El acendrado regionalismo de los nuevoleoneses se manifiesta en la política. Para elegir gobernantes el factor “arraigo” determina la consecución del apoyo popular. Esto explica por qué el gobernador Ignacio Morones Prieto, profesionalmente formado en San Luis Potosí, sudó la gota gorda para ser aceptado por una sociedad cerrada y celosa de sus valores regionales. Fue tanta la incomodidad entre gobernante y gobernados que se le regateó por años un reconocimiento a su vasta obra pública. Hasta mediados de los años setenta el Cabido de Monterrey, presidido por Leopoldo González Sáenz, bautizó como avenida Morones Prieto, a la avenida Independencia.
Un nuevoleonés arraigado en San Luis Potosí
Ignacio Morones Prieto nació en Linares el 3 de marzo de 1899 estudiando sus primeras letras en la escuela Mariano Escobedo y en la Escuela Oficial Número 1. La preparatoria la hizo en el Colegio Civil de Monterrey, y como su familia se trasladó a San Luis Potosí, allá realizó sus estudios profesionales, en el Instituto Científico y Literario y después en la Escuela de Medicina, graduándose de médico en 1923. Luego se fue a especializar a la Sorbona de París, Francia, egresando en 1928.
De regreso a México se instaló en San Luis Potosí, donde se distinguió por fomentar las campañas contra la viruela, el tifo, el paludismo y el bocio. Daba clases de patología y clínica quirúrgica en la Escuela de Medicina y terminó siendo director de esa institución. Luego fundó y dirigió el Hospital Escuela de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, lo que le valió ser electo rector de esa casa de estudios universitarios. Su prestigio profesional le llevó a ser invitado por el presidente Adolfo Ruiz Cortines a asumir la titularidad de la subsecretaría de Salubridad y Asistencia, de 1946 a 1948.
La competencia con Eduardo Livas
En ese tiempo el gobernador nuevoleonés Arturo B. De la Garza terminaba su periodo, y el Partido de la Revolución Mexicana convocaba a elecciones primarias para elegir candidato a gobernador. En la contienda se inscribió el doctor Morones Prieto, pero el resultado favoreció a Eduardo Livas Villarreal, quien había sido secretario particular de Bonifacio Salinas y secretario general de gobierno con Arturo B. De la Garza.
Sin embargo, en un inexplicable trance político con elementos difíciles de medir por tratarse de sentimientos y emociones personales que suelen presentarse, se complicó el triunfo de Livas Villarreal. Se presentó un diferendo entre el ex gobernador Salinas Leal y el gobernador De la Garza, y como suele suceder en casos de desarreglo político, intervinieron fuerzas exógenas corriéndose la especie de que el legendario político y gobernador potosino Gonzalo N. Santos empujó desde el centro del país a Morones Prieto para que fuera el candidato oficial del PRM. Sea cierta o no esta versión, el caso es que Ignacio Morones Prieto obtuvo la candidatura al gobierno de Nuevo León.
La fría relación de Morones con la clase empresarial
Con la fuerza del partido de la revolución, el doctor Morones se alzó con la victoria en la elección constitucional, asumiendo la gubernatura del estado de Nuevo León el 4 de octubre de 1949. Desde un principio Morones sufrió el desprecio de la comunidad empresarial y de algunos nuevoleoneses que lo tildaban de advenedizo y no ser nuevoleonés ni tener arraigo, pese a que como se dijo había nacido en Linares. Un elemento que poco ayudó a frenar las críticas fue cierta ausencia suya pues durante su gobierno radicó en La Fama, de Santa Catarina.
Esto sirvió de acicate al gobernador Morones, quien se metió de lleno a trabajar y en esos momentos sí que se ocupaba. Porque Nuevo León tenía una nueva demografía, los campesinos del estado –y de otros- eran atraídos a Monterrey por el desarrollo industrial del área metropolitana. Veamos datos oficiales: La zona conurbada creció entre 1940 y 1960 el 337.4%; teniendo su mayor incremento en San Nicolás de los Garza que creció un ¡994.04%!, y San Pedro Garza García, el 537.51%. La población económicamente activa creció 507%, fenómeno explicado sólo porque además de los migrantes que aquí conseguían trabajo, nuevos grupos se incorporaron a la producción, como es el de las mujeres que conformaron toda una legión productiva.
Una nueva Ley de Ingresos Mercantiles
Nuevas y grandes industrias se establecieron sobre las líneas del ferrocarril y las carreteras, al norte, oriente y poniente del centro de la ciudad que, urbanísticamente no estaba preparada para ello. Para enfrentar el reto, el gobierno requería de dinero fresco, y como el gobernador Morones no sentía compromiso con los empresarios, en diciembre de 1914 expidió una nueva Ley sobre Ingresos Mercantiles, que finaba los privilegios fiscales de la industria que databan desde el porfiriato.
Incrementó el impuesto hasta el nueve al millar, el doble del anterior que tenía vigencia desde hacía veinte años, pero se reducía para los productores de medicinas y enseres médicos, exentando a los que invertían en la compra - venta de artículos de primera necesidad. Esta ley molestó a los grandes empresarios, pero como ya hablaban mal de Morones, no hubo mayores novedades ni repercusiones.
Morones Prieto reorganizó a la Tesorería estatal, creando dos departamentos: el de Ingresos y Depósitos, y el de Egresos y contabilidad. Modernizó a esta importante dependencia adquiriendo máquinas calculadoras y de microfilmación para los expedientes. Creó la dirección de estadística del estado que realizó funciones censales dándose a la tarea de imprimir folletos y monografías sobre la historia y geografía del estado, algo sin precedente en México. Creó la dirección de Catastro que regularizó siete mil predios a familias que los habían adquirido de palabra o que simplemente los ocupaban, además se hicieron las subdivisiones y uniones de terrenos que no correspondían con la realidad.
La canalización del Río Santa Catarina
Como el Río Santa Catarina ya era un foco de infecciones, y sus mortales e históricas crecidas seguían amenazando a la ciudad, el gobernador Morones inició en mayo de 1950 su canalización. Hasta antes de Morones, el cauce del río Santa Catarina era divagante; en cada avenida cambiaba su trazo al grado que impedía la urbanización de sus márgenes. Esta inédita, imponente y ambiciosa obra de canalización eliminaba el meandro más peligroso, que se ubicaba cerca de la avenida Juárez y causaba grandes oleajes durante las inundaciones.
La capitalización económica de la Universidad de Nuevo León
Los grandes movimientos de tierra para la canalización del Santa Catarina fueron un espectáculo para los regiomontanos y el producto inmediato fue el rescate de 850 mil metros cuadrados de valioso terreno. De semejante superficie ganada, 110 mil metros cuadrados se destinaron a jardines como la plaza Zaragoza, la plaza de los Compositores, y la de las Naciones por avenida Constitución; 420 mil metros cuadrados a avenidas y calles, y los 320 mil restantes una buena parte se donó al patronato de la Universidad que los comercializó vendiéndolos a particulares, generando recursos que serían de mucha utilidad a la máxima casa de estudios.
La canalización del río Santa Catarina es una obra histórica que permitió a la ciudad contar con dos grandes avenidas que siguen siendo la columna vertebral de la vialidad. Además, con la geometría del cauce perfectamente definida, fue posible construir cuatro puentes que enlazaron las partes norte y sur de la ciudad. Continuará…
Fuentes
Periódico oficial del estado versión electrónica 1949-1952 versión electrónica
Informes de gobierno versión electrónica 1942-1952