de México.
TAMPICO
Ante el inminente ataque del invasor, en septiembre de 1846, Santa Anna ordenó a Anastacio Parrodi, comandante militar de Tamaulipas, prepararse para la defensa de Tampico. Abro paréntesis para dar algunos datos biográficos de este defensor.
Parrodi, hombre leal a Santa Anna, nació en La Habana, migró a México y fue comandante general de Tamaulipas en 1846, pero en 1854 se sumó al Plan de Ayutla. Gobernador de Jalisco, luego de Coahuila, y en 1862 del Distrito Federal; ya retirado reconoció al imperio francés, sin ocupar cargo alguno. Cierro el paréntesis.
Se organizan militares y Civiles para defender la plaza
En octubre Parrodi tenía mil hombres del Batallón de Tampico; otros tantos del Batallón de Puebla; el de Veteranos de Tampico; el 6º de caballería de Tamaulipas; un grupo de 25 artilleros con cañones de varios calibres, dos mil civiles y tres buques de guerra: la Unión, la Poblana y la Queretana, con hombres de mar y guerra. Se elaboraron defensas con puntos artillados en las barras de arena, en Laguna del Carpintero y en un punto llamado el Promontorio, más lanchas y embarcaciones civiles preparadas para la guerra.
Y otra vez, Santa Anna ordena recular para reforzar San Luis Potosí
Pero de nuevo y sorpresivamente, estando lista la defensa, el presidente y general en jefe Antonio López de Santa Anna, a mediados de octubre ordenó a Parrodi desmontar las defensas, movilizar armamento y personal rumbo a San Luis Potosí vía Tula, Tamaulipas, y entregar el mando a Francisco Garay, otro santannista.
Parrodi desobedece a López de Santa Anna
Garay llegó a Tampico, pero el general Parrodi se insubordinó y junto con el gobernador electo Manuel Núñez Ponce -un civil patriota tamaulipeco- mantuvieron las posiciones para enfrentar a los marines invasores.
Se dobla estado mayor de Parrodi, y sale el Ejército dejando indefensa la plaza
Ante tal rebeldía, Santa Anna se enfureció amenazando a Parrodi con enviar al Ejército del Norte contra él y no contra los norteamericanos, para ejecutarlo. Así las cosas, el estado mayor de Parrodi temió las represalias y el 27 de octubre de 1846, a pesar de las súplicas de los ciudadanos, las tropas mexicanas salieron de Tampico.
Comisiona Parrodi al médico Marchante para trasladar la artillería
Parrodi inició la marcha y comisionó al cirujano Francisco Marchante -médico militar del batallón de Tampico- para que, en lanchones tirados por mulas -aguas arriba- por el Río Pánuco, transportara cañones, barriles de pólvora y rifles, hasta llegar a Tula y luego a San Luis Potosí.
Las instrucciones eran que lo no se pudiera cargar en los escasos lanchones fuera lanzado al río, para que no sirviera a los invasores, y así se hizo ante la desesperación de los vecinos, pues rifles, cañones y pólvora eran inutilizados en el río cuando podrían ser utilizados contra el enemigo.
Pero además Santa Anna ya desconfiaba de Parrodi, así que envió a José Urrea – el militar inconforme con la rendición de Monterrey- a recuperar las armas con la falsa promesa santannista de usarlas en el Centro de la República.
Toman los norteamericanos la Plaza de Tampico
Finalmente, el 14 de noviembre de 1846, sin disparar un tiro, los norteamericanos tomaron Tampico. Las autoridades municipales inútilmente trataron de negociar con el invasor, pero la rendición no daba margen de maniobra y los norteamericanos exigieron archivos, el dinero y las armas.
El traidor Cortázar denuncia al doctor Marchante
Un mexicano traidor, de los que nunca faltan, de apellido Cortázar, informó al comandante norteamericano Scott de la posición del médico Marchante y de inmediato envió dos vapores a perseguir las primitivas lanchas de mulas. Pero gente del pueblo alertó a Marchante, quien tiró más pertrechos al río y pudo darse a la fuga.
José Urrea llegó en apoyo de Marchante y Parrodi, marchando juntos a San Luis Potosí. No todos lo sabían, pero Parrodi iba en calidad de prisionero por su insubordinación a las órdenes de López de Santa Anna.
Por su parte, ya teniendo Tampico en su poder, los norteamericanos vieron en Veracruz la posibilidad de seguir la Ruta de Cortés para llegar con rapidez a la Ciudad de México.
LA BATALLA DE TABASCO
Aunque la capital de la República era el punto codiciado del ejército norteamericano para negociar con impudicia la adquisición de los territorios nórdicos, el Istmo de Tehuantepec era también ambicionado por la posibilidad de construir un paso interoceánico en él.
Los gobernadores del sureste: Benito Juárez, de Oaxaca; Santiago Méndez Ibarra, de Yucatán; Juan Bautista Traconis, de Tabasco; y Jerónimo Cardona, de Chiapas, se prepararon con buen tiempo yendo a Belice para comprarles armamento moderno a piratas y traficantes.
Derrotan los mexicanos dirigidos por Traconis a los norteamericanos
El 21 de octubre de 1847 llegó a las costas de Tabasco una flota norteamericana que exigió que el puerto de Frontera se rindiera, y al no haber tal rendición, el día 24 desembarcaron los norteamericanos atacando al mismo tiempo con artillería desde los barcos.
Los trescientos hombres que defendieron Tabasco, dirigidos por el general Traconis, colmos de valor y con armas modernas, lograron repeler a los norteamericanos preservando para el futuro de México el Preciado Istmo de Tehuantepec.
LA FRONTERA DE GUATEMALA Y CHIAPAS
Desde el año de 1824 Chiapas se anexó a México y luego se unió el Soconusco -parte sur del actual estado de Chiapas-; pero Guatemala, inconforme desde el principio, intentó en varias ocasiones reclamarlo por la vía diplomática.
Intenta Guatemala aprovechar la invasión para recuperar
la región del Soconusco
A finales del año de 1846, aprovechando la invasión norteamericana, unos 300 soldados guatemaltecos ingresaron al estado de Chiapas buscando recuperar el Soconusco, por lo que el gobernador chiapaneco Jerónimo Cardona, pidió apoyo al gobierno nacional.
Pero, como suponían los guatemaltecos, no se recibió apoyo militar, por lo que el gobernador reaccionó enviando a un batallón de lanceros -caballería- que, junto con campesinos de la región, derrotaron en un par de escaramuzas a los guatemaltecos quienes tuvieron que regresarse a su país.
VERACRUZ
Ganaron los mexicanos el primer encuentro
El día 15 de octubre de 1846 los navíos de la flota norteamericana Cumberland, Mississippi, Vixen, Reefer, Bonita, McLane, Petrel, Forward y Nonata, atacaron el Puerto de Alvarado. Respondieron un puñado de civiles, pescadores y militares que, en lanchas improvisadas para la guerra, evitaron que los invasores desembarcaran, y las naves norteamericanas se reagruparon lejos de la costa.
Sufren los invasores un segundo revés, ahora en Tabasco
El 23 de octubre la flota norteamericana se dirigió a Tabasco, donde también fueron vencidos, esto le dio una luz de esperanza al país y llenó de soberbia a Santa Anna que lanzó proclamas victoriosas por toda la nación.
Pero el 13 de diciembre, el comodoro norteamericano Conner tomó la Ciudad del Carmen en Campeche, sin disparar un solo tiro, porque la ciudad estaba desguarnecida, y eso desmiente la versión triunfalista de Santa Anna.
Comienza la pelea por Veracruz
El 9 de marzo de 1847 desembarcaron las primeras tropas norteamericanas cerca de Veracruz y las naves Cumberland, Mississippi, Vixen, Reefer, Bonita, McLane, Petrel, Forward y Nonata iniciaron el bombardeo sobre el Puerto. Los combates en las playas, y los bombardeos mexicanos de tierra al mar, y los norteamericanos de mar a tierra se recrudecieron.
Se solicita tregua a Scott para que salgan mujeres y niños; responde con fuego
El 28 de marzo las autoridades de la Ciudad de Veracruz y el cónsul ruso pidieron a Scott una tregua para que salieran mujeres, niños y ancianos de la ciudad, pero Scott se negó, recrudeciendo los bombardeos.
Se rinde Veracruz, luego de una heroica defensa
Luego del salvaje bombardeo sobre Veracruz que costó la vida a cuatrocientos soldados mexicanos, y a casi ochocientos civiles, los veracruzanos cansados de esperar refuerzos mexicanos que jamás llegaron, el 29 de marzo de 1847, el puerto de Veracruz se rindió ante Winfield Scott, general en jefe de las fuerzas invasoras de Estados Unidos.
LA BATALLA DE CERRO GORDO
Sin embargo, una cosa era el Puerto de Veracruz, y otra el camino de acceso a la Ruta de Cortés que llevaría al invasor hasta la Capital. Así que se decide enfrentarlo en un afamado cerro veracruzano llamado Cerro del Telégrafo o el Cerro Gordo.
Suman fuerzas Vázquez y el regiomontano Canalizo para defender ese punto
Santa Anna envió al comandante de ingenieros Manuel Robles a que fortificara el cerro llegando al lugar el 5 de abril de 1847. Las tropas iban dirigidas por el santannista Ciriaco Vázquez, y Santa Anna envió al regiomontano Valentín Canalizo para, un par de días después, el propio Santa Anna dirigirse al Cerro Gordo.
Se apersona Santa Anna en el frente de guerra
Muy a su estilo, Santa Anna hizo un paseíllo antes de llegar al frente de batalla, desfilando por Puebla y Amozoc -donde fue abucheado-, y después se dirigió al Cerro Gordo.
La Batalla de Cerro Gordo, ocurrió entre los días 17 y 18 de abril de 1847. No está claro cuántos mexicanos combatieron, pues sólo llegaron a la batalla los hombres del Ingeniero Robles y de Ciriaco Vázquez. Scott, por su parte, dirigía a 10 mil hombres con más de 40 piezas de artillería moderna.
Se evidencia que la capacidad de fuego entrambos ejércitos era muy diferente
Estas tropas mexicanas enfrentaban por primera vez a los norteamericanos. Al ser cañoneados y atacados por la artillería y los modernos rifles norteamericanos, pronto cundió la desmoralización, pues venían de distancias que resultaban imposibles de devolver el fuego.
Desertan muchos soldados mexicanos, entre ellos los de Canalizo
Así que empezó la deserción al amanecer del día 18 de abril. Aprovechando la oscuridad muchos mexicanos se dispersaron en desorden por el monte y el camino a Xalapa. La gente de Canalizo también se fugó antes de llegar al combate, y las divisiones de caballería norteamericana los perseguían.
En el camino se encuentran Canalizo y Santa Anna y ambos emprenden la retirada perseguidos bajo fuego por enemigo, vencidos regresan por Amozoc y Puebla en una penosa caminata del 11 al 19 de mayo de 1847.
Se derrumba López de Santa Anna al llegar a la Capital; lo releva Lombardini
El día 19 de mayo de 1847 Antonio López de Santa Anna entró derrotado a la Ciudad de México entre abucheos y el desprecio popular. Fue relevado del mando y su lugar fue ocupado por José María Lombardini -capitalino, realista y luego partidario de Iturbide, conservador, gran artillero-, y Nicolás Bravo, el más respetado de los héroes de la Independencia.
Toma Winfried Scott la Ciudad de Puebla, a un paso de la Ciudad de México
El 28 de mayo de 1847 el general Winfried Scott toma la ciudad de Puebla sin resistencia y se coloca a solo 120 kilómetros de la capital, y ahí espera a las tropas que vendrían del norte.
Continuará…
FUENTES
Vicente Riva Palacio y otros, México a través de los Siglos, Editorial Cumbre, 1983, todos VII y VIII.
Carlos María de Bustamante, El Nuevo Bernal Díaz del Castillo, Fondo de Cultura Económica, 1994.
Lucas Alamán, Historia de México, Editorial Jus, 1990, tomo V.
Leopoldo Espinosa Benavides, Un Imperio Venido a Menos, Editorial Porrúa, 2014
José María Iglesias y otros, Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y los Estados Unidos, Conaculta, 2005.
José María Roa Bárcena, Recuerdos de la Invasión Norteamericana 1846-1848: por un joven de entonces, Versión electrónica Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra.
N. C. Brooks, A complete history of the Mexican War, Nathan Covington, 1851
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