Cuando José López Portillo entregó la Presidencia de la República a Miguel de la Madrid hubo un cambio de grupo en el poder. Los políticos y burócratas amigos del gobernador Alfonso Martínez Domínguez fueron sustituidos por los llamados tecnócratas que, aún dentro del mismo PRI, tenían un manejo diferente de los programas sociales, repercutiendo en la solución del problema hídrico de Nuevo León. El subsecretario de Desarrollo, Manuel Camacho Solís, notificó a Martínez Domínguez que el Gobierno Federal iba a requerir al estado los recursos invertidos en el Plan Hidráulico Nuevo León.
El traslape en los tiempos de la Gubernatura con la Presidencia es un problema
Don Alfonso reaccionó de inmediato y se hizo acompañar por el director de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, Enrique Torres López, para entrevistarse en Ciudad de México con Camacho Solís y el Secretario Carlos Salinas de Gortari. Martínez Domínguez les recordó a ambos la promesa de campaña de Miguel de la Madrid de apoyar el Plan Hidráulico Nuevo León.
Luego del tironeo acostumbrado entre funcionarios que defienden los intereses de su entidad, se llegó al acuerdo de que la Federación seguiría apoyando el proyecto de marras a cambio de que la empresa SADM convirtiera su economía en eficiente.
AMD terminó su periodo en 1985 sin hacer grandes cambios en la estructura ni en las tarifas del agua, y la red de distribución domiciliaria seguía extendiéndose.
Incrementa el gobernador Jorge Treviño las tarifas de agua
Sin embargo, apenas iniciado el gobierno de Jorge Treviño Martínez (1985-1991) se auditó a Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, y el resultado fue que se encontraron pérdidas económicas e ineficiencias administrativas. Así que las tarifas se actualizaron, incrementándose a todos los consumidores, desde viviendas, pequeños negocios, restaurantes, y pequeñas industrias que habían contratado su servicio como doméstico. Estos tuvieron que pagar más, pero en donde la tarifa se multiplicó fue en los grandes consumidores, a los que se les incrementó hasta un 241 por ciento.
Continúa Treviño con la Cultura del Agua de Martínez Domínguez
En 1986 se continuó con el programa de sensibilización popular de “Cultura del Agua”, que incluía visitas a las escuelas, difusión por radio y televisión, además de eventos artísticos y culturales relacionados con la concienciación del uso racional y eficiente del agua, dirigidos a niños a fin de crear una generación más consciente.
Desde luego que el nuevo esquema tarifario provocó protestas, pero Treviño Martínez sostuvo el aumento. Y con estos nuevos ingresos se pudieron financiar las extensiones en la red de distribución del vital líquido. En 1987 se estableció un esquema de actualización permanente de tarifas, indexándolas a los costos reales del servicio, instituyendo la diferencia entre grandes y pequeños consumidores; ya sin incrementos abruptos, a cambio de pequeños aumentos en forma constante.
Aceptan los usuarios las nuevas tarifas
Adicionalmente se realizó una fuerte campaña publicitaria para convencer a los pequeños comerciantes (fondas, tienditas) y a las industrias familiares para que, voluntariamente, cambiaran sus regímenes de agua de doméstico a comercial o industrial, lo que implicaba, obviamente, un aumento en sus tarifas.
Como estaba reciente la crisis del agua y el área metropolitana estaba creciendo aceleradamente -ya eran casi 2.2 millones de habitantes- y la cobertura del servicio de agua desde 1986 era al 90% de usuarios conectados a la red, la gente aceptó las nuevas tarifas para que se previeran las soluciones futuras del sistema hídrico.
El huracán Gilberto
Pero al año siguiente, los días 16 y 17 de septiembre de 1988 el estado y desde luego Monterrey fueron asolados por el huracán Gilberto (uno de los más mortíferos del siglo XX) y el saldo fue de aproximadamente 180 muertos, un número incierto de desaparecidos y 40 mil personas damnificadas. Además, destruyó 70 kilómetros de caminos de acceso a las fuentes de agua y diez kilómetros de líneas de conducción. 35 kilómetros de acueductos y las instalaciones eléctricas de gran número de pozos.
Sufrieron daños importantes 109 escuelas, y todas las instalaciones construidas en el Río Santa Catarina fueron arrasadas. Esto incluye canchas deportivas, albercas, los ‘Juegos Manzo’, y el canal de estiaje que se había construido en el sexenio de Martínez Domínguez.
Los impactos del huracán se potenciaron en la Ciudad debido al primitivo patrón de urbanización. Las inversiones en canchas deportivas dentro del cauce del Santa Catarina -el estadio deportivo más grande del mundo, presumíamos-, y la laxitud de la ley que permitió construcciones de tejabanes en donde vivían familias invasoras de pobreza extrema, aumentaron el tamaño de la tragedia. Además de un grave error de las autoridades que desviaron algunos autobuses de pasajeros por el plan del río para librar un cierre de tránsito a la hora que llegaba la avenida de agua embravecida.
Pero también trajo buenos dividendos, pues el Huracán Gilberto llenó al máximo las presas de la Boca y de Cerro Prieto, proveyendo a la Ciudad de una inédita abundancia de agua. Sabido es que los huracanes y las lluvias abundantes son la mejor fuente de reposición de agua en todas partes.
Los proyectos para abastecer de agua a la Ciudad
De acuerdo a los niveles de tecnificación que caracterizaba al nuevo esquema político económico neoliberal, para determinar cuáles eran las necesidades citadinas, se clasificaron las obras hidráulicas bautizándolas con números romanos:
Monterrey I, las obras ejecutadas entre 1971 y 1973
· Planta Potabilizadora La Boca.
· Tres estaciones de bombeo, de 8 mil caballos de fuerza
· Tanques principales: Obispado Alto, Loma Larga I, La Silla I, entre otros.
· Redes primarias de agua y drenaje para el AMM.
Monterrey II, entre 1976 y 1979
· Acueductos Mina Il, Santiago Il y Estanzuela.
· Perforación, equipamiento e interconexión de pozos en Sistemas Mina y Buenos Aires.
· Tanques de almacenamiento Escobedo, Canadá y Penal.
· Estaciones de bombeo Topo Chico-Penal.
· Ampliación de los tanques de almacenamiento Topo Chico, Loma Larga y Altamira.
· Diversos tanques secundarios y redes primarias de agua y drenaje.
Monterrey III, lo construido entre 1980 y 1984.
· Presa Cerro Prieto
· Acueducto Linares-Monterrey (133 km)
· Potabilizadora San Roque.
· Primera etapa del Primer Anillo de Transferencia del Área Metropolitana de Monterrey (43.6 km de tubería de agua potable].
· 14 tanques de almacenamiento y 20 estaciones de bombeo.
· 95 km de redes de distribución y reposición de ramales.
· Programa de detección y control de fugas.
· Ampliación de la potabilizadora La Boca y 27 km de colectores y redes secundarias.
Para mejorar la distribución del agua y del drenaje, con visión a largo plazo, entre los gobiernos de Miguel de la Madrid y Jorge Treviño, se desarrolló lo que se conocería como el Proyecto Monterrey IV que incluiría:
· Presa El Cuchillo (en China, Nuevo León, posible ubicación identificada desde los años veinte del siglo pasado)
· Acueducto Cuchillo-Monterrey (108 km).
· Cinco estaciones de bombeo.
· Segunda etapa del Primer Anillo de Transferencia (26.4 km).
· Ampliación del Tanque de Almacenamiento San Roque.
· 19 estaciones de bombeo, 145 km de redes de distribución y reposición de ramales.
· Prolongación de 130 km de colectores.
· Tres plantas de tratamiento de aguas residuales (Norte, Dulces Nombres y Noreste).
La presa El Cuchillo se financiaría -ya en tiempos del gobernador Sócrates Rizzo- con un crédito del BID y otro de instituciones bancarias mexicanas. En los primeros episodios del ingreso de México a la globalización se obtuvo un crédito del gobierno Nipón (Overseas Economic Cooperation Fund OECF, o Fondo de Cooperación Económica de Ultramar) para financiar y apoyar la construcción de las tres Plantas de Tratamiento de aguas residuales, que se edificaron entre 1991 y 1994.
El Proyecto Monterrey IV
Para el año de 1990 la población concentrada en el área de cobertura de Servicios de Agua y Drenaje llegaba a los 2.6 millones de personas, así que debió recurrirse de nuevo a los cortes del servicio de seis a ocho horas diariamente, sobre todo en verano, para poder darle servicio a todos. Por tanto, se requería encontrar una nueva fuente de abastecimiento de agua.
Los añejos estudios validados por la Comisión Nacional del Agua indicaban que el punto ideal para la construcción de una nueva presa era el lugar conocido como El Cuchillo, en el municipio de China, Nuevo León. Ese proyecto contemplaba aprovechar las aguas del Río San Juan que estaban destinadas al uso agrícola en el Distrito de Riego 026, y sus excedentes terminaban en la presa Marte R. Gómez -El Azúcar-, ubicada en el cauce del San Juan, en el municipio de Camargo, Tamaulipas.
Como era previsible, la construcción de esta represa en Nuevo León, reduciría el agua disponible para los agricultores del distrito de riego 026, generándose un conflicto y, ante la ausencia de una buena negociación, los ánimos fueron calentándose.
Firman Treviño y Salinas de Gortari acuerdo para concretar Monterrey IV
En tal virtud, el 9 de octubre de 1989, el gobernador Jorge Treviño y el presidente Salinas de Gortari firmaron el “Acuerdo de coordinación especial para la realización y operación del proyecto Monterrey IV” cuyas obras se realizaron entre 1990 y 1994. Con la nueva presa, además de proveer agua a Monterrey, ayudaría a regular las avenidas extraordinarias en la cuenca baja del Río San Juan, y a promover el desarrollo regional a lo largo del corredor El Cuchillo-Monterrey.
El nombre oficial de Monterrey IV era: Plan Estatal de Agua Potable y Saneamiento. Pronto brotó el problema con Tamaulipas que sustentaba su inconformidad en el Acuerdo Presidencial de 1952 que establecía que las aguas del Río San Juan serían para nutrir la presa Marte R. Gómez.
Acepta Tamaulipas firmar un acuerdo con la Federación y Nuevo León
Luego de meses de negociación, Tamaulipas, Nuevo León y el Gobierno Federal firmaron el 6 de septiembre de 1990 un acuerdo en que las partes se comprometían a fomentar el uso “racional” del agua en la cuenca, que sirviera al Área Metropolitana de Monterrey y a los usuarios del distrito de riego número 26. Todo estaba bien, excepto en tiempos de sequía que el volumen de agua no alcanzaba para todos.
Estalla la Guerra del Agua entre gobernadores amigos: Rizzo y Cavazos Lerma
Y este escenario no tardó en llegar, pues durante el gobierno de Sócrates Rizzo García, la escasez de agua desató la llamada “Guerra del agua” entre Tamaulipas y Nuevo León. Ambos estados tenían la razón, y cuando eso sucede, al tener todos la razón, las que rigen son las leyes del Caos, a pesar de la amistad de Rizzo y Manuel Cavazos. Nuevo León alegaba que constitucionalmente el agua para consumo humano lleva prioridad, y los usuarios del distrito de riego 026 de Tamaulipas invocaban su antiguo derecho sobre las aguas para sembrar sus tierras. Este pleito duraría hasta 1996.
Se construyen El Cuchillo y las obras de conducción y distribución de agua
En las obras de Monterrey IV, el Gobierno Federal construyó y financió la presa El Cuchillo-Solidaridad, con una cortina de 45 m de altura máxima y un bordo de casi 11 kilómetros, con una capacidad máxima ordinaria de mil 123 Millones de metros cúbicos y extraordinaria de casi mil 800 Millones de metros cúbicos de agua.
El Gobierno del Estado, a través de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey construyó el acueducto de 108 km y demás obras de conducción y distribución. También invirtió en infraestructura para el saneamiento del agua -como el incremento de la capacidad de potabilización de la planta San Roque-, hasta un volumen de 12 metros cúbicos por segundo.
Monterrey IV, un sofisticado sistema para que Monterrey tome agua limpia y pague con agua tratada.
El costo total de este proyecto se estimó en 469.4 millones de dólares. Monterrey IV también consideraba la transferencia de aguas grises tratadas a la presa Marte R. Gómez de Tamaulipas, para cumplir los compromisos con el distrito de riego 026. Esto significa que Monterrey tomaría agua del Río San Juan y regresaría agua tratada por conducto del Río Pesquería rumbo a los límites con Tamaulipas.
La gran presa El Cuchillo fue inaugurada por el presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y el gobernador Sócrates Rizzo García (1991-1996) el 17 de octubre de 1994. En su discurso, Salinas expresó que se trataba de una obra de Nuevo León para abasto de los nuevoleoneses, con lo cual arreciaron los reclamos tamaulipecos, convirtiéndose a partir de ese momento en el más grande de los problemas del gobernador Rizzo García.
Le falta un acueducto a Monterrey IV
Inicialmente se planearon dos etapas para El Cuchillo, en la primera etapa que ya se realizó se transfieren a Monterrey con un acueducto de 5 a 6 metros cúbicos por segundo de agua, y en una segunda etapa, con otro acueducto, se tomaría otro tanto, es decir, se llegaría -trabajando en tándem ambos acueductos- a un volumen de extracción de entre 10 y 12 metros cúbicos por segundo, con lo cual se acabaría la actual sed de Monterrey.
A la inauguración de la Presa el Cuchillo seguiría una década de sequía, el desenlace de la Guerra del Agua y la modificación de la estructura de Agua y Drenaje.
Continuará…
Fuentes
CONAGUA
INEGI
http://cienciauanl.uanl.mx/?p=1716
https://www.redalyc.org/pdf/402/40280103.pdf
http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/gac/cont/36/pr/pr9.pdf